Es bisnieto, nieto, hijo y sobrino de músicos. En su familia hay nombres como Ismael Martínez Marín, su abuelo, Ismael Barambio, su tío por parte de madre y Pedro Pablo Morante, tío por parte de padre.
Juan Miguel Morante, de 33 años, es la cuarta generación de grandes artistas musicales conquenses. Dice que él empezó en este mundo de la mano de su abuelo desde que tenía uso de razón. “No me acuerdo ni cuantos años tenía porque siempre me recuerdo con la guitarra, era una parte más de mi cuerpo”. Su guitarra pequeña, artesanal, que su abuelo Ismael le regaló y que aún conserva.
Nada más acabar los estudios superiores de Música en Alicante, la mala fortuna hizo que se lesionara la muñeca y no pudiera tocar durante cinco años. “Fue una etapa muy dura porque había dedicado mi vida a la música, y hubo un momento que pensé que nunca más podría hacerlo”. Pero un buen médico se cruzó en su camino y tras una operación en Toledo recuperó el cien por cien de la movilidad de la mano. “Sentí mucha ilusión al volver a coger la guitarra, fue algo único”.
No tuvo que ser fácil el tiempo que estuvo lesionado porque Juan Miguel ya iba a la academia donde impartía clases de piano su madre en carrito, siendo un bebé. El mismo local, cosas del destino, que más de treinta años después alberga su propia escuela de música que echó a andar el pasado 2 de octubre con el sugerente nombre de ‘El maestro de la guitarra’. “A los profesores de este instrumento se les llama por tradición maestros, y de ahí surgió la idea”.
Ubicado en la calle Alicante, es el único centro de la provincia de Cuenca en el que se imparten las cuatro especialidades de guitarra: clásica, flamenca, acústica y eléctrica. Además, para todas las edades. Se basa en una metodología lúdica y sencilla, con unas instalaciones donde tienen gran peso las nuevas tecnologías y con materiales de elaboración propia como vídeos o partituras. Asimismo, cuenta con una Escuela online para aquellos que no puedan asistir y se ofertará una master class para los que quieran hacer sonar la guitarra de diez cuerdas con la técnica del gran Narciso Yepes que muy pocos en el mundo dominan. Se impartirán enseñanzas para los que quieren aprender por ocio pero también se preparará el acceso al Conservatorio. Por otra parte, habrá asociadas clases de música (biografías de artistas, nociones de composición, lutería...). Otra novedosa iniciativa será la de llevar muestras musicales a los colegios de la capital.
Con capacidad para 120 alumnos, la escuela ya tenía un buen número de matrículas incluso antes de abrir sus puertas.
Morante reconoce que es un instrumento muy demandado y se aprende relativamente fácil. Con constancia, un año es suficiente para poder tocar a nivel acompañamiento. “Para mí es una forma de expresión que te permite explorar emociones que no se encuentran de otra manera”. Lo dice todo un maestro.
