Mónica Miranzo Cantero decidió entregarse a su gra
Conciencia social en el primer restaurante vegano de Cuenca
Emprender siempre da algo de vértigo. Pero la conquense Mónica Miranzo Cantero, de 43 años, se atrevió en abril a dar el salto montando el restaurante Moniamour totalmente convencida de que Cuenca necesitaba un establecimiento especializado para atender la demanda de la clientela vegana de la ciudad.
La conciencia ecológica y social, la sostenibilidad y apoyo a otros colectivos, y la responsabilidad con el ser humano y con el medio ambiente son los tres pilares sobre los que se asienta Moniamour, explica Miranzo.
Y a pesar de que le decían: “¿Un vegano en Cuenca? ¿Tú estás loca?”, está muy contenta con la aceptación que ha tenido el negocio en este mes de vida. Mónica Miranzo asegura que hay clientela en la ciudad que demanda este tipo de negocio, el primero de estas características en la capital.
Miranzo comenzó hace cinco años a cambiar paulatinamente su alimentación en un proceso progresivo en el que fue prescindiendo poco a poco de los ingredientes de origen animal, hasta que desde hace año y medio es vegana.
La idea de montar un establecimiento dedicado a la elaboración y venta de comida vegana nació hace un par de años, al haber sufrido ella misma la limitación a la que se enfrentan las personas que buscan una alimentación de este tipo o simplemente quieren comer un poco diferente.
Pero el espaldarazo definitivo para decidirse a poner en marcha esta idea no llegó hasta que el proyecto fue premiado el pasado año con una de las ayudas enmarcadas en la cuarta edición del Concurso de Proyectos Lanzadera que organiza la Diputación de Cuenca a través del Patronato de Desarrollo Provincial.
Su propietaria, que siempre se había sentido conectada con la cocina, decidió que había llegado el momento de entregarse y poner en práctica su gran pasión. “La ayuda me animó porque vi que otros veían que mi proyecto podía ser viable”, subraya Miranzo, maestra de profesión que destaca que Moniamour no es solo un restaurante y establecimiento de comida para llevar sino que va más allá y representa toda una filosofía de vida que apuesta por la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente.
Y pone ejemplos: el restaurante permite que los clientes que van a por comida para llevar puedan traer de casa sus propios envases con el objetivo de reducir al máximo los residuos que se generan. De todas formas, si no los llevan, el establecimiento cuenta con recipientes biodegradables. Además, tampoco tienen microondas ni freidora.
Los clientes que van a por comida para llevar pueden traer de casa sus propios envases con el fin de reducir los residuos
MORCILLA VEGANA
Croquetas, empanadillas, hamburguesas y morcilla veganas (elaborada esta última con tofu, cebolla y piñones), shiitake a la gallega y nuggets de no pollo son algunos de los sugerentes platos que se pueden degustar por el momento en Moniamour. Aunque la idea es ampliar más adelante la oferta de la carta y contar incluso con un menú del día.
En la elaboración de los platos cuida mucho la combinación de los nutrientes para conseguir comida equilibrada y completa, y los ingredientes que utiliza son vegetales, frescos y ecológicos. El resultado es comida casera, sin conservantes ni aditivos.
En la medida de lo posible, Moniamour también intenta que sean alimentos de proximidad, con lo que se ayuda también a los productores locales. “Apuesto por las redes de apoyo mutuo y el refuerzo del tejido social”, recalca esta emprendedora, que detalla que trabaja para otras iniciativas que abogan por formas de alimentación y producción más saludables, como es el grupo de consumo conquense Pisto ecológico.
En esta línea, la propietaria destaca que la provincia de Cuenca cuenta con un importante número de productores ecológicos y haya que apoyarlos. De hecho, el vino que se sirve en el restaurante es de la tierra. La cerveza, aunque no es ecológica, es artesana y también es del terreno.
Pero hay otro ingrediente fundamental y esencial en este proyecto, que incluso da nombre al restaurante: el amor. “Es una forma de cuidado a las personas, los animales y el medio ambiente. Y es muy gratificante”, señala esta emprendedora, que añade: “Con pequeñas cosas se puede cambiar mucho”.