Llueve sobre mojado. Bordadoras, jugueteros, orfebres o ceramistas conquenses atraviesan una etapa de dificultades con la pandemia todavía activa, problemas que se suman a la batalla contra los cánones comerciales en los que el abaratamiento y los bajos costes de las grandes multinacionales hacen que la lucha por mantener sus negocios tradicionales abiertos sea aún más complicada.
Los artesanos conquenses están bajo mínimos, pero dispuestos a luchar por su futuro tras un año donde los encargos, las ventas y las ferias de artesanía se han visto reducidas a su máxima expresión, claro ejemplo es la cancelación de la 40º edición de la Feria de Artesanía de Castilla-La Mancha (Farcama) que tendría lugar del 8 al 12 de octubre.
“Llenos de incertidumbre y como una olla a presión” se encuentra este sector que se considera invisible en algunas ocasiones, según explica José Burgos, presidente de la Asociación Provincial de Talleres Conquense (Aptaco) que cuenta con 12 socios en la actualidad.
Microempresarios que tras haber desembolsado grandes cantidades de dinero en la compra de materiales para cubrir de piezas especiales y únicas sus mostradores, ahora con la paralización del sector tienen que hacer frente a los pagos sin haber percibido apenas ingresos desde el mes de marzo. “Nos mantenemos, en parte, gracias a los encargos de los clientes que ya nos conocen, pero no es suficiente”, destaca Burgos. Un dilema que comparten el resto de artesanos de la ciudad y la provincia de Cuenca.
Desde su perspectiva individual y como joyero artesano, Burgos ha pasado de realizar una media de cincuenta ferias anuales a tan solo dos, por este motivo cree necesario promover proyectos pequeños de poco coste pero con mucha repercusión para conseguir impulsar estos pequeños comercios que son un elemento de identidad de la provincia.
En este sentido, ha puesto todas sus esperanzas en la campaña de Navidad, aunque el paisaje no es demasiado optimista por ahora porque la celebración del tradicional Mercado de Navidad en la capital conquense todavía está en el aire, aunque las conversaciones con el Ayuntamiento ya han comenzado. De momento, apenas está vendiendo pero sí sigue creando para “seguir ahí por muy poco trabajo que haya”.
También son meses llenos de miedo para Macarena Sanz, diseñadora del taller artesano conquense Bordados en Oro San Julián. La cancelación de la Semana Santa 2020 ya supuso un enorme parón y los meses post confinamiento no han sido mejores.
Gracias a los encargos de hermandades que tenían programados desde hacía años y puntuales de particulares han conseguido salir adelante, pero el desencanto y las frustración caracterizan su día a día.
Además, sin fiestas patronales en verano, las pocas peticiones que recibían ni siquiera han llegado. “Nuestro año comienza con el final de cada Semana Santa y sabemos que la temporada de verano suele ser floja pero no hay buenas perspectivas de aquí hasta final de año”, asegura Sanz.
Cada mes que pasa agradecen mantener su taller abierto y cada nuevo encargo mucho más, no obstante creen necesario el reconocimiento de las profesiones artesanas para fomentar el aprendizaje de estos oficios históricos y tradicionales para evitar su desaparición.
Para el juguetero Miguel Ángel de la Torre la artesanía conquense está en un momento crítico motivado por la no celebración de ferias, la falta de ayudas y el descenso de ventas que le hacen estar preocupado y nervioso de cara a los próximos meses y en situación de cese de actividad. “No facturamos porque el turista y los locales entran a la tienda a mirar y no a comprar. Puedo seguir abierto gracias a los escasos encargos que recibo”, explica.
Gracias a sus redes sociales recibe comentarios y buenas impresiones que lamentablemente no se traducen en pedidos después. En este sentido reclama un mayor compromiso del cliente y de las instituciones para evitar que se pierdan estos oficios y los productos únicos, artesanales y especiales que crea con tan solo madera.
Por su parte, el ceramista Ruben Navarro no puede hacer un balance positivo de este 2020 por la situación económica y sanitaria que atraviesa el país. A pesar de la incertidumbre ha apostado por poner en marcha una página web para comenzar a vender su productos online, una nueva herramienta que les permite diversificar. Este fin de semana que en condiciones normales plagaría de turistas la ciudad no espera que sea igual en esta ocasión, no obstante mantiene la esperanza. Del mismo modo espera una buena campaña de Navidad en la que el cliente siga haciendo regalos a pesar de las dificultades económicas.
Desde Las Pedroñeras, la artista plástica María del Carmen Fernández Osa afronta una dura etapa porque las tiendas a las que sirve sus vajillas pintadas a mano, esculturas o ilustraciones están cerrando. Le gusta ser positiva y sigue produciendo para mantener la mente ocupada, pero las exposiciones que tenía previstas están paradas y los encargos han experimentado un descenso de más del cuarenta por ciento.
Una radiografía del sector artesano que no muestra un futuro demasiado halagüeño, aunque con la historia y experiencia que caracterizan estos oficios esperamos que estén hechos a prueba de crisis y pandemias para que el coronavirus sea una adversidad más en la lucha continua por la supervivencia del modelo comercial de toda la vida.