Cuando paseamos por los alrededores del río Júcar es inevitable que la mirada se nos vaya a las vistosas piraguas que lo surcan a toda velocidad. A medio camino entre la envidia sana y la curiosidad, las vemos alejarse por el horizonte pensando que ojalá fuésemos nosotros los que vamos montados en ellas. Para quitarse esta espinita, esta actividad está al alcance de todo el mundo de la mano del Club Piragüismo Cuenca, que ha puesto en marcha, y con gran éxito, sus cursos de iniciación. Estas clases ofrecen una oportunidad única para explorar el precioso enclave natural del río Júcar mientras se aprende un deporte distinto y enriquecedor. El piragüismo no solo proporciona beneficios físicos como el fortalecimiento muscular y la mejora de la coordinación, sino que también nos hace apreciar la naturaleza que nos rodea. Con el pintoresco paisaje de Cuenca como telón de fondo y el tranquilizador sonido de las aguas como acompañantes, esta actividad promete ser una experiencia que ya ha enganchado a muchos conquenses de todas las edades a la piragua.
Al cargo de las clases se encuentra la joven Rocío Bayo, miembro del club con amplia experiencia en competiciones. Destaca la buena acogida que han tenido los cursos de iniciación, los cuales han contado con numerosas inscripciones, tanto en adultos como en niños. La buena noticia se extiende cuando gran parte de los recién iniciados se asocia al club para seguir disfrutando de la piragua. “Motiva bastante que te digan que quieren seguir apuntados al club. En esta última tanda, cuatro personas me han preguntado que cómo pueden continuar con el deporte, tienen mucho ánimo y el grupo ha congeniado bien”, traslada Rocío.
El club ofrece clases tanto para niños como para adultos. Tras habituarse a los kayaks grandes, se pasa a dominar las piraguas de K1DIVERSIÓN Y MEJORA
“Lo principal es que disfruten, que traigan amigos y que aprendan de este deporte”, declara la monitora, que durante los cinco días de duración del curso les enseña lo fundamental del piragüismo. Detalla la piragüista que empiezan en los kayaks grandes, los cuales ofrecen una gran estabilidad, para luego ir avanzando poco a poco. “Ves algún alumno que no para de caerse y al día siguiente lo consigue sin problema y te anima mucho”, cuenta Rocío. Además de ver esta mejora tanto en niños como en adultos, añade que son ellos mismos los que piden pasarse a las canoas de fibra –más estrechas y, por tanto, menos estables– para poder remar más rápido.
Es el caso de Mateo, uno de los pequeños apuntados a las clases, a quien le llamaba la atención ver las piraguas en el río y que a día de hoy se queda “por las amistades y la alegría de estar con la gente compitiendo”. Su compañera Maya, procedente desde la lejana Australia dado que a su familia le encanta la escalada, coincide. Como amante de los deportes de exterior y del agua, empezó con el piragüismo hace dos años, aunque cuenta entre risas que ya se le había olvidado, si bien ahora lo está retomando con unas clases que encuentra divertidas. “Les diría que es un deporte muy divertido y que deberían probarlo porque les va a gustar”, cuenta Maya.
Otros ejemplos son los de Irene, de 11 años, e Inés, de casi 9, quienes llevan casi dos años apuntadas al club y son prueba de que este deporte engancha. “Es muy divertido, te diviertes, haces juegos y te relaja mucho”, cuenta la pequeña Irene, mientras que Inés, que, animada por su madre, decidió apuntarse cuando vio a su hermano pasarlo tan bien en este deporte.
Para aquellos que se han quedado con ganas de lanzarse al agua, el club ha puesto en marcha unos cursos intensivos de iniciación que se impartirán desde el 1 de julio hasta mediados de agosto. El número máximo de participantes por turno se ha limitado a 12 para ofrecer una mayor atención a cada alumno.
Equilibrio, la clave para dominar la piraguaSi los no iniciados requieren de algún consejo, a la hora de hablar con los alumnos de las clases, hay una palabra recurrente: equilibrio. Aunque cuesta un poco al principio, se va adquiriendo con el paso de los días, y es que también hay que quitarse totalmente el miedo a mojarse. “Me he caído tres veces”, cuenta Maya entre risas, mientas que Mateo también cuenta que ya “van varias”. Pero lo importante es que han adquirido la destreza y ya montan con bastante soltura sobre las estrechas piraguas de fibra, demostrando así su mejora durante el curso. Rocío cuenta que tanto niños como adultos vienen con cierto respeto y “nervios” a las clases, aunque estos se pasan una vez pasan un rato montados en la piragua. “Los adultos tienen menos equilibrio, pero acaban encantados igual que los niños”, declara. Recuerda así que la actividad es completamente segura y que el único requisito es saber nadar. Alumnos y monitora invitan a quitarse el miedo a ‘mojarse’ para disfrutar de esta actividad que puede acabar convirtiéndose, como ya le ha pasado a muchos, en una pasión.