En los pasillos del San Fernando, alejados del ruido de los balones retumbando en las pistas centrales, se mantiene la noble tradición de un deporte que desprende elegancia, técnica y estética a raudales. Se trata de la esgrima, que llega a todos los públicos gracias al Espadas Colgadas.
Cada tarde se dan cita para mostrar sus mejores movimientos y dejar tocado al rival, por lo que siempre hay que estar en guardia cuando uno se cruza por el pasillo. Allez!
Gabriel Martínez, más conocido como Gabi, instruye en calidad de director técnico a los esgrimistas de un club que está en su mejor momento desde que la pandemia resintiese, prácticamente, todos los ámbitos de la vida diaria. “Actualmente estamos alrededor de 80-90 personas”, revela Gabi, que señala que el número fluctúa cada mes.
Iñaki Ocaña, presidente del club, no esconde su sorpresa por estos maravillosos números: “Cuando hemos vuelto a la actividad, lo hemos hecho con muchas más ganas y más fuerza”, declara Iñaki.
Otro buen gesto del club tuvo lugar tras el confinamiento, cuando ofrecieron clases gratuitas a los trabajadores esenciales, señalando el director que era lo mínimo que podían hacer por aquellos que habían estado en primera línea.
Este éxito es el fruto de un largo recorrido desde que el club se fundase hace ya 12 años. Así lo recuerda el presidente, que señala que fue un grupo de cinco-seis personas quien decidió ponerlo en marcha durante la universidad, contando con muy pocos recursos y ninguna ayuda.
Es por ello que, inevitablemente, el orgullo invade al presidente cuando ve lo que se ha conseguido hasta ahora: “Si ves todo esto desde el principio, con muy pocos medios pero con mucha ilusión… cuando se van consiguiendo cosas, es una maravilla”. Comenzaron así la larga historia de este deporte, que, explica Gabi, todos hemos practicado alguna vez consciente o inconscientemente.
“Todos hemos jugado alguna vez con un palo a los mosqueteros o a los piratas”, señala, añadiendo que la historia de este deporte se remonta hasta el mismísimo Egipto, donde los primeros tratados de la esgrima ya reflejaban que practicaban este deporte con bastones.
“PARÓN” A NIVEL NACIONAL
Lamentablemente, la situación sanitaria, aún tambaleante e incierta, máxime a principios de temporada, acabó con el club decidiendo que no competiría a nivel nacional este año. No obstante, esto no exime a sus integrantes de seguir trabajando duro. Gabi señala que están entrenando a ritmo de competición, cuatro días por semana a razón de dos-tres horas por día, para que todo esté a punto cuando el nuevo calendario competitivo dé comienzo en septiembre.
Iñaki, en representación del club, no puede sino corroborar la ilusión por volver a la normalidad: “La competición es parte del deporte y nos encanta, además para la esgrima, que es pura adrenalina, viene bien”.
Pero, ¿qué se necesita para ser un buen esgrimista? Entre otras cosas, hace falta una muy buena técnica de posicionamiento, juego de pies, reflejos, técnica, velocidad, coordinación y precisión. También un buen físico, y es que quien pueda pensar que la esgrima no es un deporte cansado, está totalmente equivocado.
El propio Gabi señala que más de una persona habituada al deporte exigente, como puede ser el de montaña, ha comprobado en sus propias carnes -y en sus propias agujetas- la exigencia de esta práctica. No obstante, remarca el director técnico que cada uno se autoimpone la exigencia que desea. También requiere de mucha cabeza fría, pues es un deporte mental en el que hay que gestionar de manera inteligente la toma de decisiones, tratando de anticiparte al rival.
LA ILUSIÓN DE LOS JÓVENES
Alvar Talavera y Mauro Rubio son dos de los muchos jóvenes que atesora el club. Llevan más de media vida ligados a esta noble disciplina, y es que, con 14 y 15 años respectivamente, la practicadan desde hace ocho.
Aseguran que se engancharon desde un primer momento, siendo el ámbito competitivo uno de los aspectos que más llamaba su atención. Mauro, de hecho, parecía predestinado a la esgrima desde muy pequeñito: “Yo tenía claro que cuando tuviera edad para inscribirme en las escuelas municipales me iba a apuntar porque desde los 3-4 añitos estaba ya obsesionado con las espadas”, revela.
Reconocen también que las películas que imitan un deporte tan estético, como pueden ser Star Wars o Piratas del Caribe, siempre ayudan a que te pique un poco el gusanillo. No obstante, avisan de que la esgrima real dista bastante de estos fantasiosos duelos: “Las cosas se centran no en matar (risas), sino en tocar al otro con la mayor velocidad y precisión posible”, advierte Mauro.
Así es como el paso de los años y el trabajo duro que han llevado a cabo en el Espadas Col han hecho de ellos unos esgrimistas con gran proyección, consiguiendo el propio Alvar ser subcampeón de España en categoría júnior antes de la época Covid.
Incapaz de contener sus ganas por regresar a la competición, Alvar señala que está ansioso por volver a competir, luchar por los más altos puestos y, sobre todo, ver cómo está la gente tras la pandemia. “Más bien hay ganas de ganar”, corrige Mauro entre risas, con quien Alvar coincide.
Mientras aguardan con enorme ilusión esta vuelta a las competiciones, el elegante ruido producido por el choque de los floretes seguirá siendo parte indispensable del Pabellón San Fernando, hogar del club que ha puesto a la esgrima conquense en el panorama nacional e internacional.