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El talento vuelve a los orígenes para revitalizar el entorno rural

Cristina y Pablo Ruiz han recuperado los viñedos de sus abuelos para poner en marcha una bodega familiar en Puebla del Salvador
Fotos: Bodegas Ruca
15/10/2020 - Paula Montero

El mejor vino es el que se comparte. Alrededor de una mesa, mientras se embotella, se elabora o se vendimia manualmente, porque la clave está en compartir y crear momentos regados con un elegante blanco macabeo o un tinto bobal. Este es el secreto de Bodegas y Viñedos Ruca, una empresa familiar que ama el vino y siente pasión por el cultivo de la vid, claves del éxito de su vino de autor artesano.

Al frente, Cristina y Pablo Ruiz, dos hermanos que junto a sus padres han decidido cambiar el bullicio de las grandes ciudades por su pueblo natal, Puebla del Salvador, para emprender en el mundo rural gracias a una bodega pequeña con producción limitada, de gran calidad, con viñas centenarias propias, respetando la tierra y los tiempos. Viticultores y agricultores que cultivan uva ecológica en estricto secano, admirando el ciclo natural de evolución del viñedo para después seleccionar y recolectar las mejores parcelas.

El proyecto que han ideado recupera la vendimia manual de los majuelos y cuida la baya con mimo al transportarla en cajas de entre ocho y diez kilogramos para evitar que se rompa, logrando una calidad excepcional.

Además, el marco incomparable de las viñas, rodeadas por las Hoces del Cabriel, añade valor al producto, lo que les ha llevado a agotar el Ruca Macabeo 2019, el primer vino que sacaron al mercado coincidendio con la llegada del coronavirus. Igualmente, el Ruca Tempranillo Bobal va por el mismo camino y apenas quedan unidades de esta añada.

Con la vendimia recién terminada, para este año las previsiones son excelentes aunque han apostado por mantener una producción limitada de unas 7.000 botellas entre blanco y tinto. Así pues, confían en la venta one to one, sin intermediarios, estableciendo una relación cercana con los clientes para acercarles su historia y su producto local que nace de las tierras conquenses.

Son ambiciosos y esperan poder encontrar sus vinos en los restaurantes de Cuenca y es que no hay mejor escaparate para ellos. Si bien es cierto que el 90% de sus ventas son nacionales pero el 10% restante lo exportan a países como Holanda, Francia o Italia y de momento las buenas opiniones que reciben compensan todos los meses de trabajo intenso en el campo.

Además, tienen previsto llevar a cabo la recuperación de dos edificios antiguos, la antigua torre alcoholera que aparece en la etiqueta de sus vinos y una bodega datada de 1946 reconocida como Patrimonio Histórico Industrial de gran interés con la voluntad de crear una ruta enoturística que supondría un revulsivo económico para la comarca.

Avances para crear empleo ey aumentar la capacidad de su bodega en un futuro cercano lo que supondría crear empleo en Puebla del Salvador y alrededores.

Una familia conquense de pura cepa símbolo de repoblación y rejuvenecimiento de la provincia, de empoderamiento femenino en un sector propiamente de hombres donde Cristina Ruiz ha conseguido hacerse un hueco. Una mujer que estudió Trabajo Social y Magisterio Infantil pero que decidió dar un giro radical y adentrarse en el estudio de la vitivinicultura y la enología en Requena para aumentar su conocimiento.

Un claro ejemplo para demostrar que la España vaciada no lo está porque con la llegada de los hermanos Ruiz es posible que la escuela del pueblo cuente con nuevos niños en unos años y así conseguirán devolver a la tierra de sus abuelos el esplendor habitual de antaño.