Cuatro décadas vistiendo el hogar de los conquenses

Corría el año 1985 cuando el conquense José Luis López Collada abría las puertas de su negocio en la calle Fermín Caballero de nuestra ciudad. José Luis no era precisamente un principiante en el mundo de la confección, pero aquella tienda representaba un proyecto propio que inauguraba cargado de ilusión y con un objetivo en mente: poner a disposición de los conquenses tejidos y confecciones de calidad para “vestir su hogar”. Y así nacía Viste Hogar José Luis.
Han pasado 40 años, pero la filosofía de la tienda, con cambio generacional incluido, permanece inalterable. “Yo creo que nací para el comercio porque me gusta mucho. He estado en los telares y en las fábricas viendo cómo se hila y cómo se fabrica, he visto también cómo se elaboran las mantas y las alfombras, y es verdaderamente impresionante”, nos cuenta José Luis, al que con sólo 19 años hicieron encargado de sección en un importante establecimiento de tejidos y confecciones de Tarancón: “Yo me crie en ese local, La Paz, que tenía dos plantas de 200 metros cuadrados cada una y en el que trabajábamos dieciséis personas. Vendíamos tejidos para la confección de abrigos y vestidos, y el negocio funcionaba muy bien porque en esa época había muchas modistas ejerciendo. Recuerdo que se hacía una caja diaria de 20.000 euros de hace 50 años, era muchísimo dinero”.
CUENCA Y EL TEXTIL
Tras instalarse definitivamente en Cuenca, José Luis trabajó durante varios años junto a su tío en Rosalino, otra tienda de telas de confección que se ubicaba en la calle Sánchez Vera y que competía con otros míticos comercios de telas de la época. “Eran otros tiempos en el sector textil”, afirma José Luis, cuyo siguiente paso profesional, esta vez el definitivo, fue Viste Hogar José Luis, una tienda de su propiedad que nació en un tiempo ilusionante. “Aquel negocio que abrí en los 80 era más bonito que hoy, comprábamos rollos de tela que podían traer entre 30 y 35 metros cada uno y hemos llegado a juntar en la tienda hasta 240 piezas. Era muy bonito entrar y verlas expuestas”, recuerda.
Sus años de experiencia en el textil, nos cuenta, ayudaron a que la tienda echara a andar desde el primer día con bastante éxito: “Yo tenía mucha clientela en Cuenca porque me conocía mucha gente y esa gente sabía cómo trabajaba, no era como empezar desde cero ni mucho menos”.
“La clave es disponer de buenas telas, buenas modistas y buenos instaladores”
Una de las claves del éxito, nos cuenta José Luis, era tener buenas telas para elegir, buenas modistas para coser y buenos instaladores para montar las cortinas. “Cuando abrimos la tienda se vendía mucha cortina y eso era posible porque teníamos trabajando cinco modistas y un montador; los pedidos eran constantes y las modistas trabajaban sin parar. Trabajábamos para nuestros clientes en Cuenca, en los pueblos y muchas veces en Madrid”, relata.
Los tiempos han cambiado, reconoce, y “parte de la culpa la tienen los fabricantes”. “El fabricante dejó de vender las piezas de tela de 30 metros y empezó a vender por ‘metraje’, de tal forma que la pieza se fue apagando y fue desapareciendo de los estantes. Ahora tienes los muestrarios y con ellos el cliente decide”, nos dice.
Son muchos los recuerdos que José Luis atesora del mundo de las telas y la confección, un sector que considera “apasionante” y del que se ha perdido buena parte de su esencia. “La fuerza de nuestro país era tal que, por ejemplo, en el Reino Unido se quedaban asombrados de cómo se fabricaba el estambre en España. En cuanto a cortinas, tres o cuatro de las mejores casas de cortinas de Europa las teníamos aquí, y si hablamos de alfombras ocurría otro tanto: yo he visto cómo se fabricaban en España las alfombras y algunas eran verdaderas obras de arte de muchísima calidad”, cuenta.
RELEVO GENERACIONAL
El hijo de José Luis, Carlos López del Barrio, es el que recogió el testigo de su padre hace diez años y se puso al frente de la tienda. El balance de este tiempo se podría escribir con luces y sombras, porque si bien “ha habido épocas muy prósperas”, la última crisis económica y más tarde la crisis sanitaria del COVID torcieron bastante las cosas: “nos hemos levantado y nos hemos caído varias veces, después del COVID vinieron unos meses muy buenos porque la gente estuvo tanto tiempo encerrada en casa que empezó a darse cuenta de las cosas que necesitaba realmente, la gente vio que tenía viejas las cortinas o que había que renovar los edredones, y en cuanto se levantaron las restricciones se pusieron a acondicionar las casas de nuevo”.
En aquellos meses “la cortina técnica o la cortina noche y día se vendieron muchísimo”, recuerda Carlos López.
La calidad del producto es el sello diferenciador de Viste Hogar José Luis, algo que “te separa del cliente”, aunque a priori parezca algo contradictorio: “Lo que tiene este negocio es que cliente que coges, cliente que pierdes. ¿Por qué? Porque tú le montas las cortinas en casa y esas cortinas que le hacemos son de tanta calidad que a ese cliente no lo vuelves a ver hasta pasados 20 años”.

FIELES A UN MODELO DE NEGOCIO
Desde que se hizo cargo de la tienda, Carlos López ha continuado con el mismo concepto y el mismo modus operandi con el que arrancó su padre: “El trabajo aquí pasa por muchas manos. Lo primero que hacemos es ir al hogar y tomamos las medidas, después el cliente viene a nuestra tienda y elige las telas entre un catálogo de cientos de referencias, y una vez que sabemos las telas y los metros que quiere, las pedimos a la fábrica. Cuando viene la tela son las manos de nuestra modista las que se encargan de coser la cortina, y finalmente un técnico las instala”.
Negocios de toda la vida como Viste Hogar José Luis no están siendo ajenos a los cambios sociales o al auge de las compras a través de Internet. Frente a “esa realidad” que ha cambiado los usos y costumbres del comprador, nos dice Carlos López, “hay que seguir peleando” sin perder la ilusión en lo que se hace.
“Yo me quiero jubilar aquí. Es un negocio muy bonito, pero a veces muy difícil de llevar. Eso sí, que tres o cuatro años después te encuentres a un cliente y te diga que las cortinas que le pusiste en su casa siguen con la calidad del primer día es una satisfacción enorme”, nos dice orgulloso el hijo de José Luis.