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Alberto Malo: “Una obra debe defenderse por sí sola y hablar del artista"

La variada obra surrealista del artista conquense se mueve entre el cubismo y el orientalismo, siendo otra de sus líneas de trabajo la reinterpretación de grandes obras como los picassianos ‘Guernica’ y ‘Las señoritas de Avignon’
Alberto Malo: “Una obra debe defenderse por sí sola y hablar del artista"
Foto: Saúl García
13/04/2023 - Dolo Cambronero

Creció entre talleres de alfareros y empapándose de las distintas actividades culturales que se desarrollaban en la Plaza Mayor de la capital conquense como teatro y exposiciones. “He tenido suerte. Me he criado en el arte. Yo siempre estaba liado con las pinturas. Mi madre me regañaba y me peleaba con mis hermanos”, recuerda de su infancia el artista conquense Alberto Malo (Cuenca, 1976), al que le encantaba ir por aquel entonces junto a sus amigos a ver a Fernando Zóbel.

Con todo ese bagaje cultural fue germinando en este conquense una pasión por el arte que ha fructificado en una variada obra pictórica que destila un surrealismo que se mueve entre el cubismo y el estilo oriental. “Me he nutrido de otros artistas. Hay que aprender un poco de todos”, cuenta Malo, que se define como autodidacta aunque recibió clases particulares para conocer las distintas técnicas cuando vivía en Valencia, lugar en el residió 15 años, volviendo después a su ciudad natal.

Para Malo, su obra surrealista es “muy ecléctica, una locura compacta”, aunque a la vez también es “sobria y muy contenida”. En cuanto a los colores, utiliza una paleta viva, teniendo especial predilección por los azules.  

 

Foto: Saúl García

Aunque antes del surrealismo también trabajó otros estilos como el expresionismo y el realismo, teniendo paisajes prácticamente hiperrealistas. Respecto a su proceso creativo, Malo dice que le gusta tomarse su tiempo y que las obras salgan “con cuentagotas”. “Necesitan madurar”, indica. En ese sentido, señala que no le interesa “crear por crear”. “La finalidad es que la obra salga a la luz. Yo me quedo con la parte idílica del arte”, afirma, siendo consciente de que para otros autores, lo primordial es vender. 

En su caso, como vive de otro oficio –es jefe de cocina en un establecimiento hostelero, profesión en la que se formó–, crea con total libertad. De hecho, tiene alguna obra algo “irreverente”. “Me gusta ponerle un punto crítico a todo”, reconoce. Como ejemplo de esas piezas más ácidas se encuentran ‘Familia irreal’, una crítica a la realeza española, y otra sobre el mandatario ruso Vladimir Putin.

Otro de los trabajos en los que aprovecha para hacer crítica social es el Guernica 2.0, que puede verse en la actualidad en las instalaciones del Natura Restaurante y Bistró, donde también cuelgan otras de sus obras. Bajo el lema ‘mismos diálogos, distintas guerras’, la pieza hace una reinterpretación actual de la famosa creación de Pablo Picasso. Antibelicista, feminista y animalista, el cuadro “cuenta muchas historias”, abordando también la cuestión migratoria y el asalto al Capitolio.   

“El Guernica original es muy moderno. No pasa de moda. Las grandes obras siempre están vigentes”, subraya. En esta línea, otra de sus líneas de trabajo es la reinterpretación de cuadros clásicos como Las tres Gracias, del pintor barroco Pedro Pablo Rubens, o del picassiano Las señoritas de Avignon, en la que anda inmerso ahora.

 

Foto: Saúl García

Precisamente Picasso es una de las referencias de Malo, entre las que también se encuentran Caravaggio, Dalí, Klimt y Velázquez, entre otros autores. Aunque el autor también mira para Cuenca y alaba el trabajo del imaginero Luis Marco Pérez (de Fuentelespino de Haro) y del filipino Zóbel, estrechamente vinculado con la capital conquense. Sobre este último artista, dice admirar sus creaciones. “Es único. Su obra es abstracta pero contaba historias”, recalca, al tiempo que también destaca el trabajo de otros locales como Miguel Ángel Moset y Antonio Mancheño ‘El Manchas’.

Malo –que también ha colaborado con el poeta surrealista conquense Juan Carlos Valera en un poema objeto con su obra La trinidad, muy crítica con la religión– califica sus creaciones como “un tiovivo que te atrae por los colores pero en el que luego puedes acabar llorando”. “Pues así son mis cuadros”, considera.

No obstante, el conquense apunta que no son los propios creadores los que tienen que hablar de sus trabajos: “Una obra debe defenderse por sí sola y hablar del artista. Donde hay un Alberto Malo, se sabe que es mío”.  


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Arte