InsectEAT, una iniciativa que aspira a transformar la industria agroalimentaria
Dejó Madrid para volver a su tierra natal a darle un impulso. Finalmente, tras tres años de trabajo, Miguel Chavarría comienza a ver los primeros frutos de su innovador proyecto. El joven cañaverero a sus 25 años está al frente de InsecEAT, una compañía nacida en su pueblo, que aspira a transformar en positivo al sector agroalimentario.
Lo particular de la propuesta es la materia prima con la que trabaja: insectos. El Tenebrio Molitor y la Mosca Soldado Negra son las dos especies que crían en la granja ubicada en la localidad conquense con fines alimentarios para animales y humanos. Sus exoesqueletos acaban convirtiéndose en harinas, grasas y aceites ricos en proteínas que pueden emplearse en productos como, por ejemplo, piensos para el ganado o barritas energéticas.
Utilizar insectos como una fuente de proteínas para otros alimentos tiene su razón de ser. Chavarría señala que estas especies son la solución al déficit de estas biomoléculas, un problema que, según las estimaciones, puede agravarse en el futuro. Es esta la razón por la que actualmente se buscan alternativas para tratar de evitar una situación desfavorable. Actualmente el 70% de las proteínas que se consumen en Europa son importadas. Este emprendedor explica que, a partir de 2050, la población aumentará y, por consiguiente, también la producción de alimentos en torno al 70%.
“Solo hay un 5% de tierra disponible para hacer frente a este crecimiento. Es inviable. Por ello se buscan nuevas soluciones como los insectos para lograr a través de ellos suplir, con este tipo de proteína, el déficit que se va a generar si no se apuestan por estas alternativas”, explica Chavarría. De hecho, estos diminutos seres vivos pueden aportar una gran cantidad de estas biomoléculas. “Depende del tipo de insecto, pero, tienen en torno a un 60% de proteínas respecto a su peso. Esto no lo tiene ninguna especie”, destaca.
La empresa apuesta en concreto por el Tenebrio Molitor y la Mosca Soldado Negra. El primero, conocido como gusano de la harina, contiene hasta un 52% y, la segunda, alcanza el 45% y tiene hasta un 60% de Ácido Láurico, una sustancia beneficiosa para el estómago de los animales. A su vez, ambos aportan ácidos grasos similares al pescado.
El proyecto, gracias a su carácter innovador y su compromiso con la sostenibilidad, ha sido premiado en el II Concurso de Proyectos empresariales “Integra 4.0” de la Diputación Provincial de Cuenca, según la resolución provisional publicada por la entidad pública. Esta noticia ha sido recibida por el joven con una “gran alegría” y es, para él, una “recompensa por el trabajo que se ha emprendido de forma silenciosa durante casi dos años”.
No ha sido un camino de rosas que la compañía avance y llegue a buen puerto. “Ha sido un proceso a veces duro”, reconoce. “Es un proyecto de corte muy innovador. Vas llamando a puertas y se sorprenden con la idea porque parece un castillo en el aire”. La próxima iniciativa que se fragua en InsectEAT es la puesta en marcha a finales de este año de una bio-refinería para procesar los insectos, lo que la convierte en la primera en el sector en España.
A esta se suma el trabajo actual que desempeña el equipo de la empresa para generar la primera franquicia de granjas de insectos en el país. Actualmente, se dedica a la crianza de estas dos especies y al asesoramiento de otras personas interesadas en tener este tipo de explotación. Este proyecto tiene el propósito de dar un vuelco a la industria agroalimentaria y a otros sectores para hacerlos más sostenibles.
Una de las apuestas de InsectEAT en este sentido es poner el foco en los negocios de producción cárnica. El objetivo es llevar a la práctica otro tipo de alimentación en las ganaderías tradicionales para hacer que estas sean más respetuosas con el medio ambiente. “Al final, eso también contribuye a mejorar la calidad del propio producto”, añade Chavarría. “Nosotros no queremos ser el enemigo de los ganaderos tradicionales, sino su aliado”, recalca.
