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Judería

Reencuentro con la cultura judía

El simposio internacional ‘Sefarad, un camino de ida y vuelta’ aborda el pasado hebreo de Cuenca que tuvo un peso muy importante en la vida económica y social de la ciudad
Reencuentro con la cultura judía
Miguel Romero con los restos de muralla a sus espaldas. Foto: Saúl García
25/11/2017 - Nuria Lozano

Quedan pocos vestigios, pero la comunidad judía tuvo un peso muy importante en Cuenca durante toda la Edad Media. La época de mayor esplendor llega con Alfonso VIII. Antes de la llegada del rey castellano, los judíos ocupaban el barrio de Mangana y sus alrededores, donde se encontraba el Alcázar fortificado. En estos mismos hogares les permitió quedarse el monarca tras la reconquista de la ciudad, facilitando la vida de las minorías judía y mudéjar.

Precisamente el Fuero de Cuenca, que será concedido a la ciudad entre el 29 de noviembre de 1189 y el 16 de enero de 1190, venía a legislar una convivencia pacífica entre los judíos, árabes y cristianos que poblaban la capital.

Para conocer qué papel jugaron los judíos, sus relaciones con la iglesia y la Santa Inquisición, el problema converso o cómo fue su expulsión, la Asociación Cuenca Abstracta ha organizado junto con la UIMP el simposium internacional: “Sefarad, un camino de ida y vuelta. La Cuenca judía como pasado” que se celebra este fin de semana.

Su coordinador, Miguel Romero, considera que se trata de un encuentro de gran valor histórico y social. No solo la judería conquense fue de las más importantes de Castilla durante el periodo del reinado de Alfonso VIII, de Fernando III y de Alfonso X. También en la provincia hubo potentes focos como es el caso de Huete, donde se elaboró en 1290 el famoso Padrón que lleva el nombre de la villa y que es el más utilizado para el estudio de las aljamas castellanas; Cañete, Uclés, Castillo de Garcimuñoz, Valdeolivas, Valeria o Villaescusa conservan asimismo huellas sefardíes.

En el caso de Cuenca llegan a contabilizarse en los siglos XIV y XV hasta unas 100 familias, lo que representaba un 10 por ciento de la población, con gran influencia en su sociedad. “Fueron grandes expertos en el mundo de las finanzas, pero también hubo importantes médicos y artesanos”, explica Romero.

Asimismo, y con posterioridad, en el seno de algunas de las grandes familias conquenses con apellidos muy reconocidos de los siglos XVI y XVII hay conversos como Andrés de Cabrera, Marqués de Moya; los Valdés, los Carrillo, o los Montemayor. O familiares de escritores universales como el abuelo de Cervantes, que vivió en Cuenca, o la abuela de Fray Luis de León que fue procesada por la Inquisición por tener sangre judía.

Romero recuerda algunos episodios curiosos relacionados con hebreos conquenses o sus descendientes como la anécdota del Premio Nobel de Literatura en 1981, Elias Canetti, quien al recibir el galardón confesó que su apellido procede del lugar de donde fueron expulsados sus antepasados, es decir, Cañete.

En los siglos XIV y XV llegan a contabilizarse en Cuenca unas 100 familias

POTENCIAL TURÍSTICO

“El mundo sefardí en Cuenca es digno de este homenaje, es fundamental conocer nuestro pasado y hacer ver la importancia que tuvieron”, dice el coordinador del simposio quien cree que los pocos restos que quedan y la documentación que se conserva al respecto tienen entidad suficiente para que se pusieran en marcha iniciativas turísticas como una ruta guiada que diera a conocer la Cuenca judía e incluso una ruta provincial.

De hecho, una de las invitadas a estas jornadas, la escritora y residente en Jerusalén Margalit Matitiahu, ha mostrado en varias ocasiones su interés por realizar un documental como los que ya ha hecho de Toledo o León. Matitiahu cerrará la jornada de este sábado con una ponencia-recital sobre “La poesía sefardí y el movimiento poético a través de los tiempos”, acompañada de música renacentista-barroca.

Del mismo modo, otro de los ponentes, Abraham Haim, presidente del Consejo de la Comunidad Sefardí de Jerusalén, está intentando potenciar aquí una Asociación de Amigos Sefardíes, como las que existen en muchas partes del mundo, según ha comentado Miguel Romero. En este encuentro, que se inicia este sábado a las 9:30 horas en la sede de la UIMP, estarán también los arqueólogos Santiago David Domínguez y Miguel Ángel Muñoz; el catedrático de Historia Medieval de la UNED, Enrique Cantera Montenegro; la profesora Sara Nalle, de la William Paterson University de Estados Unidos; Santiago Catalá, profesor de la UCLM; y Mónica Olalla, profesora e investigadora de la cultura hebrea. Mientras que el sábado habrá numerosas ponencias, el domingo hay programado un viaje a Huete “la ciudad que más judíos tuvo de la provincia”, donde se recorrerán barrios típicos hebreos como el de Atienza.

Los judíos conquenses se vieron envueltos en graves disturbios en 1391. Unos mueren, otros huyen con sus familias, otros puede que se refugiaran en la zona de Tiradores Altos, donde podría haber estado el cementerio, justo en la ladera del Cerro Socorro. En 1492 la mayoría son expulsados definitivamente por orden de los Reyes Católicos. Cuando en el siglo XX se hicieron las obras de la Plaza de Mangana en sus raíces aparecieron restos de la sinagoga mezclados con los de la posterior Iglesia de Santa María, “que curiosamente se levantó para atender a la comunidad conversa”, dice Romero. Algunas de estas yeserías están expuestas en el Museo Diocesano, mientras que el Archivo Diocesano conserva una cábala del siglo XVI.

Hoy casi toda la Cuenca judía sigue oculta. No así su fuerza histórica que sigue intacta a través de los siglos y que expertos de todo el mundo abordarán este fin de semana.