Es, sin lugar a dudas, la joya de la Catedral de Cuenca y, desde hace unos días y hasta el mes de diciembre, puede ser admirada por todo aquel que se acerque a la Catedral de Burgos a disfrutar de la vigésimo quinta edición de la exposición de Las Edades del Hombre titulada LUX. Se trata del báculo de San Julián, una singular y exquisita obra de arte de finales del siglo XII que ha sido cedida por el Cabildo Catedralicio para esta espectacular muestra, que reúne un total de 120 obras de arte de un total de 26 catedrales de todo el país.
El báculo del Patrón de la ciudad de Cuenca se encuentra expuesto en la parte alta del claustro de la Catedral de Burgos desde el pasado 29 de junio, tras la inauguración de la muestra por Su Majestad el rey Felipe VI, y permanecerá ahí hasta finales del presente año.
El director de la Catedral y del Museo Diocesano de Cuenca, Miguel Ángel Albares, no duda en mostrar su satisfacción por el hecho de que esta maravillosa obra de arte forme parte de la edición de este año del ciclo expositivo del proyecto cultural Las Edades del Hombre. Y es que, tal y como recalca, en esta magna exposición se encuentran las piezas de arte más sobresalientes de todas las catedrales españolas. De ahí que sea de la opinión de que “esta participación no solo prestigia a la pieza, sino que también las Edades del Hombre ganan prestigio con estas piezas”.
No en vano, según subraya, se trata de “una pieza medieval de un altísimo valor artístico, así como sentimental y religioso, puesto que no deja de ser una reliquia al ser el báculo de un santo, de ahí su importancia para nosotros”,
De todos modos, no es la primera vez que el báculo de San Julián se exhibe en una exposición, puesto que, según recuerda Albares, ya formó parte de dos exposiciones en la capital, una en 1956, junto al báculo del primer obispo de Cuenca, Juan Yáñez, y otra titulada ‘San Julián, ocho siglos en Cuenca’ en el año 2008. Pero éstas no son las únicas salidas de esta pieza de su lugar habitual en el Museo Diocesano al mantener su uso litúrgico. Y es que también se utiliza en grandes celebraciones, donde es portado por el prelado de la Diócesis, como puede ser en la Misa Mayor de San Julián, el 28 de enero, festividad del Patrón de la ciudad, o el Día del Corpus Christi, entre otras.
BÁCULO DE SAN JULIÁN
Esta exquisita pieza de cobre dorado y esmaltado de finales del siglo XII y de autor anónimo perteneciente al taller de orfebrería de Limoges (Francia) representa la victoria de San Miguel sobre el dragón, según el relato de la Apocalipsis. Destaca la rica ornamentación en esmalte campeado en color azul oscuro con detalles de blanco y rojo con el que han sido figuradas las escamas del dragón o serpiente primordial que da cuerpo a Satanás vencido por el ángel alado y nimbado.
Vestido con túnica ricamente ornamentada en el cuello y franja central, lleva recogido el manto o la toga sobre el brazo derecho, cuya mano sostiene la esfera, símbolo de la resurrección y triunfo sobre aquel mal encarnado sobre la serpiente, cuya derrota y caída a la Tierra señala enérgicamente con el índice de la mano izquierda. Dando forma a la voluta superior, enroscada sobre sí misma, parece que aquella surge del mundo bergetal terrestre, oscuro y profundo, sugerido tanto por la guirnalda de hojas doradas sobre el fondo azul que decora la porción vertical del báculo como por el ornato en relieve del asa dorada, que para refuerzo une el dorso crestado del monstruo con su vientre, el cual parece emerger como entre los pétalos de una flor abierta.