El pensamiento del filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1884-1900), muy crítico con la sociedad de su tiempo, ha inspirado a Pedro José Pradillo (Guadalajara, 1969) para crear la veintena de collages (esculturas, cajas y relieves confeccionados con todo tipo de objetos, desde muñecos y matrículas de coche hasta una vértebra de camello) que conforman la exposición ‘Ecce-Homo’, incluida en el ciclo Días de Arte Conquense y que hasta el 12 de marzo se puede contemplar en el Teatro-Auditorio de Cuenca.
Se trata, cuenta este historiador y artista plástico, de recuperar la filosofía de Nietzsche para criticar la sociedad actual en que vivimos, llena de “neoliberalismo, falta de valores y consumismo”.
La reivindicación de la mujer, justo en un momento en el que se encuentra en pleno apogeo el movimiento contra el acoso sexual que se ha hecho llamar Me Too, tiene también su cabida a través de una pintura en la que Pradillo representa el superhombre de Nietzsche con la imagen de una mujer “todavía en gestación, desdibujada”.
Con ello, además de proclamar que “ya está bien de tanto abuso y de tanta violencia”, pretende afirmar que “la mujer tiene que estar en la posición que tiene que estar, no siempre supeditada a la figura del hombre, sino por encima de él”. Aunque Pradillo es técnico de Patrimonio en el Ayuntamiento de Guadalajara y director del Museo Francisco Sobrino de la capital alcarreña, hace dos años decidió retomar su faceta artística por una “necesidad expresiva” de “dar mi visión de como está la sociedad”. Porque “cuando no tienes nada que decir, te callas, pero cuando sí, en mi caso coges la sierra y la cola de carpintero y vuelves a trabajar”.
En este sentido, lamenta que “todos estamos mirando a otro lado menos a donde tenemos que mirar, que es la solidaridad, la comprensión del otro. Porque últimamente la sociedad está constantemente negando al otro por raza, por género, por convicción social, por ideología, por pensamiento. Y yo busco todo lo contrario: hay que mirar al otro y entenderle y poder valorar esas diferencias… Tenemos que comprendernos y ayudarnos”.
Acceso complejo
Adentrarse en las obras de Pradillo no es tarea sencilla. Las asociaciones que realiza en ‘Ecce-Homo’ entre determinados dibujos y fotografías y objetos como dentaduras postizas, coronas de reyes, sapos y peluches obligan al espectador a una profunda reflexión de la que corre el riesgo de no extraer nada en claro. Pero el autor, además de entender que cada espectador “puede crearse su propio relato”, asegura que por muy “surrealistas y dadaístas” que puedan parecer sus obras, “no hay nada por azar, sino que todos los elementos constituyen un relato general, tanto cada obra por separado como en su conjunto.
Quien indage en ellas, encontrará referencias a Nietzche, pero también a la mitología, al Antiguo Testamento y, sobre todo, a otras obras de la historia del arte, como ‘Los síndicos de los pañeros’ (1661), de Rembrandt, a cuyos retratados, miembros de una comisión que controlaba la calidad del paño en las Países Bajos del siglo XVII, define, traslada a la actualidad definiendo como “las élites del poder mirando de una manera que parecen decirnos: ‘No me alteréis el orden’. Pero el orden se está alterando”.
El buscador de objetos
Cada obra, cuenta, nace de “una imagen visual en mi cabeza”, tras lo cual “empiezo a buscar los objetos que me hacen falta para el relato”.
De modo que no se puede hablar de objetos encontrados, como los de Antonio Pérez, el coleccionista afincado en Cuenca también natural de Guadalajara, sino buscados. “Lo que sí que nos une Antonio y a mí es recuperar objetos que no sirven para nada, desechables, y darles una utilidad, un sentido, algo que también sigue un principio ecológico. Pero Antonio es más de sacar el elemento casual del objeto encontrado y detrás de cada una de mis obras hay más una elaboración racional y literaria”.
Esta es la tercera vez que Pradillo expone en Cuenca, una ciudad “encantada” con la que tiene una relación familiar que viene del siglo XIX, cuando “mis antepasados eran estereros en La Alcarria y venían mucho a cubrir las estancias de esteras durante el invierno. La parte de la familia de la que desciendo se quedó en Guadalajara pero yo mantuve una relación que no he perdido”.
Ahora, lamenta, Cuenca especialmente, pero también Guadalajara, tienen un grave problema: la falta de empleo y la consiguiente despoblación. “La única industria que hay en Guadalajara son las plataformas de almacenamiento de las grandes marcas para surtir el mercado madrileño. La situación es crítica”, admite.