“En Control Freak todo es inesperado, intento infundir asombro en el espectador”
Humor, música en directo, circo y tecnología puntera. Así se resume la obra Control Freak, creada por el artista multidisciplinario residente en Israel Kulu Orr y que el próximo 12 de octubre se representará sobre las tablas del Teatro Auditorio José Luis Perales de Cuenca. El espectáculo combina humor inteligente y tecnología puntera, ya que Orr lo controla prácticamente todo a través de accesorios digitales y ordenadores en el traje. Además, los instrumentos utilizados en el show son únicos y han sido desarrollados a lo largo de los últimos 17 años por él mismo.
¿Qué se va a poder encontrar el espectador?
El espectáculo se basa principalmente en versiones, interpretadas en directo y de formas muy extrañas, de piezas musicales muy famosas, como canciones de los Beatles, Nina Simone, Led Zeppelin y más. La razón por la que digo que se interpretan de formas extrañas, es que ninguno de los instrumentos musicales es estándar. De hecho, todo es un instrumento musical, incluidas partes del escenario, mi traje, las pelotas de malabares con las que juego y mucho más. Todo lo que ves en el escenario, incluido yo, lleva incorporados sensores y estaciones de bucle, por lo que todo puede comunicarse con cualquier otra cosa. Puedo utilizar mis movimientos para reproducir y grabar música, cambiar las luces, editar vídeo en tiempo real y mucho más. El espectador puede esperar sobre todo lo inesperado.
Durante los últimos 25 años te has formado en ámbitos como el teatro, artes circenses o informática entre otros. ¿Cómo ha sido el proceso para crear Control Freak?
Siempre me ha atraído la magia, pero no en el sentido de ilusión y trucos, sino en el aspecto de la magia de lo real. Trabajé 8 años como programador informático, pero poco a poco me pasé al circo. Primero como hobby, luego como ocupación a tiempo completo. Cambié de disciplina a medida que avanzaba: ¡cuántos campos interesantes! Actué (y sigo actuando de vez en cuando) con malabares, lanzamiento de cuchillos, tragafuegos, acrobalance, marcha con cables, monociclo y mucho más. Luego, a principios de los 30, descubrí la música y me enamoré... Practiqué muchísimas horas con la guitarra y los teclados y nunca dejaba de asombrarme cómo pequeños movimientos mecánicos en algún instrumento pueden crear alegría, tensión, armonía y emoción. Hace poco más de 20 años decidí emprender y sintetizar las cosas que me llenan de asombro: Tecnología, circo, música y humor. Fue un proceso largo pero creo que al final el resultado es algo que al menos para mí, como toda buena síntesis, es aún más mágico que las partes que lo constituyen.
¿Es fácil combinar la tradición del circo con la creación audiovisual del siglo XXI?
Creo que es bastante fácil hacerlo de formas que no son tan interesantes. Probablemente todos hemos visto malabaristas jugando con accesorios que brillan en la oscuridad, o acróbatas con trajes de LED, o jugadores de diábolo con una pantalla de proyección detrás. Como siempre, lo difícil es intentar hacerlo de forma interesante. No sé si lo estoy consiguiendo, pero me esfuerzo por que no sea una combinación banal o tópica.
Esta obra ha recibido varios reconocimientos como el Premio del Público del Festival BE de Birmingham o el Premio Festival Act Bilbao. ¿Qué cree que es lo que hace especial a Control Freak?
Creo que la clave del espectáculo es que nunca estoy satisfecho. Siempre que algo funciona, me pregunto cómo puedo mejorarlo y añadir otra capa. Por eso tardé 20 años en terminar la serie, y no uno, ni cinco, ni diez. El resultado es que siempre hay otra capa, y otra, y luego aún más, y en cada momento suceden más cosas de las que una persona puede abarcar. Y todo lo hace un solo individuo en el escenario, en directo, que puede ver todo lo que hace en tiempo real, lo que aumenta la magia.
Durante los últimos meses, ¿Qué respuesta está recibiendo por parte del público?
La respuesta al espectáculo es muy buena, y la mayoría del público incluso lo aplaude de pie al final, lo cual es muy agradable. La gente siempre se acerca al escenario al final, algunos muy emocionados, para hacer preguntas y tratar de entender cómo pude hacer esto o lo otro. Es exactamente la reacción de asombro que quería infundir en los espectadores. Tengo que decir que a veces todavía me sorprendo de las reacciones tan fuertes. Cuando desarrollaba este espectáculo, a menudo pensaba que es un viaje loco y personal a lo más profundo de lo que me interesa, y que es una combinación tan extraña de humor personal, tecnología estrafalaria y habilidades circenses arcanas que sólo habrá una persona en el mundo a la que le guste el resultado y esa persona seré yo. Al final es un poco lo contrario: A casi todo el mundo parece encantarle, mientras que yo, como he dicho antes, nunca estoy satisfecho con lo que consigo y siempre me pregunto cómo se puede mejorar...
¿Qué mensaje quiere lanzar al público conquense?
Creo que la gente se alegrará si decide venir, no sólo porque el espectáculo probablemente no se parezca a nada de lo que hay ahí fuera y porque vivirán una experiencia muy especial, sino también porque es muy divertido, con un humor inteligente totalmente desprovisto de vulgaridad, y es emocionante que invite a la reflexión. Creo que no se puede esperar mucho más de una noche de fiesta.