El cañaverero conoce de primera mano el funcionamiento de estas explotaciones por sus orígenes familiares. El joven indica que, desde hace años, estos ganaderos buscan otras alternativas alimentarias para hacer más sostenible su ganado.
Las proteínas de insectos se presentan como una buena opción para lograrlo. A su vez, aporta a los animales una dieta hipoalergénica y la posibilidad de reducir el uso de antibióticos. “Estas proteínas tienen unas propiedades muy específicas que ayudan o contribuyen a ello”, explica. Fundamentalmente el negocio está centrado en la producción destinada a la alimentación animal.
“No generamos residuos y aprovechamos los de las industrias para fabricar productos”
A pesar de que crece el uso de la proteína de insecto dirigida al consumo humano, aún existe “una barrera cultural grande en España y en Europa en general”. Chavarría indica que superarla es cuestión de tiempo y que es un proceso. “Es cierto que en otros países son ampliamente consumidos. Sin embargo, hay encuestas a nivel nacional muy sorprendentes que señalan que uno de cada cuatro españoles está dispuesto a consumir insectos”, añade.
InsectEAT también quiere sacar provecho de las heces que producen los insectos, conodidas como guano. Se trata, en palabras de Chavarría, de “un poderoso fertilizante ecológico”. La idea es procesarlo también y comercializarlo bajo otra marca. Otro de los elementos que pretenden producir es la critina del caparazón, de la que se puede extraer quitosano, una sustancia “muy apreciada para varias industrias, fundamentalmente, la farmacéutica, la biotecnológica y cosmética. “Es una materia muy apreciada. Tiene múltiples usos, es muy polivalente.
De hecho, la empresa tiene previsto colaborar en un proyecto de investigación en la que se estudia el uso del quitosano para la fabricación de menaje de un solo uso de forma sostenible”, añade Chavarría. La bio-refinería comenzará su actividad en un par de meses. El cañaverero estima ya una cifra de cuánto podrían llegar a generar en estas instalaciones en el primer año, en concreto, alrededor de 60.000 kilos de proteínas.
Chavarría estima que la biorefinería en su primer año generará 60.000 kilos de proteínas
ECONOMÍA CIRCULAR
El modelo económico de InsecEAT está comprometido con el respeto al medio ambiente. El negocio de principio a fin se rige por un ciclo circular que empieza en la alimentación de los insectos, que ingieren los residuos de la industria agroalimentaria, como, por ejemplo, el salvado de trigo, lúpulo o sueros. Una vez procesados, se venden para la alimentación animal. “Esa es la clave del negocio. No generamos residuos y aprovechamos los de las industrias para fabricar los productos”.
La idea surgió durante la pandemia cuando algunos artículos sobre granjas de insectos cayeron en manos de Chavarría. Lo que de primeras fue una curiosidad, poco a poco, se convirtió en un emprendimiento. Fue, como él lo describe, “fruto de la casualidad”. El concurso Desafío Rural de la Fundación Global Caja Horizonte les hizo dar el paso definitivo.
Tras presentar la iniciativa, recibió un proceso de mentorización además de quedar finalista. Miguel quiere con este proyecto contribuir a su pueblo natal. Su idea es amortiguar los efectos del descenso demográfico que vive su localidad a través de InsectEAT. “Siempre he estado muy vinculado con él e intento aportar para que mejore, así como luchar contra la despoblación. Creo que la mejor forma es generar empleo”.
El cañaverero aconseja a los jóvenes que quieren emprender que den el paso de impulsar sus iniciativas. “El `no´ ya lo tienen. Tienen que apostar por su idea y defenderla”. Asimismo, aconseja que participen en concursos y procesos de aceleración para “enfocar tu proyecto empresarial porque estás con personas con mucha experiencia y eso, ayuda”.
InsectEAT, un proyecto de corazón conquense, crece poco a poco en Cañaveras para aportar su grano de arena a la sostenibilidad en las industrias y para dar un impulso a la localidad alcarreña.