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Conquenses en el Dakar: un oasis en mitad del desierto

Manolo y Mónica Plaza en coches con un brillante 35º puesto y Fernando Domínguez, 65º en motos, doblegaron a la prueba de motor más exigente del globo
Conquenses en el Dakar: un oasis en mitad del desierto
Fotos: Mónica Plaza (Sodicars Racing) / Club Aventura Toureg
16/01/2021 - Mario Gómez

Desde el inicio de año, los apasionados del motor y no pocos conquenses han estado pendiente día tras día de la marca en el GPS de la página del Dakar que iba trazando el rumbo de Manolo y Mónica Plaza en coches y Fernando Domínguez en motos, como únicos representantes de Cuenca en la carrera más dura del mundo: el Rally Dakar.

Por segunda edición consecutiva la prueba se ha celebrado en Arabia Saudí, no sin numerosos contratiempos por la situación de pandemia y con cambios de última hora. Todo un esfuerzo titánico de su organización que ha hecho posible una competición deportiva durante más de dos semanas a nivel internacionales, bajo exigentes medidas de seguridad, pero que, un año más, no ha evitado estar salpicada por el fallecimiento de un nuevo corredor, en este caso, el francés Pierrre Cherpin tras pasar varios días en coma.

Es por eso que, más allá de todo el espectáculo que genera esta competición, no hay que olvidar que es toda una lucha contra la velocidad, el terreno y la exigente naturaleza en la que la dupla de humano y máquina se alían para tratar de explotar al máximo la adrenalina. En la 43ª edición de la prueba, los grandes vencedores han sido Peterhansel en coches (logrando su 14 Dakar) y el argentino Kevin Benavides en Motos.

Conquenses en el Dakar: un oasis en mitad del desierto

Pero nuestras miradas seguían de cerca la aventura de Manolo y Mónica Plaza. Padre e hija que ya hicieron historia la pasada edición por su característico vínculo padre e hija y como piloto y copiloto. En este Dakar, donde no han sufrido los continuos problemas mecánicos de la edición anterior, los conquenses han vivido nuevas experiencias que no han pasado desapercibido para todo el planeta. Desde la conmovedora escena del prólogo en la que mientras Mónica daba instrucciones a su padre, él, en un momento dado, advirtió un problema en uno de los neumáticos de su Chevrolet BV2 con un tierno "hemos pinchado, cariño". Sólo un par de días después, la copiloto debía hacer frente a problemas estomacales que no impidieron que Mónica siguiera luchando contra los elementos en el coche.

El primer susto fue en la tercera etapa, cuando la rotura de un palier amenazó a los conquenses con tener que decir adiós a la carrera. La suerte y el compañerismo propios del Dakar hicieron posible que padre e hija continuaran dándolo todo en las etapas siguientes. Días más tarde, ambos sufrirían un duro episodio cuando tuvieron un accidente con el piloto francés de motos Oliver Susset que se cruzó en el trazado de los Plaza cuando trataba de esquivar otro coche. El accidente puso a prueba a los Plaza que respondieron atendiendo al piloto y avisando urgentemente a los servicios de emergencia para poder socorrer al accidentado. "Los accidentes ocurren a diario, pero nadie se puede imaginar qué se siente hasta que se vive en primera persona", explicó Mónica tras el incidente.

Después de mucho polvo, arena, dunas y una actuación destacada en la etapa reina del Dakar, en la que Manolo y Mónica fueron uno de los 13 únicos coches que completó todos los puntos de control de la especial más larga de la carrera, este pasado viernes llegaban a la capital saudí para detener su coche en el podio de los finalistas, recibiendo una nueva medalla que les atestigua en la historia del deporte conquense. Detalle incluido de padre e hija posando con la bandera española y la conquense en su celebración.

Conquenses en el Dakar: un oasis en mitad del desierto

Pero este Dakar también nos trajo otro representante a los lomos de las dos ruedas. Fernando Domínguez se colaba como invitado novel en la dura competición tras mostrar su maestría en las dunas. El piloto conquense ha logrado llegar a meta como el 65 mejor clasificado. Un dato que puede parecer poco, pero que viendo la gran cantidad de abandonos en las motos, donde había más de un centenar de corredores en la línea de salida, habla del aguante y de la gran experiencia que ha demostrado Domínguez.

El de Palomares del Campo ha cuajado su primera experiencia como piloto en la gran carrera siempre fluctuando etapa tras etapa en los puestos del 65 al 80. Yendo cada vez mejorando resultados a medida que avanzaban los días. No obstante, han sido más de 80 horas encima de su KTM atravesando los 7.600 kilómetros de la prueba, para concluir con un 65º puesto final y como el 20º mejor novato de esta edición.

La maestría, la ambición y el apoyo de sus respectivos patrocinadores, entre los que ha estado la Diputación de Cuenca tal y como muestran las pegatinas de sus diferentes monturas, ha hecho posible que estos amantes de la gasolina y la adrenalina hayan puesto el nombre de Cuenca en una pantalla en la que estaba mirando todo el planeta, simulando la aparición de ese escudo como un oasis en mitad del vasto desierto de lo que hoy día se puede ver como la España cada vez más vaciada.

Algo que no debe caer en saco roto, no sólo por la promoción de una ciudad y la provincia que cada vez lo están pasando peor, sino también por no olvidar que para hacer florecer estos talentos a nivel mundial es necesario cuidar con mimo las iniciativas que hacen que Cuenca tenga no pocos aficionados a los coches y a los rallies (gracias a la celebración de un Rallye TT Todoterreno impulsado por el Cuenca Motor 4x4 que en esta edición tuvo que trasladarse hasta Villar de Olalla para poder ser viable en su sexta edición que significó el retorno al calendario nacional) y a las motos, con un Cross Country que este 2021 estará en el circuito nacional por la excepcionalidad del terreno y el trabajo del Club AventuraTEC, que consigue que la participación en la cita conquense doblara a las del resto de citas regionales.

Conquenses en el Dakar: un oasis en mitad del desierto