El último proyecto de Pedro C. Cerrillo (Coria, 1951-Cuenca, 2018), en el que el prestigioso catedrático de Didáctica de la Lengua y Literatura e impulsor del Centro de Estudios de Promoción de la Lectura y la Literatura Infantil (CEPLI) se adentró cuando estaba siendo tratado contra el cáncer, tiene una causa solidaria: ayudar a los niños que padecen esta cruel enfermedad. Así, todo el dinero que se recaude con la venta de ‘Arrorró. Antología de nanas hispanoamericanas’ será destinado íntegramente a la Fundación Aladina, que trabaja con niños con cáncer.
“Es un trabajo que Pedro inició en pleno proceso de su tratamiento porque pensaba en cómo poder ayudar a la gente con esta enfermedad, en especial a los niños, para quienes todavía es más cruel. Y todo el mundo que ha colaborado en él, entre ellos la editorial, la tinerfeña Diego Pun Ediciones, el ilustrador, Luis San Vicente, de los que más fuerte están pegando en México, los músicos de Zascandil o el técnico de sonido Iñaki Martínez, lo han hecho altruistamente”, apunta su coautor, César Sánchez Ortiz.
El libro, que se presentó el pasado martes en el Centro Cultural Aguirre, reúne seis nanas tradicionales (tres españolas y tres mexicanas) y una de Luis Rius, poeta taranconero que en 1939 se exilió con su familia a México, cuyo texto representa así el punto de unión entre la cultura de ambos países.
música de zascandil
Y junto a los textos y las ilustraciones tiene un gran valor el enlace, a través de un código QR, a tres canciones interpretadas por los también taranconeros Zascandil en colaboración con la Escuela de Música de Cuenca.
Las nanas que recoge el volumen, cuenta Sánchez Ortiz, son muy representativas de la tradición de canciones para dormir a los más pequeños, “con los elementos comunes como las palabras de cariño hacia el niño, el intento de convencerle para que se duerma y que se tranquilice, de asustarle con menciones al lobo y otros animales, la vegetación”.
Las similitudes son mayores en número que las diferencias. Salvo el vocabulario, donde cambian los nombres de plantas o animales (en las nanas españolas hay alusiones al lobo y en las mexicanos al coyote), “son básicamente iguales”, asegura Sánchez Ortiz, que hace hincapié en que la canción de cuna escrita por Luis Ruis sirve además de perfecto nexo de unión. “Comparte ambas tradiciones, pues tras exiliarse de España la escribe residiendo ya en México”, donde moriría en 1984.
canciones muy vigentes
Pese al transcurrir de los años, las nanas, considera Sánchez Ortiz, siguen muy vigentes. “Quizá porque se cantan en el momento de dormir al niño, que sigue existiendo, mientras que las canciones de juegos y coros tienen menos presencia”.
Destaca, por ejemplo, que muchos músicos, entre ellos cantautores conocidos como Albert Pla o Xoel López, sigan componiendo estas canciones con tanta tradición, o que por ejemplo la banda sonora de “El laberinto del fauno”, de Guillermo del Toro, sea íntegramente una nana.
Eso sí, considera que en su origen tuvieron “muchísima variedad, como muestra este libro, ya que las siete son muy diferentes entre sí, mientras que ahora tienden a estandarizarse más y la gente solo conoce unas pocas nanas”, apenas una docena de las en torno a doscientas existentes solo en España.
‘Arroró. Una antología de nanas hispanoamericanas’, que ya se había presentado en octubre en el marco de la V Jornadas Iberoamericanas de Literatura Popular Infantil organizadas por el CEPLI, supone así una gran oportunidad para adentrarse en nanas no excesivamente conocidas, admirar su construcción y, por qué no, utilizarlas para dormir a ese hijo o a ese nieto que, según qué noches, parece que nunca se va a terminar de dormir.