Lo de vivir en un quinto piso sin ascensor le puede parecer problemático a muchas personas… pero a otras no. Una de ellas seguramente sea Ángel Llorens, que el 22 de abril se enfrentará nada más y nada menos que al ascenso de 52 plantas cuando dispute la famosa Subida Vertical Gran Hotel Bali.
Ir a Benidorm es para Llorens como cerrar una especie de círculo, ya que fue precisamente en esta subida donde le empezó a picar el gusanillo de las carreras verticales tras conseguir un buen puesto en su debut. A partir de ahí, y al igual que en las propias carreras, todo ha sido “subir”. Desde entonces ha ganado hasta en cuatro ocasiones e incluso consiguió un arrasador récord de 4:33. No es tarea baladí teniendo en cuenta no solo la dificultad del reto en sí, sino que además se mide con profesionales del ciclismo y del atletismo, así como bomberos muy acostumbrados a este tipo de situaciones. Esta no ha sido la única gran cita de Llorens en lo que a los escalones se refiere, sino que estos años le han llevado también a sitios como París -junto a su hermana Rosi y el zaragozano David Robles, primeros españoles en correr verticalmente en la Torre Eiffel-, y Hong Kong, donde subió hasta 98 pisos.
UN IRON MAN VERTICAL
Llorens explica que es una carrera tan “agónica y explosiva” en la que no se puede dedicar demasiado tiempo a pensar en estrategias de dosificación. “Hay que preparar la a conciencia, saliendo a tope y llegando también a tope”, comenta el deportista. Ahí entra en juego esa condición física, ya que es entre la trigésima o cuadragésima planta -que se dice pronto- cuando empiezan a flaquear las fuerzas y a notar la hinchazón en las piernas. La técnica también tiene su punto de dificultad: a los corredores les está permitido subir las escaleras como deseen, de un escalón a otro, de dos en dos, tres en tres… en el caso de Llorens, que ya tiene el recorrido bastante estudiado, afirma que lo mejor para él es subirlo de dos en dos, aunque también apunta que hay que saber cómo apoyarse en la barandilla y hacer los giros en los descansillos entre piso y piso.
PREPARACIÓN HERCÚLEA
Como ya cabe imaginarse, este tipo de competiciones requieren un entrenamiento físico a fondo. Trabaja duro con su entrenador, Alberto Fernández, además de enfocarse mucho en la bicicleta, ya que la biomecánica es parecida a la de subir escaleras. Esto último es importante, ya que en Cuenca, como él mismo relata, no se dispone de edificios que puedan recrear unas características parecidas a las que se va a enfrentar en el Gran Hotel Bali. A pesar de ello, suele visitar el barrio Santa Ana para entrenar en un edificio de 10 plantas. Comba, gimnasio y ejercicios específicos complementan su preparación. El atleta declara que la de subir escaleras es una tarea más dura de lo que la gente podría llegar a pensar: “La gente que hace deporte habitualmente llega fatigado cuando sube a un cuarto o quinto piso. El tema de las escaleras es muy duro y más subir a esos ritmos esa tira de plantas. Hay deportistas de élite que han tenido curiosidad de ir allí y no han hecho nada, porque hay que preparárselo”, advierte Llorens, asegurando que además de tener una buena base de cualquier otro deporte es necesaria una preparación específica.
Para esta edición, el conquense reconoce que va sin expectativas ni metas prefijadas, ya que han pasado varios años desde la última vez que ha competido. Apunta que la competencia de este año será feroz, destacando un atleta de Malasia que viene arrasando a nivel mundial, así como potentes figuras llegadas desde Asia, Estados Unidos y otras zonas. Bromea además con que los años -52- no pasan en balde por él, aunque aún le queda mecha para más: “Normalmente cuando tienes una edad te vas a distancias largas de fondo, pero todavía tengo chispa y voy a correr a ver qué tal sale”, asegura enérgicamente. Así pues, aboga por mantenerse, “que no es poco” y disfrutar del evento. Por lo pronto avista también la Carrera Vertical Torre Emperador Castellana -55 plantas y 1.320 escalones- del próximo mes de mayo para la que ha sido invitado. Primero tendrá este exigente reto en el que tratará de dejar el nombre de Cuenca lo más arriba -literalmente- posible.