Lanzar, esquivar, atrapar al vuelo, protegerse, salvar a compañeros… nadie está a salvo en una cancha de datchball en la que los balones vuelan por todos lados. Lo que empezó hace unos años como una disciplina importada desde Zaragoza –creada por Roberto Navarro y traída a Cuenca por Jaime Romero, director del CEIP Ciudad Encantada– ha experimentado un gran boom en los últimos años. Este deporte, dinámico y accesible, fomenta valores de igualdad, trabajo en equipo y deportividad, siendo cada vez más popular en las escuelas y clubes deportivos de Cuenca.
Por si alguien no se ha contagiado de la fiebre del datchball, es un deporte similar al balón prisionero, aunque presenta algunas diferencias. “Es parecido en cuanto a la dinámica porque hay que golpear al adversario con la pelota. En balón prisionero hay una y aquí tres, lo que hace que sea más activo. También vamos acortando el campo: empiezan tocando pared y se van acercando las líneas, eso hace que tengas que defenderte y atacar en menos espacio. Además, los equipos son mixtos, tiene que haber mínimo dos chicos y dos chicas”, enumera Eva Guijarro, una de las entrenadoras en el Ciudad Encantada.
Esto hace del datchball una disciplina ideal para fomentar el juego en equipo. “La comunicación es muy importante y un equipo que no habla es muy difícil que gane el partido”, señala Eva, poniendo de ejemplo situaciones en las que un compañero tiene que proteger de un balonazo a otro que está lanzando, y también el hecho de arriesgarse a coger “aire” –hacer que un compañero regrese tras ser eliminado– al atrapar el balón sin que bote. Por otra parte, en la liga conquense también se otorgan puntos por deportividad, por lo que no todo es el resultado final.
Eva destaca con respecto a este deporte –lo hace no solo como entrenadora, sino también desde su posición como educadora y profesora– las múltiples habilidades que se trabajan con el datchball, tales como la esquiva o la concreta precisión a la hora de lanzar, aunque pone el foco en los valores. “Jugadores que no tienen ese sentimiento de equipo y que lo acaban consiguiendo, la piña que se hace dentro del grupo… aquí se dan cuenta de que niños y niñas juegan como iguales, es una lección a nivel de igualdad en el deporte”, declara la joven.
El datchball se originó en Zaragoza y se importó a Cuenca mediante Jaime Romero para luego expandirse por toda la capitalREFLEJOS Y PRECISIÓN
Cuatro de los jóvenes del Ciudad Encantada son Adriana, Guillermo, Paula y Jorge, que practican cada viernes en el pabellón del colegio. Desde los veteranos Adriana y Guillermo –cuatro y cinco años jugando– hasta Paula y Jorge –su segundo año–, lo pasan en grande con un deporte que descubrieron gracias a sus profesores. “Lo que más me gusta es esquivar las bolas, aunque te puedes llegar a cansar mucho y da flato”, cuenta Paula, mientras que su compañero Jorge se queda con el lanzamiento a los rivales, aunque también hace falta “agilidad, saltar y correr”.
Adriana y Guillermo resaltan que lo que más les gusta es el juego en equipo y relacionarse con gente nueva, tanto de otros cursos de su colegio como de otros centros educativos. Tal es el compromiso que hay también quien se ‘juega el físico’ en el datchball. “A veces nos llevamos balonazos en la cara, pero con la suerte de que cuando ha rebotado, otro compañero la ha atrapado y cogemos aire, así que merece la pena”, dice Paula entre risas.
Todos ellos invitan a probar este deporte que quizás no goza de tanta popularidad como otras disciplinas, pero que, sin duda, engancha a todo el que lo prueba. “Es muy divertido y muy bueno para hacer ejercicio”, cuenta Adriana, mientras que sus compañeros vuelven a resaltar lo divertido que es el juego cooperativo para eliminar al otro equipo.
La mejor y más próxima oportunidad para disfrutar de este deporte será el 17 de enero con el VI Torneo de Navidad que tendrá lugar en el Pabellón Luis Yúfera Recuenco de la Universidad, donde se reunirán multitud de jóvenes –tanto de Cuenca como de fuera– para jugar desde las 16 a las 21 horas. Como cuenta Eva, siempre se acaban sumando nuevos adeptos después de una concentración, por lo que nunca es tarde para descubrir el datchball.
Este deporte, similar al balón prisionero, trabaja los reflejos de los jóvenes, la esquiva, la precisión y el juego en equipoEl último gran éxito de este deporte en Cuenca ha sido la liga de datchball, que este curso ha batido récord de participación con 479 jugadores repartidos en 53 equipos solamente en Educación Primaria. “Empezamos siendo muy poquitos y ahora mira todos los que estamos en este club”, comenta Eva Guijarro desde el Ciudad Encantada, colegio que ha impulsado el datchball en Cuenca.
A su alrededor, decenas de niños y niñas hacen volar los balones en el pabellón de este recinto educativo. Solamente en el Ciudad Encantada hay alrededor de 70 practicantes, a los que hay que sumar otros centros: CEIP La Paz, CEIP Isaac Albéniz, CEIP Ramón y Cajal, CEIP Nº1 de Arcas, Cra Los Sauces, Cra José de Calasanz y los jugadores del Club Datchball Cuenca, compuesta por jugadores de numerosos centros de la capital conquense. Este crecimiento también representa un desafío: “Va creciendo y se nos va de las manos”, bromea, aunque la intención es seguir expandiéndolo.