Para una niña o un niño, probablemente no haya nada más duro que separarse de una madre. Si la desaparición es temporal y, pese a la distancia, existe la posibilidad de hablar por teléfono y de volver a verse pronto, no será tan difícil de sobrellevar. Pero si la madre se marcha no ya a otra ciudad o país, sino al espacio, la cosa cambia. Es de lo que habla “Proxima”, de la directora francesa Alice Winocour, Premio Especial del Jurado en el 67 Festival Internacional de Cine de San Sebastián.
Protagonizada por Eva Green (“Soñadores”, “Dumbo”) y con Mat Dillon en el reparto, el filme muestra a una madre que debe separarse durante varios meses de su hija de siete años para someterse a los duros entrenamientos de la Agencia Espacial Europea antes de emprender el gran sueño de su vida profesional: un viaje a Marte de un año de duración. En ese alejamiento hay añoranza y temor por el resultado incierto de la aventura espacial, pero también ilusión. Y un mensaje claro: ser astronauta no tiene por qué ser incompatible con ser madre.
“Proxima” ha sido una de las numerosas películas dirigidas por mujeres proyectadas este año en San Sebastián, una apuesta probablemente no casual, que llega en unos tiempos de reivindicación de una mayor presencia de la mujer en todos los ámbitos.
Y en el cine cada vez son más: solo en España, a las consagradas Coixet, Bollaín o Querejeta se han sumado nombres como los de Mar Coll, Roser Aguilar, Celia Rico, Arantxa Echevarría o Carla Simón. Otra nueva cineasta a destacar es la barcelonesa Belén Funés, cuyo primer largometraje, “La hija de un ladrón”, le ha valido a Greta Fernández la Concha de Plata a la mejor actriz exaequo con la alemana Nina Hoss.
Acompañada o no en pantalla de su padre, Eduard Fernández, resulta poderosa y convincente en el papel de una veinteañera con un hijo pequeño al que cuida como puede mientras acumula contratos precarios y busca en sus allegados el cariño que nadie parece darle.
Su directora posee las mejores cualidades de los cineastas surgidos de la ESCAC de Barcelona y del cine social de los hermanos Dardenne y de Ken Loach.
La otra actriz ganadora, Nina Hoss, está también impresionante en “La audición”, de la alemana Ina Weisse, donde da vida a una profesora de música con pánico escénico y múltiples dudas volcada hasta la obsesión en pulir el talento que aprecia en un joven violinista mientras su interior y su vida familiar se derrumban. Hoss borda un personaje complejo, lleno de matices.
San Sebastián asistió asimismo al estreno de la valenciana Lucía Alemany, que en “La inocencia” narra el verano de una chica de 16 años (Carmen Arrufat) que sueña con abandonar su pequeño pueblo y marcharse a estudiar a Barcelona para ser artista de circo. Le ahoga la falta de privacidad, tener que verse a escondidas con un chico poco recomendable. La única pega, el personaje del padre (Sergi López), con una agresividad tan caricaturizada que resulta cómica.
También se proyectó “Rocks”, de la británica Sarah Gavron, la historia de una adolescente en un colegio de Londres que ante la marcha, inesperada, de su deprimida madre, tiene que hacerse cargo de su hermano pequeño y emprenderá una huida sin cabeza para evitar que los servicios sociales les separen. Refleja muy bien el comportamiento de los adolescentes y sus contactos a través del móvil con una cámara que, a la manera de Kore-Eda, intenta resultar poética para reflejar la vida cotidiana de sus protagonistas. Aunque el resultado queda lejos de aquella delicia que era “Nadie sabe”.
