A un buen profesional de la cristalería se le presuponen, entre otras competencias, la de trabajar de forma habilidosa y la destreza con el dibujo. En el caso de Juanma Cervera su pericia profesional ha ido más allá y se ha convertido en una de las figuras emergentes de la pintura en Cuenca.
Todo empezó hace siete años cuando decidió apuntarse a la Escuela de Emilio Morales para mejorar en su trabajo y poder perfeccionar los diseños y modelos que llevaba al cristal en su empresa.
Sin embargo, poco a poco empezó a aficionarse y a darse cuenta de que llevaba dentro a un artista y de que tenía madera.
En dos o tres meses se atrevió con el óleo y desde entonces no ha parado de dar vida a diferentes creaciones: de las más sencillas, como paisajes o bodegones, a otras más complejas como retratos o los cuadros en los que se ha especializado: los de temática nazarena.
Su técnica favorita es la de la pintura a capas que requiere de varias sesiones, paciencia y algo de planificación, ya que hay que esperar que las capas sequen para continuar con las siguientes. Por ello, cada obra le lleva tres o cuatro meses e incluso un año, como ha ocurrido con la última, la de Las Turbas, donde aparecen multitud de caras y pequeños detalles. Porque su pintura es, sobre todo, realista como la de su gran referente, el tomellosero universal Antonio López.
Como buen padre de sus ‘criaturas’ le resulta difícil elegir alguna más significativa entre las casi 30 que atesora. “Pintas un cuadro y te encanta, pero el siguiente te gusta un poco más. Por eso es muy complicado decantarse por uno. Quizá diría que el de Las Turbas, pero precisamente por eso, porque es el último”, comenta Cervera.
Intenta sacar todo el tiempo que el día día le permite para seguir creciendo como pintor y seguir creando. “Tengo poco tiempo libre pero voy a clase una hora y media tres días a la semana y el fin de semana sigo pintando”.
Su objetivo más inmediato y un sueño que como artista le gustaría cumplir es poder mostrar al público estos oléos nazarenos, algunos de ellos guardados desde hace cuatro y cinco años. “Mi intención sería poder hacer el año que viene una exposición con una quincena de obras en el Museo de la Semana Santa, que es el sitio idóneo, y durante la Cuaresma que es un periodo muy especial para los conquenses”.
Tampoco descarta presentarse en un futuro al concurso del cartel de la Semana de Pasión y que su creatividad ilustre una tradición que vive desde pequeño y que está muy arraigada en su familia. Entre sus carteles preferidos menciona el de su maestro actual, Emilio Morales, de 2003, u otros como el de 2010 de Tomás Bux o Javier Barrios de 2012.
Respecto al de este año, del albaceteño Jesús Soriano, dice que “felicito ante todo a su autor y soy respetuoso, pero después de vivir en primera persona las muchas horas que lleva pintar un cuadro o dibujar sobre una vidriera, creo que no ha invertido tiempo”, se sincera.
Quizá pronto la obra de este cristalero que ha llevado su arte del vidrio al lienzo presida los escaparates de todos los establecimientos de la capital anunciando la Semana Santa.