La noche de superluna de una primavera recién estrenada era el marco ideal para dar comienzo a esta novena temporada de la Academia de Julián de la Orden con visitas acústicas a la Catedral de Cuenca. Dos sesiones simétricas y complementarias. Una nocturna, la celebrada este viernes y una segunda que se celebrará en la mañana de este próximo domingo.
El arco de Jamete sirvió como punto de inicio para este especial recorrido musical y espiritual a través de los siglos. La voz noble y solemne de Miguel Ángel Albares, Capellán Mayor y Director de la Catedral de Cuenca, es la que da la bienvenida a la cincuentena de asistentes a este primer concierto.
Unos nuevos textos creados especialmente para estas dos sesiones, que van introduciendo a los presentes a cada uno de los espacios y a la pieza elegida. Un recorrido que transita desde el Arco de Jamete y que continuará a través del claustro hasta la capilla del Espíritu Santo. De regreso, las puertas abiertas del mirador del Huécar por las que entra el aire helado de la noche mezclará el escalofrío físico con el musical. Lo corporal y lo espiritual.
De regreso al Templo Mayor, la visita continuó en la Capilla de los Caballeros, en la que Anne-Kathryn Olsen y Guillermo Pérez interpretaron una nueva pieza, en este caso procedente del Códex Musical del Monasterio de las Huelgas, en Burgos..
A continuación, desde su interior de la pequeña Capilla de Santa María y Todos los Santos, un motete del siglo XIII procedente del códice Montpellier, a modo de letanía, irá impregnando dulcemente de música la Girola.
Después, la visita musical continuará hasta la Capilla Honda y a la Sala Capitular finaliza el programa oficial, aunque los intérpretes habían reservado una última pieza junto a la Capilla Vieja de San Julián.
Siete piezas en total las que han conformado este cuidado programa musical, en el que cada una de ellas introduce una variación que consigue emocionar y sorprender. Guillermo Pérez, uno de los más reconocidos intérpretes de organetto, ha sido el responsable de su elección.
El organetto es un instrumento icónico del medievo europeo que ejerció un papel muy importante tanto en procesiones como en lugares que no disponían de órganos más grandes.
Este es un instrumento portátil que ejecuta un sólo músico, que con una mano acciona el fuelle trasero y con otra manipula el teclado. El organetto cobra vida en la ejecución de Guillermo Pérez, como si fuera parte de sí mismo y, mágicamente, de todos los asistentes que acaban acompasando su respiración al ritmo del fuelle.
Inspiraciones profundas, exhalaciones contenidas, en una secuencia casi tántrica que, recuperando las palabras de Suger Abad de San Denis de mediados del siglo XII, "nos induce a reflexionar", y nos traslada "de lo que es material a lo que es inmaterial", pues llega el momento en que la música que escuchamos procede de los propios muros catedralicios.
Sin artificios ni amplificaciones, el organetto de Guillermo Pérez encuentra su complemento natural en la voz de la soprano americana Anne-Kathryn Olsen y en las cuidadas presentaciones de Miguel Ángel Albares. Una noche de luna llena que, volviendo al Abad de Saint-Denis, nos transporta "de este mundo inferior a este mundo superior de un modo anagógico", término platónico que se refiere a la superación de la interpretación literal de los textos, en este caso de la música, para acceder a una esfera superior.
Es difícil expresarlo mejor y es difícil imaginar un comienzo más brillante para esta IX temporada de la Academia de Órgano Julián de la Orden.