Aguja y lana en mano, el confinamiento puede llevarse mejor. Tejer relaja, ayuda a desconectar la mente, es terapéutico. Isis Saz, profesora de la facultad de Bellas Artes de Cuenca, dará este jueves 9 de abril una especie de tutorial online con las claves de esta práctica, tradicionalmente femenina, y que está dirigido tanto para las que ya son aficionadas como para las que no han dado un punto en su vida.
La iniciativa se enmarca dentro de la programación de actividades en línea que, bajo el nombre CIC en Casa, está desarrollando el Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Castilla-La Mancha durante estos días para hacer más llevadera la cuarentena.
El vídeo, de una media hora de duración, se emitirá, a las siete de la tarde, en el perfil de Facebook del CIC. “He preparado una pequeña introducción al ganchillo. Voy a proponer el patrón de un reposamuñecas [descargable aquí] para cuando trabajas con el ordenador y también el de un pin para ponerlo en la nevera o en la ropa”, explica Isis, zaragozana que lleva ya dos décadas en Cuenca, donde estudió Bellas Artes y se asentó.
Y qué mejor que tejer un arcoíris, que se ha convertido en todo un símbolo optimista de esta emergencia sanitaria e imagen del lema del ‘todo va a salir bien’.
“Si la gente ha tejido, pueden seguir el patrón, que es muy sencillo, con las instrucciones. Y quien no haya hecho nada nunca, explicaré tres puntos básicos y cómo se puede tejer con los materiales que se tengan por casa”, cuenta.
Porque, claro, estamos en pleno confinamiento. ¿Qué hacemos si no tenemos agujas de ganchillo? Isis plantea una alternativa casera para fabricarlas con palillos chinos de comida o con un palillo de pincho moruno, a los que se les hará una pequeña hendidura con un cuchillo de sierra y después se lijarán. Por último, para suavizar la textura, se puede utilizar cera, vaselina, cacao de labios o esmalte de uñas.
Otro de los problemas con los que podemos encontrarnos es la falta de hilo en casa. Pero Isis también propone una solución: “Se puede rescatar lana de un jersey viejo. A veces se tienen restos de ovillos que no te sirven para hacer otra prenda pero sí para pequeñas cosas. Nuestras abuelas y madres sabían reutilizar y recuperaban ropas que ya no servían”, hace hincapié.
Además de servirnos como entretenimiento durante esta interminable cuarentena, tejer también puede brindarnos un efecto terapéutico. “Hay estudios que avalan que es una actividad que relaja mucho. Hace que la cabeza desconecte. Y se ha utilizado en otros periodos para rehabilitación de gente, por ejemplo, encamada. Es muy sencilla y se necesitan pocos materiales. Con un palito de madera y con cualquier cosa susceptible de ser hilo, se puede tejer”, subraya.
“Muchas veces tenemos cosas de ganchillo por casa que no sabemos cómo se han hecho”, plantea Isis. Por ello, considera que esta actividad puede ayudar también a “activar recuerdos e incentivar el diálogo en la familia, con madres y abuelas, con las que podemos conectar online para preguntarles por esta práctica”.
Precisamente Isis aprendió a hacer ganchillo de pequeña al ver tejer a su madre y a sus abuelas. Sobre los 20 años retomó esta afición, introduciéndola en su obra artística. Como ejemplo de esta forma de trabajar es la exposición de la autora celebrada en 2016 en la Fundación Antonio Pérez en Cuenca, en la que el ganchillo tenía un gran protagonismo.
Isis también ganó en 2017 el premio en la modalidad de Escultura de Mujeres en el Arte de Castilla-La Mancha por una obra en la que incorporaba el textil.
La profesora reconoce que esta técnica ha quedado “un poco relegada” en la artesanía pero reivindica que “tiene mucho valor”: “En el campo artístico, yo trabajo con textil en mi obra para acercar al público esa práctica. Con muy poca cosa se consiguen resultados muy buenos, muy bonitos”.