Parkour, los muros son el camino
Fue sensación en el Internet de los 2000 y, a día de hoy, su cultura todavía se plasma en la calle. Entre deporte y método de expresión, el parkour también encuentra su resquicio en Cuenca a través de Planeta Movimiento, que ofrece una alternativa tan distinta como dinámica para iniciarse en esta disciplina urbana.
Carlos Ponce, de Planeta Movimiento, explica que se empezaron a ofertar las clases de parkour a demanda de los propios usuarios, que ya venían pidiendo algo así entre el amplio abanico del que disponen –acrotelas, acrobacias, equilibrios, malabares…–. “Está en auge, y aunque nos faltan cosas para que sea una zona de parkour, va mejorando progresivamente”, cuenta el joven mientras el grupo avanzado se recrea con volteretas en la cama elástica e impresionantes caídas.
Se encuentra a cargo de los grupos de parkour, y es que lleva desde los 8 años practicando acrobacias. Si bien ha tenido el parkour como hobby, ha tenido que ‘reinventarse’ en los últimos años para especializarse en esta disciplina y ofrecer los conocimientos que él habría deseado tener cuando empezó, ya que no tuvo la oportunidad de tener profesores como tal. Lo cierto es que, llegado desde Cádiz –aunque formado en Madrid–, rellena un hueco inédito en Cuenca, ya que es el único lugar donde se enseña esta disciplina. “Hemos tenido que venir aquí para poder ofrecerle esto a los chicos”, cuenta.
A pesar de que el parkour tiene un componente inseparable del entorno urbano, es perfectamente entendible querer iniciarse en un entorno que quizás resulte más ‘amable’ que el cemento, hormigón y asfalto de las calles. Es aquí donde las clases de Planeta Movimiento entran en juego, ya que se dispone de un circuito con mobiliario acolchado y seguro para que esa iniciación sea más segura. Se trata de una buena toma de contacto, y es que varios de los alumnos ya practican en la calle después de haberse curtido en las instalaciones de Planeta Movimiento. “Muchas veces me los encuentro por la calle y alguna que otra vez les regaño”, bromea Carlos Ponce.
Además de prepararse físicamente, lo más complicado del parkour es superar el propio miedo para lanzarse a algunos movimientos

Que en el parkour se atraviesan distintos obstáculos tangibles salta a la vista en sus estéticos movimientos, pero detrás de estos movimientos hay también una barrera casi más alta que superar: la que nos imponemos a nosotros mismos. “Superar los saltos a nivel psicológico es la mayor frontera”, cuenta Ponce. Explica que, a nivel físico, es perfectamente normal ser capaz de ejecutar ciertos saltos o sortear obstáculos –pues se avanza progresivamente–, pero que también es común que la propia barrera mental impida llevarlo a cabo.
La seguridad de las clases –para aquellos a quien les cause recelo oír que van a dar un mortal o un backflip, es decir, una voltereta hacia atrás– y el trabajo propio hacen que se pueda superar cualquier obstáculo y, desde luego, ver el progreso de los chicos es el mayor regalo para Carlos Ponce. “Luego me vienen muchos chavales diciéndome que no se esperaban que se iban a saltar desde ciertas alturas y se van muy contentos”, celebra.
Además de los beneficios físicos, para Carlos, lo mejor de este deporte es que, aunque es algo individual, sin el colectivo no se podría hacer. “El compañero te ayuda, te motiva, te picas con él… al final, aunque no puedas superar el obstáculo, da igual. Ver que cada vez saltas más y que te superas a ti mismo es lo que les motiva al final”, relata.
Invita a todo el mundo a probar el parkour, una actividad muy completa que trabaja todo el cuerpo y que sin duda atrapará a los que “les guste la adrenalina”. Haciendo un juego de palabras con lo que intentan transmitir desde Planeta Movimiento, cuenta que ir superando estos miedos “te hace ser un superhéroe”.
“Dije que si no lo intentaba no lo iba a conseguir, eso es seguro”En las clases hay desde niños –de 3 a 5 años– y adolescentes hasta a adultos, e incluso un hombre de 61 años que siempre había querido practicar esta disciplina y que, ahora que tiene la oportunidad de aprenderla de un modo seguro, está avanzando a un ritmo endiablado. “Es accesible para cualquier edad porque podemos hacer el circuito más o menos difícil, variando con los saltos y los obstáculos que superar”, invita Carlos. Asimismo, destaca los numerosos beneficios del parkour, que tienen que ver con la psicomotricidad, coordinación, agilidad, fuerza y resistencia.
Uno de los jóvenes que sorprende con sus movimientos es Mateo Martínez, un joven de 14 años que lleva ya dos practicando en Planeta Movimiento. Cuenta que siempre le han gustado estos complicados movimientos y que quería probar a hacer algo que “muy poca gente puede hacer”. No lo puede definir mejor: “Dije que si no lo intentaba no lo iba a conseguir, eso es seguro”. A día de hoy ha mejorado mucho –también practica en la calle– y afirma que va a seguir practicándolo siempre que pueda.