El pasado 5 de julio nos dejaba, tras una larga enfermedad, el catedrático de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la UCLM y doctor en Filología Hispánica Pedro C. Cerrillo, un referente de la literatura infantil cuya actividad investigadora ha sido internacionalmente reconocida con distinciones como el segundo Premio Nacional de Literatura Infantil a la mejor labor crítica del año (1981) y le llevó a ejercer de profesor invitado en diversas universidades mexicanas, colombianas y argentinas y de profesor visitante en la Hougthon Library de la Universidad de Harvard.
Además de contribuir a la creación, en 1999, del Centro de Estudios de Promoción de la Lectura y Literatura Infantil, CEPLI, con sede en la Facultad de Educación y Humanidades de Cuenca, Cerrillo lideró el grupo de investigación Literatura Infantil y Educación Literaria (LIEL) y los proyectos ‘La LIJ española en el exilio mexicano’ y ‘Del texto oral al texto escrito. El Cancionero popular español’.
Académico numerario de la Real Academia Conquense de Artes y Letras (Racal) y con estudios de Periodismo, fue asimismo promotor de las Jornadas Iberoamericanas de Literatura Popular Infantil, de modo que no hay mejor marco para recordar su figura que la quinta edición de un encuentro que el Campus acoge hasta el sábado y que se clausurará con una mesa redonda en tributo a su persona bautizada como ‘La voz de la memoria’ en la que intervendrán Victoria Sotomayor (U. Autónoma de Madrid), Ramón Llorens (U. Alicante), Gemma Lluch (U. Valencia), Mª Teresa Miaja (UNAM, México) y Amando Valero (U. de Murcia), a quienes Las Noticias ha pedido unas palabras sobre el fallecido profesor.
Para Victoria Sotomayor, hablar de Pedro C. Cerrillo es hablar de “una figura imprescindible en los estudios sobre literatura infantil, lectura y educación literaria y en la formación de mediadores”. Su grandeza, añade, “no está solo en su trabajo individual, con ser valioso en sí mismo, sino en su capacidad para formar equipos, tejer redes y potenciar el trabajo de otros muchos en un efecto multiplicador que ha merecido el reconocimiento nacional e internacional”.
Ramón F. Llorens, por su parte, destaca que Pedro Cerrillo “contribuyó a consolidar académicamente el campo de la didáctica de la literatura” con unos estudios que “sistematizaron aspectos que resultaron novedosos y hoy se consideran imprescindibles para quien quiera aproximarse a este tema”.
Destaca, especialmente, su apuesta por la investigación, la reflexión y el rigor para fundamentar una disciplina, al tiempo que la “relación fluida” que mantuvo con la sociedad mediante programas divulgativos. “La relevante labor de Pedro Cerrillo permanece como un modelo de generosidad, de investigación y de acción educativa”, señala Llorens.
Amando Valero hace hincapié en su “respeto y defensa a ultranza de las Humanidades. Su estrecha vinculación con la lectura y con la educación ha propiciado una ingente variedad de docencia e investigación plasmada en textos que, sin duda, son una referencia para aquellos estudiosos que, a lo largo de todas las latitudes del planeta, se interesan por estas temáticas fundamentales para la formación de las personas”.
Hablar de Pedro Cerrillo es, para López Valero, “hablar de literatura infantil. Su interés por la disciplina y su afán por reivindicar su espacio en el mundo literario es algo digno de elogio. Las personas que se aproximan a la literatura infantil optan necesariamente por sus excelentes aportaciones décadas: él está en la base de las nuevas investigaciones en esta disciplina”.
Termina calificándole como “un excelente docente, investigador y gestor pero, sobre todo, como un humanista, defensor de la palabra, de la lectura, y del legado cultural que, a través del conocimiento y de las manifestaciones artísticas, las sociedades han ido generando”.
Maestro con mayúsculas
Finalmente, para el director de las jornadas, César Sánchez Ortiz, Cerrillo es “un Maestro con mayúsculas, en todos los sentidos que se le pueden dar a esa palabra. Un hombre leal, una persona educada y respetuosa, un docente entregado, un gestor honesto, un director que exigía en la misma proporción que daba confianza, una mano siempre tendida a ayudar, un investigador riguroso e incansable, una madre y un padre, un amigo, una palmada en la espalda, una mano en el hombro, una palabra de aliento, un abrazo…”
Pedro, añade Ortiz, “abrió camino en el mundo de la literatura infantil cuando muy poca gente, y menos a nivel académico ni, mucho menos, en investigación, trataban con respeto esta materia. Creó y dirigió de manera admirable el único centro universitario español de estas características, el CEPLI, consiguió que Cuenca cuente con la mejor biblioteca en fondos y estudios de literatura infantil y juvenil del país y de las mejores de Europa. Y fue todo un pionero en la investigación de la literatura popular de tradición infantil”.