No hay duda alguna en afirmar que la pandemia y el confinamiento marcaron un antes y un después para muchas personas. Un parón de la vida tal y como se conocía hasta ese momento durante dos meses que, en el caso de Ángel Mariscal, sirvió para explosionar como artista.
Natural de Horcajo de Santiago, a sus 24 años ya goza de una corta pero intensa carrera artística centrada en parte en el arte religioso. Y es que, durante esos meses de encierro, con la carrera de Bellas Artes casi recién terminada, Mariscal se encontraba en ese momento de “qué hago con mi vida”.
Estas semanas le sirvieron para “asentarse”, y sobre todo para decidir hacia donde iba a ir tanto su línea como su obra, abriéndose al arte religioso que ahora le está dando “ese tirón especial, y más en Cuenca”, subraya el artista.
Aunque principalmente no se dedica a esta rama del arte, es el que más encargos le está llevando a hacer a Mariscal, “tanto por parte de las hermandades de la ciudad como por el ciudadano”.
Y es que, justo antes de ese confinamiento, Mariscal había dejado unas láminas en Marcos Garrote, lugar donde semanas más tarde se encontró su obra expuesta en el escaparate. “Aquello fue fortuito”, situación que ya le dio pie, de cara al 2021, organizar una exposición de mejor forma.
Dicho y hecho, durante la no Semana Santa del año pasado su obra estuvo a la vista en diferentes escaparates del centro urbano de la ciudad, al mismo tiempo que hacía otra muestra paralela en el centro cultural Sanmartino.
VUELTA A SANMARTINO
Un año después, Mariscal ha vuelto a esta galería gracias al apoyo de la Asociación de Belenistas de la ciudad, en donde bajo el título ‘Camino de lágrimas’, el artista estará exponiendo hasta después de Semana Santa una selección de sus mejores obras.
Con esa lágrima como eje narrador de la exposición, el espectador se podrá encontrar tablas con la imagen de la dolorosa de la hermandad de las Santas Marías, la virgen de Las Angustias o la Soledad del Puente.
“Cristo o San Juan también derramaron sus propias lágrimas”, subraya Mariscal, por lo que también se ha incluido en la exposición varios lienzos que reflejan El Prendimiento y una escultura del San Juan de Camino del Calvario.
También queda espacio para la Verónica en doble vertiente: por un lado, a través de la representación del momento en que el rostro de Jesús queda impreso en el paño, así como el primer paño que se atrevió a realizar.
Una variedad de soportes a los que Mariscal no tiene miedo a ninguno. “No tiene por qué ser todo tablas o lienzos”, subraya el artista, quien también ha expuesto su trabajo sobre un tambor de turbas o en paño, así como en escultura.
UNA CORTA TRAYECTORIA QUE NO ESPERABA
Esta exposición llega pocos años después de que Mariscal se colgara el birrete y la beca universitaria, en corta trayectoria que para nada esperaba, “y menos” viendo la experiencia de otros compañeros o gente que ya estaba antes que él.
“He tenido suerte, al final aposté por mi carrera artística, por mi obra, y seguir formándome”, incide Mariscal, quien asegura que no tiene prisa y que se dejará llevar hasta donde el camino le guíe.
Todo ello siguiendo un arte religioso en el que el artista ve “el arraigo de la religiosidad popular de Cuenca”, una ciudad en la que, después de vivir en ella 8 años, define como “religiosa y semana santera”. Esos ingredientes, a juicio de Mariscal, son los que están haciendo que su nombre cada vez se vea más.
“Noto que Cuenca tiene ganas de cosas nuevas”, ve el horcajeño, porque “al igual que hay mucha juventud nazarena”, cree “que hay muy poca juventud que se dedique al arte nazareno, ya sea pintura u otro tipo de enseres y materiales”, cosa que desde luego quiere aportar a la ciudad que le está acogiendo.
Pero, ¿cuál es el gran sueño o aspiración de Ángel Mariscal? Él no duda en asegurar que, dentro del arte religioso, le gustaría firmar un cartel de la Semana Santa de la capital, recibir encargos de las grandes hermandades o que alguna de sus obras esté en alguna de las capillas de la ciudad.
Aún así, al final “la ambición del artista es que se le conozca y le lleguen encargos de cualquier parte del mundo”. Esa sería para él la gran ambición: residir en Cuenca, pero estar pintando para otros sitios como Valladolid o Málaga.
OBRA POR VARIOS PUNTOS DE LA REGIÓN
Y poco a poco va consiguiendo, en parte, esa ambición. Y es que, residiendo en la ciudad de las Casas Colgadas, Mariscal ya firma obras tanto para hermandades de la capital como para otras del territorio regional.
De su taller han salido los carteles para los cultos de Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna de 2021, inspirado en la azulejería castellana, así como los de la Soledad de San Agustín, también del año pasado.
Horcajeño de nacimiento, entre sus trabajos también figuran tablas sobre la Inmaculada Concepción para su localidad natal, así como paños de Verónica para diferentes pueblos de Toledo. A parte, su obra también ha llegado hasta otros rincones como Tarancón, Valencia, Madrid e incluso Sevilla.
“Al final, este apoyo te sorprende, porque que una hermandad o un particular se fije en ti…”, apunta Mariscal, situación que ve como una ventaja al vivir en Cuenca. “No es lo mismo vivir en una ciudad grande que en otra pequeña, sobre todo por el boca a boca”.
De cara a futuro, Mariscal seguirá compaginando este arte religioso con diferentes series fuera de este ámbito, como la de playas o bañeras. “Hay que ir poco a poco, no hay prisa por llegar a ninguna meta, y la clave está en no desvincularse de la obra y seguir”, confiesa este artista que seguirá utilizando “el escaparate” que suponen hoy en día las redes sociales para seguir dándose a conocer a través de su cuenta @a_rt_mariscal.