“El cine siempre nos ayuda a que una historia sea eterna”
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Sonriente, relajado y con el premio Goya al Mejor Cortometraje Documental en sus manos, Carlos Valle nos recibe en la Facultad de Bellas Artes de Cuenca en la que se graduó. Valle reconoce que sigue instalado en una nube y que todo el trabajo realizado ha merecido la pena. “Sé lo que es estar ahí y no ganar, y cuando ganas, es entonces cuando te trasladas como a otro mundo. La sensación de tener el Goya en tus manos y que te observen millones de espectadores es como vivir una simulación, un videojuego. Me siento un privilegiado por vivir esto, y doy gracias por haberlo conseguido”.
Docente en la Facultad de Comunicación de Cuenca, Carlos Valle relata que su pasión por el cine empezó en su localidad natal, Consuegra (Toledo), cuando era muy pequeño. Allí grababa historias cotidianas siempre de la mano de su hermano: “El cine es algo que sucede sin que puedas controlar. Te gusta dibujar, ser creativo, contar historias y eres feliz haciéndolo. Las primeras grabaciones las hacíamos mi hermano y yo con mucha pasión y entusiasmo”.
Con Semillas de Kivu, Carlos Valle ha puesto el foco en el drama que se vive en Kivu, en la República Democrática del Congo, uno de los lugares más peligrosos del mundo. “En Semillas de Kivu vemos el horror de una de las regiones más violentas del planeta, pero también la belleza porque es lo que caracteriza a este país. Es un país rico, pero esa riqueza también lo ha condenado a lo largo de su historia”, afirma.
La crudeza de la historia se centra en un grupo de mujeres que llega al hospital de Panzi tras ser violadas por las guerrillas. “Tratamos de contar cómo se reinsertan en la sociedad ese grupo de mujeres. ¿Cómo lo hacen? Sorprendentemente con la propia aceptación de esos hijos no consentidos. Esa aceptación es su resistencia y su fuerza”, nos cuenta Valle.
“Hacemos cine, pero también activismo y eso es un valor añadido a una historia cinematográfica”
Reconoce que más allá de la calidad artística, fotográfica y narrativa que tiene su trabajo, la temática ha ayudado al éxito del documental. Dar visibilidad a esta historia, nos cuenta, hará que muchas personas “tomen conciencia” de la situación que se vive en el país y que las instituciones tomen cartas en el asunto. “Lo vamos a llevar al Parlamento Europeo y a las Naciones Unidas porque Semillas de Kivu cuenta una vulneración de los derechos humanos, y analizado el drama queremos que los políticos tomen acción. Esto es un hito para un cortometraje”.
Carlos Valle se muestra rotundo: “Hacemos cine, pero también hacemos activismo y eso es un valor añadido a una historia cinematográfica”. La implicación en la historia ha sido tal que parte de los beneficios de la venta de entrada de proyecciones irá a la fundación que “ayuda a esas mujeres que llegan violadas como arma de guerra”. Y es que, según el director, “el cine nos permite que una historia sea eterna, que perdure para siempre.”
Se apasiona cuando habla de cine, también cuando habla de Cuenca y de Castilla-La Mancha, una región “que ha conseguido logros muy importantes” y en la que el director considera que hay cantera. “Hay cantera y mucho talento, y como profesor de la Facultad de Comunicación me encargo de sacar lo mejor de mis alumnos y alumnas. Hay muchas razones para dedicarse a esto. Se puede hacer, es algo tangible y con futuro.”
Kairós será su última obra en formato corto y se estrenará en 2025. Valle tiene entre manos el desarrollo de su primer largometraje de animación El aire de la nube.
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