El fútbol conquense ha dicho adiós, casi en el silencio de una tarde ya invernal, entre las luces navideñas que orlan la entrada de la parroquia de San Esteban, en el día que el Gordo de Navidad terminaba en 90, los mismos años que tenía Luis Taravilla Torres, que hasta hace un año no dejaba de asistir a La Fuensanta, para apoyar al equipo de sus amores: la Unión Balompédica Conquense.
Taravilla era una de las “viejas glorias” balompédicas (jugadores locales), como lo son aún Evaristo, guardameta y entrenador; Jaime Pinar, Justo y quizá algún otro, pues compañeros coetáneos de Luis ya duermen el sueño eterno, no lejos de La Fuensanta, como Mundo, Clemente y Alcarria, entre otros muchos que forman parte de la historia de la U.B. Conquense.
Luis Taravilla, nacido en Cuenca en 1932, en esos años difíciles en los que el fútbol conquense se iba dando a conocer entre la Cultural y el Sporting, con el paréntesis de la incivil guerra, debutó con 21 años en el equipo de su tierra, en Tercera Division, en la temporada 1952-53, donde ya jugaba su hermano Mariano Taravilla, que luego se casaría con Matilde López “La Maña”, que regentaba el bar del mismo nombre y fue una fiel colaboradora del Conquense y San José Obrero.
Antes de su debut blanquinegro Taravilla se había formado en el histórico C.D. Beneficencia, pues había estado acogido en la Casa de Beneficencia desde niño.
Desde 1953 hasta la temporada 1960-61, Luis Taravilla fue titular indiscutible del Conquense como defensa central, siendo el capitán del equipo durante varias campañas, y por tanto uno de los jugadores locales que más partidos disputó con la Balompédica.
Fueron ocho temporadas, dado que en la campaña 1953-54 la U.B. Conquense fue excluida de la competición de Tercera División ante el estado lamentable del terreno de juego de La Fuensanta, gradas y tribuna, pese a haber sido advertido el año anterior por la Federación Española.
En aquella Tercera División y en el Grupo del Conquense, militaban equipos como el Badajoz, Emeritense, Extremadura, Elche, Castellón, Calvo Sotelo, Toledo, Guadalajara, Segoviana, Rayo Vallecano, Girod, Plus Ultra, Cuatro Caminos y otros equipos de Madrid. Largos viajes por penosas carreteras y autobuses incómodos de averías al tres por dos.
Luis Taravilla, que había marcado incluso cinco goles pese a que los defensas apenas bajaban a rematar, pero por su altura los entrenadores le animaban a bajar en los córners, se retiró al terminar la temporada 1960-61, y durante algún tiempo ejerció como entrenador, en este caso en el C.D. Cuenca, filial de la Balompédica.
Al efecto, el defensa Félix García de la década de los 70, y capitán del equipo, me comentaba orgulloso y emocionado que “Luis Taravilla fue mi primer entrenador y aprendí mucho de él, porque además era una gran persona”. También jugó en el Obras Públicas en el Campeonato Local “Apolonio Pérez”, pues Luis consiguió plaza de administrativo en la delegación de Obras Públicas.
La “saga de los Taravilla” forma parte de la historia de la U.B. Conquense y del fútbol local, con los hermanos Luis y Mariano Taravilla; Antonio Taravilla, hijo de Mariano, o el joven entrenador Toño Taravilla, hijo de Antonio. Luis fue de los pocos jugadores locales que ha estado vinculado a la Balompédica, y en una ocasión, acompañado del recordado Antonio de Conca, con quien se sentaba en su asiento de La Fuensanta, me decía: “Como ya no puedo jugar ni entrenar, colaboro como socio, siendo de los más antiguos”.
Descanse en paz, Luis Taravilla, que es todo un referente de la historia blanquinegra, y desde estas líneas vaya el pésame más sentido para su familia. Esperemos que en el próximo “derby provincial” frente al Tarancón en La Fuensanta, se guarde un emotivo minuto de silencio en memoria de este deportista ejemplar.