Detrás de cada carrera por la banda en el minuto 90, de cada contraataque y de cada partido de exigencia en el tramo final de temporada se encuentra una ineludible preparación física capaz de sacar el máximo rendimiento de los futbolistas. Una de las figuras encargadas de que esto sea así es la del conquense Pablo de la Torre, que hace unas jornadas -con victoria ante el Valencia incluida- cumplió 100 partidos como preparador físico en el Rayo Vallecano, equipo de LaLiga Santander.
A Pablo le picó el gusanillo de la preparación física en la universidad, cuando una asignatura de entrenamiento deportivo le despertó la curiosidad que le acompaña hasta el día de hoy. Es algo que sigue cultivando y que le exige estar en constante formación, pues debe estar al tanto de todos los avances que la ciencia les aporta en todos los aspectos para así sacar el máximo rendimiento de los jugadores.
TROTAMUNDOS
Su trayectoria le ha llevado a países tan dispares como Armenia y Chipre. Del primero destaca su experiencia personal, además de ser campeones de Copa y clasificarse para las rondas previas de la UEFA Europa League. En Chipre, un país más acomodado a la cultura mediterránea, pudo disfrutar de la fase de grupos de la competición europea tras superar las fases previas, amén de ganar la Supercopa y firmar el mejor playoff por el título de la historia reciente del AEK. En España ha tenido la oportunidad de disfrutar de casi todas las categorías: en División de Honor compartió experiencia con Poyatos, Ruby y Casti. Tras ello, pasó por el Mirandés, entonces en 2ªB, con quien ganó la liga regular, aunque se quedó con la miel en los labios de cara al ascenso de categoría.
El salto al fútbol profesional llegó de la mano de la UD Almería -el club indálico, entonces en descenso, acabó en mitad de la tabla- y, más tarde, el Valencia CF, trabajando con su filial. “La experiencia que más me ha marcado ha sido el Rayo Vallecano”, reconoce Pablo. No es para menos, y es que desde que ha llegado al club madrileño ha vivido grandes momentos como el ascenso a Primera, las semifinales de Copa del Rey, una inolvidable victoria contra el FC Barcelona en el Camp Nou, el reciente empate ante el Manchester United en el legendario Old Trafford… No obstante, más allá de lo deportivo, el conquense se queda con la calidad humana que ha encontrado allí: “Lo que más me ha sorprendido ha sido la gente de Vallecas y su fidelidad y pasión. Sin ser resultadistas, siempre con su equipo y eso, sinceramente, es muy difícil o prácticamente imposible de encontrar”, destaca.
A lo largo de su trayectoria como preparador físico, Pablo ha pasado por Armenia y Chipre, mientras que en España ha dejado su impronta en el Conquense DH Juvenil, Almería, Mirandés y Valencia MestallaADAPTACIÓN A LA ÉLITE
No es fácil el salto al deporte profesional, donde la minuciosa preparación para alcanzar la mejor versión de los jugadores le exige, como él mismo explica, “un proceso de adaptación y crecimiento constante” para conocer a la gente,
En este sentido, apunta que su adaptación en el club rayista fue sencilla gracias a la metodología de Andoni Iraola. Una vez empezada LaLiga, los buenos resultados del Rayo denotan un gran trabajo en pretemporada. Un periodo que Pablo describe como “una vorágine de acontecimientos y de preparación que te sumergen en un día a día, donde es difícil cuantificar el tiempo exacto que se le dedica al equipo”. En lo que al entrenamiento más formal y colectivo se refiere, su día comienza en la ciudad deportiva del Rayo a las 7:30, aunque, el día no empieza y acaba en el entrenamiento colectivo: fuera del césped, dedica un tiempo más especializado a su parcela que no tiene horarios cerrados, incluyendo el ver ciertos partidos por trabajo.
Para él, lo más importante en el stage precampaña es, además de conocer y respetar los principios del entrenamiento deportivo, el conocer las características individuales de cada jugador. Esto es algo a lo que le puede dedicar más tiempo en pretemporada, ya que no hay un calendario cerrado de partidos, hay más sesiones de volumen y puede gestionar más variables. Es a través de esta atención más individual que Pablo puede dar respuesta a sus necesidades y, por tanto, sacar lo mejor de ellos. Por otra parte, y a pesar de la individualidad, tiene claro que es la cohesión del grupo lo que acaba decidiendo: “No podemos pasar por alto la necesidad de que haya un buen grupo humano que haga que el día a día sea lo que te acerque a conseguir los objetivos colectivos”.
A pesar de esta carga de trabajo, al conquense todavía le quedan fuerzas -así como amor por el fútbol y su trabajo- para ir a por un poco más: “Hay otros que estoy viendo por hobby de otras ligas o jugadores que te llaman la atención, pero bueno, la verdad que el tiempo que invierto lo hago casi siempre sin mirar el reloj, creo que esa es la clave”, relata
El balance de los 100 partidos oficiales con el Rayo Vallecano: Cifra redonda la que ha cumplido recientemente Pablo de la Torre como miembro del cuerpo técnico de Andoni Iraola. El balance en estos 100 partidos oficiales ha sido de 42 victorias, 22 empates y 36 derrotas. 43 de esos partidos se han disputado en Primera División, 46 en Segunda y 11, en Copa del Rey. Después de unos años complicados a medio caballo entre Primera y Segunda, el club tratará de estabilizarse en la categoría de oro.
NUEVO ESCENARIO
No le viene nada mal a su club esta dedicación por parte de profesionales como Pablo, y es que estamos ante un nuevo paradigma del fútbol profesional. Desde hace unos años -especialmente desde que aquel Bayern de Múnich post pandemia ganase la Champions tras un espectacular cambio físico en sus jugadores- se habla de la revolución física en el fútbol en la que la forma se torna más relevante que nunca. Esto es un ejemplo de la constante formación de la que habla Pablo, asegurando que es cierta esa demanda en el apartado físico: “Sabemos desde hace unos años que existe una creciente demanda en el desempeño físico de los equipos, especialmente relacionadas con la alta intensidad y con el número de sprints”, asegura. Sea lo que sea lo que le depare el futuro al mundo del fútbol, sea más o menos físico, Pablo seguirá disfrutando de este mundillo, pues el éxito le viene de la pasión que tiene por lo que hace.
Lo que es seguro es que Pablo ha encontrado una segunda casa en Vallecas, y es que, como bien dicen en el Rayo: “La vida pirata, la vida mejor”.
