Generar cambios en la agricultura. Este es el objetivo que persiguen Juan Pérez y Javier Roldán, dos jóvenes emprendedores que han puesto en marcha la Red Byota. Una empresa ubicada en Iniesta que nació oficialmente en el mes de septiembre pero detrás de la que hay muchos meses de trabajo e investigación para formar una cadena que consiga acercar los productos directamente del campo a la mesa del consumidor al tiempo que revitalizan el mundo rural, aunque también se marcan otras metas.
Su primera línea de trabajo se centra en implantar el cultivo de la trufa del desierto en la provincia de Cuenca ya que es una variedad que se adapta perfectamente a las condiciones climatológicas de esta zona y de Castilla-La Mancha en general. No requiere riego ni el uso de ningún fitosanitario y tampoco es necesario el laboreo de la tierra para conseguir resultados óptimos.
Podría decirse, en resumidas cuentas, que es un cultivo sencillo que dará grandes beneficios económicos a los productores tres años después de plantar los primeros brotes micorrizados. Un periodo corto de tiempo si se tienen en cuenta los siete u ocho años que deben pasar para que una plantación de trufa negra sea rentable. “Las plantaciones de trufa del desierto tienen rentas dieciséis veces mayores que las de cualquier cereal. De tal forma que si de una hectárea de cebada el agricultor recibe 200 euros, en el caso de la trufa del desierto ascendería a 8.000 en los primeros años”, explican los fundadores.
Eso sí, su actividad acaba de empezar y, por ahora, solo han instalado microparcelas de trufa del desierto con una superficie de 1.000 metros cuadrados en Priego, Graja de Campalbo, Iniesta y Barajas de Melo, aunque prometen llegar a lo largo y ancho de la provincia de Cuenca. Con ellas, los agricultores podrán comprobar de primera mano la rentabilidad de este cultivo dentro de unos años. “Cuando les salga la primera trufa y vean el dinero que pueden obtener van a querer ampliar su parcela y otros agricultores se querrán sumar porque en el campo todo funciona de boca a boca”, explican. Por ello, la venta de plantas micorrizadas es su principal fuente de ingresos en la actualidad, aunque han abierto dos nuevos nichos de mercado.
Por un lado, han comenzado a vender dos variedades de trufa: negra y de verano para luchar, además, con la estacionalidad de este producto. Algo que es posible gracias a los convenios de colaboración establecidos con truficutores que ya cuentan con parcelas en producción. “Trabajamos con seis truficultores en la actualidad y nos encargamos de comercializar y distribuir sus trufas”, apuntan. Eso sí, dentro de tres años estarán en condiciones de comercializar también la trufa del desierto. Pero, ¿a quién y cómo la venden?
La respuesta es clara, se han hecho hueco en el Canal Horeca (HOteles, REstaurantes y CAterings), pero también puede comprar trufa cualquier particular. Eso sí, deberá hacerlo a través de lo que ha denominado como Programa Apadrina.
Las plantaciones de trufa del desierto son rentables tres años después de instalarlas y tienen rentas dieciséis veces mayores que las de cualquier cereal
La idea consiste en que cualquier persona pueda apadrinar semillas o plantas de trufa del desierto que plantarán y cultivarán los miembros del equipo Byota sin que el propietario tenga que preocuparse por estas labores. “El cliente puede elegir entre pagar 39 o 119 euros dependiendo de si quiere contar con 15 o 60 plantas. Pero por ese precio también recibirá manuales de cocina, entrará en sorteos, tendrá la oportunidad de participar en un taller de truficultura y, por supuesto, contará con 500 gramos de trufa para que pueda degustarla. El producto iría del campo a la mesa sin pasar por intermediarios”, apuntan.
Una iniciativa con la que no solo consiguen dar a conocer el producto sino también aumentar las parcelas.
Sin embargo, como se ha mencionado anteriormente, esta idea es transgresora ya que va mucho más allá y se marca como fin último que los agricultores vean los beneficios de diversificar su producción con el fin de ser resilientes ante un mal año de cosecha. Por ello, actualmente desde Byota investigan la asociación de la trufa del desierto con el cultivo de frutales porque “la idea es evitar la homogeneización del campo para buscar la diversificación tanto a nivel paisajístico como a nivel económico”, explican.
En la misma línea, la Red Byota aplica lo que cuenta y desde la propia empresa también apuestan por pluralizar su actividad y han comenzado a impartir talleres con Amiab. Enseñan a las personas con capacidades diferentes a trabajar en jardinería y huertos urbanos para que en el futuro puedan tener oportunidades laborales y se fomente la inclusión. “El mundo del campo, del cultivo de plantas está al alza y queremos influir positivamente en estas personas”, puntualizan.
Con todo, la Red Byota busca aportar diferenciación y un valor añadido al mundo rural desde diferentes flancos porque “si el campo es atractivo podremos luchar para combatir problemas como la despoblación”. Y es que la idea simplificada consiste en conseguir que el dinero de la ciudad llegue al campo para que los agricultores vean reconocido el trabajo que realizan.