“En esta profesión no puedes parar, si lo haces te arrollan”
Lleva 34 años de su vida dedicada a la enología y se ha hecho un hueco más que merecido en este exigente mundo del vino. Madrileña de nacimiento (1963), hija de viticultor, esposa de enólogo y con dos hijas, una de ellas también enóloga, Milagros Romero vive y disfruta esta profesión como nadie. Licenciada en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid, ha desarrollado una dilatada trayectoria profesional como directora técnica-enóloga de varias bodegas y cooperativas, entre ellas la de ‘Virgen de las Viñas’ de Tomelloso, la más grande de Europa.
En la actualidad, lleva una década en Bodega Soledad, de Fuente de Pedro Naharro, donde se encarga de la dirección técnica y la gerencia, habiendo logrado que sus vinos se sitúen entre los más premiados del país. Desde el pasado 24 de abril es la nueva decana del Colegio Oficial de Enología de Castilla-La Mancha, al que ha estado ligada desde su constitución, convirtiéndose en la primera mujer que ostenta este cargo no solo en la región, sino también en el país.
¿Qué le empujó a dar el salto al mundo del vino?
Bueno, un poco por la tradición familiar. Mi padre era viticultor y yo estudié Biológicas, aunque, como estaba muy relacionada con la vitivinología, solicité una beca para el Centro de Investigación Vitivinícola de Tomelloso para trabajar con levaduras. Y el vino en el ámbito microbiológico era un aspecto que me parecía muy interesante y amplio. Entré ahí y ya no he salido. Luego me casé con un enólogo, lo que vino a cerrar el círculo. Y eso es importante, porque así entienden lo que haces y el porqué estás tantas horas trabajando. Y es que la enología conlleva muchas horas, en especial durante la vendimia.
Se dice que cuando trabajas en lo que te gusta, el esfuerzo se lleva mejor ¿no?
Creo que cuando estás trabajando tantas horas al día, si no te gustara tanto y no disfrutaras con lo que haces, sería muy complicado.
A finales de abril fue elegida como decana del Colegio de Enología de Castilla-La Mancha lo que le ha convertido en la primera decana de la enología de España. Imagino que es todo un honor ¿no?
Sí, por supuesto, que es un honor, si bien hay que tener en cuenta que hay pocos colegios oficiales de enología en el país, uno en Cataluña y otro en Castilla-La Mancha, son más las asociaciones. El castellanomanchego lleva en marcha ocho años y desde el principio estoy trabajando con la entidad: los primeros cuatro años asesorándolo en cuestiones de relaciones con las universidades y la administración y los últimos cuatro años como tesorera. Ahora surgió la oportunidad de formar una candidatura única, bastante plural en la que han tenido cabida profesionales de todo tipo, con mucha proyección y muy actualizados en el sector. Creo que ha sido un acierto presentarla.
¿Le ha influido de alguna manera en su trayectoria profesional el hecho de ser mujer?
Sí es verdad que como mujer, quizá he tenido que dar más vueltas para conseguir lo mismo, porque a veces tienes otras prioridades y debes abandonar un proyecto porque te absorbe demasiado. Ahora, sin embargo, estoy en una situación personal privilegiada, porque mis hijas son muy mayores y me puedo centrar en mis responsabilidades profesionales. Nada que ver con la situación de hace veinte años con niños pequeños y padres mayores.
"La presencia de la mujer en el mundo del vino está muy ligada a la formación"
¿Cómo ve la presencia de la mujer en el mundo del vino?
La presencia de la mujer en el mundo del vino está muy, muy ligada a la formación. De hecho, he tenido las oportunidades que he tenido, porque tenía una licenciatura y una formación integral importante. Creo que ahora mismo hay muchas mujeres en el sector del vino, ya sean enólogas, directoras técnicas, gerentes, etc. Hay una incorporación escalonada, aunque imparable, de mujeres en el sector del vino. Y es que las mujeres formadas tienen su hueco en este mundo y dan codazos a los hombres sin problemas, porque cuando tienes una capacidad y una actitud de trabajo no te puede parar nadie. Quizá haya menor presencia en aquellos trabajos físicos en bodega, pero en Bodega Soledad tenemos muchas mujeres. Y este año hemos integrado a mujeres en bodega durante la vendimia, porque había muchos puestos que requerían de una labor más técnica, como control de maquinaria, y las mujeres nos dan mejor resultado por ser más ordenadas, tienen las ideas más claras y están formadas. En definitiva, no es tanto la diferencia entre sexos, sino más bien es cuestión de formación.
Entonces, ¿qué mensaje le daría a aquellas mujeres que quieran dar el salto e incorporarse en el mundo del vino?
Bueno, lo primero es que les tiene que gustar y atraer, porque es un mundo complicado. Pero, sobre todo, lo que tienen que hacer es formarse. Hay muchas vías de formación, desde ciclos de FP a la Universidad, con el Grado de Enología en Ciudad Real. Y pueden entrar en este mundo no solo como enólogas, sino también formando parte de departamentos como el financiero, marketing, laboratorio, etc..
