Adrián Mateo, 'Dridali', une con sus murales vecinos y pueblos de Cuenca
Sin perder de vista los espráis, con una precisión absoluta, resguardado del sol con un gorro de pescador y bajo la atenta mirada de los más longevos del lugar. Así ha tomando forma el mural que Adrián Mateo (Valencia, 1995), más conocido en el panorama artístico como Dridali, ha pintando en Almodóvar del Pinar, el pueblo de sus abuelos al que, un verano más, ha regresado para construir recuerdos con sus amigos. Con la particularidad de que en este 2022 ha dejado a todos los vecinos y vecinas atónitos con su arte.
Ha pintando murales de grandes dimensiones por todo el mundo. Sí, sus dibujos están en Senegal, Sri Lanka, Marruecos, Bélgica, Francia o Suecia y ahora también en Almodóvar del Pinar, aunque no es el primer municipio de la provincia de Cuenca en el que ha dejado plasmados los rostros de personas anónimas. Y es que, los retratos son su especialidad.
El de la provincia de Cuenca es un proyecto triangular en el que cada vértice está ocupado por un municipio, en este caso por Almodóvar del Pinar, Iniesta y Santa María del Campo Rus. En definitiva, el objetivo de la iniciativa es vincular a las personas con los pueblos. “En Almodóvar he pintado a Catalina, una vecina de Iniesta, en Santa María del Campo Rus una persona de Almodóvar y una de Santa María en Iniesta”, explica el joven artista valenciano.
La idea es que estos murales hiperrealistas de grandes dimensiones sean un reclamo para estos pueblos y sirvan para dinamizar el mundo rural porque, ya no solo habrá quien viaje expresamente para apreciarlos de cerca, sino que más de uno y una subirán a redes sociales fotografías indicando su ubicación. Así, poco a poco el nombre de estos tres municipios será cada vez más conocido gracias a la destreza que Adrián tiene con el espray.
Una profesionalidad que ha logrado con los años, pintando mucho pero, sobre todo, disfrutando con lo que hace porque, ya saben eso de que no hay nada mejor que dedicarse a lo que a uno le apasiona. Y Adrián disfruta desde que maquina la idea en su cabeza hasta que la ejecuta.
Sin embargo, él acabó el Grado en Educación Primaria y sueña con volver a las aulas en algún momento de su vida. Y es que fue durante un taller de arte urbano con sus alumnos donde se animó a intentar eso de pintar con un espray. Algo que no era del todo desconocido para Dridali pues cursó el Bachillerato de Artes aunque la vida le llevó finalmente por otros derroteros.
Volverá a estar en un aula pero su juventud le empuja a seguir explorando su vena artística por ahora porque “creo que puedo seguir evolucionando”, dice. Claro, ¿a quién no le gustaría viajar por todo el mundo y dejar su huella en forma de mural allá donde va? “Estoy en un momento en el que tengo que aprovechar el tirón y la edad que tengo. Quizá en un futuro quiera asentarme y dedicarme por completo a la enseñanza”, apostilla.
Si bien, en estos momentos quien está aprendiendo pero sin estar sentado cada día en un pupitre es él, Adrián Mateo, y es que tiene claro que “ser maestro no es enseñar únicamente lo que está en los libros” sino que “hay que vivir y viajar para abrir la mente y ser capaz de mostrar a los chicos y chicas otras cosas”, asegura.
A las pruebas nos remitimos para asegurar que es buen pintor aunque tampoco nos cabe duda de que será un magnífico docente.