Como no podía ser de otro modo, Manolo Martínez se ha dejado ver más que satisfecho después del brillante partido del Conquense donde el único “pero” pudo ser el ajustado resultado en un partido donde casi la totalidad de las ocasiones cayeron del lado blanquinegro. En este sentido también ha valorado el trabajo no solo ofensivo, en referencia al aluvión de ocasiones de los suyos, sino también la seriedad defensiva para concederle muy poco, o más bien nada, al Villarrubia.
Mención especial hizo Manolo Martínez a su cuerpo médico, haciendo alusión a la carga de trabajo que llevan tanto los jugadores como el staff en estos últimos siete días en los que han afrontado hasta siete partidos. “Es para quitarse el sombrero con esta gente”, sentencia el técnico.
El entrenador reconoció vislumbrar un final no tan halagüeño como el del 2-1 cuando el Villarrubia se adelantó en un tramo tan temprano. No obstante, celebra haber encajado el golpe y la reacción de los suyos ante este contratiempo.
En relación a las tomas de decisiones que podrían considerarse como un exceso de generosidad en lugar de tirar en situaciones francas para ello, Martínez señala que son acciones muy puntuales que se deciden en una décima de segundo, si bien son situaciones que se trabajan durante los entrenamientos. “Gabri tiene la sangre congelada en el área, y eso es lo que le hace ser un gran delantero”, comenta Martínez, que recalca la dificultad de esos metros finales.
Anímicamente, este es un chute de moral para la Balompédica. En este sentido, Manolo ha celebrado poder transformar ese buen juego en un resultado satisfactorio para la afición, señalando la importancia de la misma y su efecto en La Fuensanta.