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Titiricuenca

Sapo y Sepo estrenan Titiricuenca 2019

Los conocidos personajes de Títeres Larderos fueron los encargados de inaugurar este lunes la 29 edición de Titiricuenca
Fotos: María Ramos
04/06/2019 - José An. Montero

Sapo y Sepo son ya amigos inseparables de los niños y niñas conquenses y no saben vivir los unos sin los otros. Juntos salen a los jardines al atardecer y a vivir emocionantes aventuras. Son 21 años de compartir meriendas con los más pequeños de la ciudad y este lunes volvieron a despertar de su letargo invernal para presentar la 29 edición de Titiricuenca en el parque del mismo nombre.

Ayer más de trescientas personas se reunieron al atardecer en el Parque Titiricuenca para disfrutar de los títeres que se instalaron justo bajo la placa dedicada a Ángeles Gasset que a partir de este año pondrá nombre al premio a una trayectoria titiritera y que este año recaerá, como no puede ser de otra manera, en Maese Cosman, gran maestro de los títeres de cachiporra y clásico de Chupagrifos.

Sapo y Sepo fueron los protagonistas de esta primera tarde de títeres que nos acompañarán durante toda esta semana en un programa que hasta el jueves celebrará sus espectáculos y encuentros en la parte nueva de la ciudad, para trasladarse desde el viernes y durante todo el fin de semana al Casco Antiguo.

Sepo es un muñeco algo atolondrado y un poco indolente. A Sepo le costó despertarse, no debe apetecer mucho salir de la cama y ponerse manos a la obra para comenzar una edición cubierta de nubarrones económicos que se ciernen sobre el festival.

Sapo es activo, diligente y sensato. Sabe que llenar los parques y las infancias de títeres y sueños es algo imprescindible, a pesar de que los baches en el camino sean muchos. Del contraste de ambos surge una amistad inseparable con la ciudad, llena de simpatía mutua y que promete darnos bonitos momentos a lo largo de la semana.

Sapo y Sepo nacieron llamándose Frog y Toad en la mente del escritor estadounidense Arnold Lobel. Hace ya más de dos décadas que Títeres Larderos les hicieron un lugar en Cuenca y aquí decidieron quedarse para hacer disfrutar a los conquenses más pequeños. Cualquier día, algún adulto le tendrá que agradecer a Ángel Suárez que los convenciera para quedarse por aquí. Son muchas generaciones de niños que lo hacen en cada actuación desde hace 21 años.