La materia prima de kilómetro cero es la base de cada elaboración y la meta es respetar su sabor añadiendo toques de creatividad a cada plato para hacer de ellos bocados singulares por su sabor, olor y presentación. Así entienden la cocina en el Restaurante La Muralla, un emblemático establecimiento recomendado por la Guía Michelin y Repsol que destaca en La Serranía de Cuenca no solo por su cocina, sino también por su bodega.
En su carta, el cliente puede encontrar desde platos típicos conquenses como el morteruelo, el ajoarriero o el gazpacho pastor hasta elaboraciones de autor que idean conjuntamente Paco Ibáñez, jefe de sala, y Dolores Gil, jefa de cocina. “Todos los años revisamos la carta e incluimos platos nuevos para que nuestros clientes siempre encuentren novedades”, cuenta Ibáñez. El lingote de cordero lechal a baja temperatura con crema de pataca y chutney de pera, la royal de foie con trufa negra, el canelón de setas con salsa de albahaca o el pastel de perdiz son algunos de sus platos más destacables.
Sin duda, su oferta es de categoría, y no es de extrañar que hayan recibido numerosos galardones como el Premio Cervantes Gastronómico en la apartado de Cocina tradicional en 2019, uno de los Broches gastronómicos del medio rural 2023 o diversos primeros premios en el marco de la Ruta de la Tapa Medieval de la Alvarada, una de las fiestas más emblemáticas de la localidad.
La clave de su éxito está en emplear productos de cercanía como el cordero con el sello de calidad de la Serranía de Cuenca o la patata ecológica de Vega del Codorno, así como hierbas aromáticas como el tomillo, tubérculos como la pataca y hortalizas como el tomate que cultivan en su propio huerto. “Plantamos de todo un poco y lo empleamos según la temporada, además cuando llega la época de trufa o de hongos creamos platos específicos con estos ingredientes”, señala Ibáñez.
Una extensa carta a la que hay que sumar su selección de más de quince postres 100% caseros. El hojaldre de chocolate caliente con tulipa de helado, la quesada manchega con frutas del bosque y miel de La Serranía de Cuenca o la crema de calabaza con rollito de membrillo relleno de queso son los más solicitados por sus clientes. “Gustan mucho porque no son lo habitual, tienen nuestro toque personal con sabores muy característicos y naturales”, explica.
Para que la experiencia sea redonda cuentan con una bodega que incluye más de 80 referencias de vinos, entre los que predominan los de la tierra, aunque también tienen disponibles diversos Ribera del Duero o Riojas. “Queremos que nuestros comensales encuentren aquí una oferta amplia y de calidad”, concluye Ibáñez.