En la ribera del río Júcar, alejado del ruido de la ciudad, se sigue haciendo deporte en un enclave único. Al lado de piragüistas que surcan las aguas y de corredores que disfrutan la naturaleza, reina también un deporte centenario y con sabor 100% autóctono: los bolos conquenses, que cada tarde reúnen a un buen número de practicantes que ponen a prueba su precisión y fuerza.
Tal y como cuentan los propios jugadores entre tirada y tirada, el deporte no tiene unos orígenes ciertos al 100%. Se rumorea incluso que pudo ser inventado por las monjas de clausura, aunque lo que sí es seguro es que se remonta, como mínimo, hasta el 1840, apareciendo en ese año las primeras evidencias bibliográficas en las que se menciona el deporte.
CÓMO JUGAR
Las reglas son sencillas: nueve ‘bolos’ -en este caso, palos- son dispuestos en tres filas con una distancia de 3’10 metros entre ellos. El jugador lanza la bola desde una distancia de 17 metros para tratar de derribarlos al mismo tiempo que recorre unos 28 metros hasta tocar con una viga de madera al fondo de la pista. Es entonces cuando tiene opción a rebatida para lanzar desde el mismo sitio en el que ha acabado la bola y así tratar de tirar los palos que no hayan caído en primera instancia. Se van sumando en los distintos turnos los bolos derribados para determinar al ganador de la partida.
También existe la figura del juez, en este caso Paulino Gallego, toda una autoridad ligada a este deporte desde 1957 que, desde arriba, evalúa si los lanzamientos son válidos. “¡Y hay alguno que se enfada cuando le pitas!”, bromea. Lo cierto es que es una tarea complicada, detalla, ya que hay que fijarse en muchos detalles distintos para saber si todo está en orden.
A día de hoy, una de las grandes valedoras de este deporte es la Asociación ‘La Bolera del Recreo Peral’. Jesús Guijarro, miembro de la primera, recuerda con nostalgia cuando eran alrededor de unos 160 los inscritos. Hoy día, siendo unos 80, no todos pueden bajar regularmente a jugar. No obstante, siguen cumpliendo su cometido principal: que no se pierda la bella tradición que es este deporte. “Lo que pretendemos es que se siga jugando, por eso es un aliciente que la gente se anime a bajar y probarlo, no queremos que se pierda esto y hacemos campeonatos para promoverlo”, explica Guijarro, añadiendo que a día de hoy se disputan distintas citas a lo largo y ancho de la provincia, tales como el Trofeo San Julián o el Circuito de Bolos, lo que ayuda también a dar a conocer lo que es la disciplina.
Además de ‘La Bolera del Recreo Peral’, la Furia Conquense -ampliamente conocida por sus ánimos al equipo de balonmano- también se ha sumado recientemente a darle color a este deporte. La sección nacía hace dos años a raíz de un peñista que ya estaba involucrado en el deporte. El boca a boca hizo su trabajo, y fue así como “engañó” a otros miembros de la Furia para darle una oportunidad a los bolos. “Nos gustó a varios de los miembros y entonces decidimos que pasaríamos los veranos aquí, en la bolera de Cuenca. Además, es un deporte muy arraigado a la tierra y con lo conquenses que somos nosotros…”, explica. Se han ido enganchando poco a poco otros aficionados y, a día de hoy, son unos 25-30 los que acuden por parte de la peña a disfrutar de unas tiradas y del buen ambiente que se forma en las inmediaciones, con el público mirando.
Cambiando el balón de balonmano por el de los bolos, ríe al ser preguntado si lanzan igual que los jugadores del Rebi BM Cuenca. “Con menos precisión seguro, aunque más de uno daría juego aquí”, bromea Samuel, vaticinando que porteros y pivotes lo tendrían sencillo. Y es que este deporte es para todo el mundo, siendo además seña de identidad de Cuenca como único lugar donde se puede encontrar algo así.
El gran problema que afronta esta disciplina ahora mismo es la escasez de jugadores jóvenes que aseguren que la práctica se irá alargando en el tiempo, siendo algo que preocupa a los actuales amantes de los bolos. Jesús Guijarro lamenta que los jóvenes, más allá de algún momento puntual como el Trofeo San Julián, no lleguen a engancharse y jugar regularmente.
Es por ello que, desde todas partes, se anima a la gente a probar este divertido deporte que requiere de precisión pero que también trabaja el físico, ya que se mueven brazos, cadera y cintura, comenta Jesús Guijarro. Por supuesto, el no haber probado nunca jamás debe ser un impedimento: “Nadie hemos nacido enseñados, aquí invitamos a todo el que quiera a probar”, recuerda Paulino. Ratifica las palabras Samuel, aportando además que todo el mundo está dispuesto a echar una mano para corregir y aprender sobre los bolos conquenses. “Todo el que quiera pasar un rato en un enclave único y disfrutar el deporte más antiguo de Cuenca tiene las puertas abiertas”, concluye.