De Australia a Cuenca para abrir Tamarama
A principios de julio abrió sus puertas en Cuenca un nuevo local de restauración: Tamarama. Con un carácter fresco y moderno, los clientes pueden, con tan solo cruzar el umbral de la puerta, observar el espíritu joven que caracteriza a este nuevo espacio donde la buena gastronomía y ocio se dan la mano. Algo que no sorprende si conoces a sus precursores, Daniel Romero y Javier Lejarraga. Ellos son los dos jóvenes que están detrás de la reapertura del antiguo Trivio, el restaurante que durante años regentó el chef Jesús Segura y logró una Estrella Michelin, y que ahora vuelve a llenarse de gente dispuesta a disfrutar de este nuevo proyecto.
Daniel Romero (Cuenca, 2003) es la cara visible del negocio, el camarero del local que está pendiente de cada detalle para que todo vaya sobre ruedas en el día a día. Sin experiencia en este mundo y alentado por su padre decidió lanzarse a emprender teniendo muy claras sus ideas tras regresar en diciembre del año pasado de Australia, donde pasó un año trabajando. De ahí el nombre y logo del negocio, que tiene forma de tiburón. “Tamarama es el nombre de mi playa favorita de Australia”, explica el joven emprendedor.
Cuando la idea de abrir el local fue tomando forma, Dani –como le conocen cariñosamente los clientes– se fijó como objetivo configurar Tamarama como un punto de encuentro para gente de todas las edades y gustos. Y lo ha conseguido. Además, apostó por combinar gastronomía de calidad y ocio nocturno para ofrecer algo nada habitual en Cuenca. Un restaurante donde poder disfrutar “de una carta pequeña pero de calidad con platos tradicionales y que gustan a todo el mundo” al tiempo que de copas y buena música. “La idea es que el restaurante, llegada una hora, pase a ser un pub”, cuenta Dani. “Queremos traer conciertos en directo y sesiones DJ de diferentes estilos”, apostilla. Eso sí, todavía están pendientes de lograr la licencia para abrir hasta la madrugada y, de momento, las pequeñas fiestas con DJ que han hecho han acabado pronto, aunque eso no quita que la respuesta haya sido “muy buena”, tal y como reconoce el joven.
Además, han habilitado una sala con una gran pantalla para que la clienta pueda disfrutar de los partidos de fútbol sin interferir en la actividad habitual del restaurante. Sala que también utilizan para eventos privados.
Todo esto, que no es poco, lo lleva a cabo de la mano de Javier y de cuatro trabajadores que también son jóvenes. “Queremos dar oportunidades laborales a gente de nuestra edad que, a pesar de no tener experiencia, tenga ganas de aprender y trabajar en un ambiente bueno”, señala.
Y quizá ahí está la clave del éxito, en las ganas y en el trabajo diario de un equipo con ideas frescas y modernas. En Cuenca cierran negocios, sí, pero también abren otros como Tamarama, que poco a poco, se están haciendo un hueco en la hosteleria local.
