Local nuevo, mismo espíritu. El restaurante El Torreón, ubicado en el barrio del Castillo de Cuenca, ha estrenado instalaciones tras una reforma integral que ha dado un giro de 180 grados al establecimiento aunque sus señas de identidad siguen siendo las mismas: una cocina de raíces porque “sin tradición, no hay vanguardia”.
Propietarios desde 2018, Carmen de la Hoz del Pozo y Julio Reíllo de la Hoz trabajaban con un local antiguo nada adaptado a sus necesidades. Por ello, decidieron dar forma a su establecimiento soñado y dotarlo de las mejores instalaciones, acometiendo en 2022 una remodelación profunda que se prolongó durante más de ocho meses y que concluyó el pasado agosto.
Situado en la zona alta del Casco de Cuenca, el local cuenta con el valor añadido de unas bellas vistas a la hoz del Huécar, al Parador, al puente San Pablo o a las emblemáticas Casas Colgadas. No es un restaurante muy grande pero cuenta con numerosos espacios: terraza exterior climatizada, cafetería, sala con chimenea y reservado en la primera planta, y los famosos balcones que ofrecen una panorámica de la ciudad antigua.
Al mando del diseño y la oferta gastronómica del restaurante está Carmen de la Hoz del Pozo, gerente y profesional de la hostelería con una dilatada carrera en el sector, mientras que Julio Reíllo de la Hoz, de la tercera generación familiar, es el encargado de la vinoteca y coordinador de experiencias.
El restaurante se aplica en una nueva propuesta gastronómica más actual pero sin olvidar los orígenes. “Trabajamos con productos y proveedores de proximidad apoyando el comercio local y los procesos de trabajo de los gremios más antiguos”, destacan.
La seña de identidad del establecimiento, ubicado en el barrio del Castillo, son sus carnes a la parrilla de piedra volcánica
El restaurante ofrece desayunos, aperitivos, comidas, cenas, tardeo y shishas, sin olvidar eventos como comuniones, aniversarios, cumpleaños y prebodas. Además, todos los meses tienen al menos un evento musical de jazz, country y flamenco, entre otros estilos.
Su carta sigue contando con platos típicos conquenses como morteruelo, ajoarriero, gachas o zarajos pero con otro formato. “A los conquenses nos gusta comer bien y a los turistas probar nuestros platos en un ambiente diferente”, subrayan.
En cuanto a platos destacados y aunque todos cuentan con gran aceptación, su seña de identidad son sus carnes a la parrilla de piedra volcánica aunque en la carta bistró hay variedad y opciones para todas las demandas.
“Buscamos siempre productos exclusivos y singulares, además de proveedores de calidad”, explican. Así, cuentan con panes elaborados con masa madre y fermentos ecológicos, y horneados como antiguamente; quesos y yogures de cabra autóctona de La Sierra de Cuenca; aceite de oliva virgen extra de variedad picual embotellados para ellos en exclusiva; y carnes de caza. Y también reciben pescados y mariscos enviados directamente de lonjas de A Coruña o Cádiz.
En cuanto a la vinoteca, disponen de más de 100 referencias nacionales, con vinos de las mejores denominaciones de origen y otras apuestas más personales para deleitar los paladares de los clientes más curiosos, sin olvidar los vinos conquenses. Además, también incorporan hidromiel, una bebida alcohólica ancestral muy innovadora y que en este caso está elaborada con miel de La Serranía.
De cara a la Capitalidad Gastronómica Española que ostenta Cuenca este año, están trabajando en una propuesta culinaria de alto nivel para ofrecer nuevas experiencias tanto al turista como a los locales. Una oferta gastronómica tradicional como base de las raíces de una buena cocina con el fin de dejar el mejor sabor de boca a los clientes.