Hay muchas posibilidades para que la mujer puede iniciar su andadura en el mundo del vino. Por lo tanto, decirles que si les gusta, que no lo duden y den el paso, porque en Castilla-La Mancha este sector mueve un volumen muy importante de negocio. Por ejemplo, en Fuente de Pedro Naharro, con 1.200 habitantes, la empresa más importante y la que maneja toda la economía del pueblo es la cooperativa. Y es que el vino mueve mucho en toda la región.
¿Qué tiene que tener el enólogo?
Considero que, además de gustarle este mundo, tienes que entender todo el proceso de elaboración, porque en este sector a veces dos más dos no son cuatro, sino que tienes que tener una visión clara del proceso, qué estás haciendo y cómo puedes mejorar, sin olvidar que debes idear qué vino vas a hacer cuando aún estás en la viña, viendo las uvas de ese año. Por lo tanto, tienes que tener capacidad para ese poder de abstracción. No es una cosa objetiva, como una contabilidad, que sabes que si sigues el procedimiento, todo sale.
En el vino, además de la parte científica y agronómica, está también la parte artística de imaginar a qué producto quieres llegar cuando acabe de fermentar ese vino, cuando lo acabes de pasar por la barrica o lo vas a embotellar. Y esa capacidad te la da, sobre todo, la formación y el hecho de que te guste lo que estás haciendo. Es una profesión en la que no puedes parar, porque si lo haces, te arrollan. Siempre tienes que estar alerta.
¿Cómo valora los vinos de la provincia de Cuenca?
Los vinos de Cuenca son unos vinos excepcionales. Tenemos un material vegetal muy bueno, buen clima y bastante altura. Todas esas características hacen que tengamos unos vinos muy buenos, sobre todo los tintos, aunque en la zona de La Manchuela también hay algunos bovales estupendos. Y luego se lleva trabajando muy bien el vino desde hace tiempo. Hay buenos técnicos, enólogos, etc. y creo que se ha evolucionado mucho y bien en estos últimos quince años, lo que permite tener unos caldos estupendos.
¿Cuál están siendo las principales tendencias en los vinos?
Los vinos tienen que tender hacia el gusto del consumidor, que prefiere un vino amable, sin pensar en la analítica, sino en la capacidad de satisfacer sus expectativas. Entonces, en tintos son vinos que tienen fácil paso en boca, aromáticos para darle frescura, sin acidez y con paso por barrica para enriquecer el conjunto. Y de eso tienen mucho los vinos de Cuenca, porque la maduración es muy buena al tener mucha diferencia de temperatura del día a la noche.
Y en blancos, por su parte, se tiende a que sean afrutados con cuerpo en boca, que no sean demasiado desvaídos, y en cuanto a graduación, un poco menos que los tintos.
¿Cómo ve el futuro del mundo del vino en Cuenca y Castilla-La Mancha?
Bueno, el futuro es de lucha. A medio y largo plazo, tenemos mucho trabajo que hacer, porque los mercados son cada vez más globales, tenemos presencia en muchos países y competimos con otras bodegas que tienen unos vinos con unas variedades muy buenas, así como su tecnología. Entonces, nosotros tenemos que tener un buen producto y hacernos hueco en esos mercados internacionales, como China, Estados Unidos, Inglaterra, etc., donde hay un consumo importante, sin dejar a un lado mercados asiáticos, como Vietnam o India.
Hay mucho futuro para el vino. Llevo muchos años en este mundo y cuando empecé decían que esto tiene mucho futuro y después de más de treinta años, sigue teniéndolo. Y espero que siga así y la gente pueda seguir disfrutando de este producto.
En este futuro, ¿la gestión medioambiental tiene mucho que decir?
Es imprescindible. Hay que pensar que trabajamos en el medio rural y si nosotros y nuestras empresas no dan importancia a la conservación del medio ambiente, qué les vamos a ofrecer a nuestros futuros clientes o consumidores. Así, desde Bodega Soledad, a través de la D.O. Uclés que es quien nos animó a ello con la medida de la huella del carbono de aquellos vinos incluidos en la D.O., pues hemos mantenido esa filosofía hasta el punto de hacer la certificación Wineries for Climate Protection, siendo la primera cooperativa de España que la consiguió en su momento. Y hace cuatro años, también convertimos nuestra bodega en un producto vegano, no utilizando ningún producto animal en ningún momento del proceso de elaboración. Todo son proteinas de guisante o patata, porque el mercado así nos lo está pidiendo.
¿Qué tipo de vino le gusta?
Bueno, eso va por épocas. En el confinamiento estuvimos catando vinos de muchos sitios. Ahora me gusta mucho un vino que hemos hecho en Bodega Soledad con coupage de tres variedades, garnacha, syrah y monastrell, con una barrica bastante ligera –estuvo tres meses en barrica nueva y con un tostado alto– y que hemos bautizado Honest. Es un vino tinto, complejo, con mucha fruta, un paso ligero en barrica y en boca es suave, lo que lo hace fácil de beber.