El Festival de Cine de San Sebastián incluye en su programa oficial una película sorpresa que se programa en las últimas jornadas y cuyo título no se da a conocer a los medios hasta el día anterior al estreno.
Evidentemente la organización intenta dar la campanada, y este año se consiguió con Joker, que venía de alzarse con el León de Oro, el máximo galardón, con todos los parabienes de la prensa incluidos, otorgado por el Festival de Venecia, el más antiguo de cuantos eventos cinematográficos pueblan la geografía terrestre.
El film viene firmado por Todd Phillips, quien después de haberse especializado en la comedia paródica y desmadrada, con tres resacones incluidos, cambia de registro para intentar patentar un nuevo género, el pantodrama, porque partiendo de los personajes creados por los autores del cómic Batman, Joker es en realidad un sombrío melodrama que rastrea la génesis de un villano que ha hecho de la pantomima su seña de identidad, y que la película explota hasta el paroxismo.
La película se aparta considerablemente de las creaciones que hasta la fecha se han presentado del personaje. Múltiples versiones que hemos podido ver en la pantalla, con Joker enfrentado a su némesis, Bruce Wayne, al que un trauma infantil le provocó un pánico a los murciélagos que le llevó a enmascararse tras la apariencia del único mamífero que vuela para limpiar Gotham de malhechores nocturnos.
En este sentido ambos personajes tienen una trayectoria personal bastante paralela, lo que en la película se ofrece trufado de referencias que harán las delicias de los batmanianos.
Por lo demás estamos ante el drama de un enfermo psiquiátrico que intenta ganarse la vida como payaso, y al que los recortes sociales han dejado sin atención sanitaria ni medicamentos. Comparte la miseria de su existencia con su anciana madre, a la que cuida con mimo. Hasta que casualmente descubre sus orígenes y su desgraciada trayectoria vital, lo que junto al permanente maltrato que sufre por parte de algunos compañeros y de una estrella de la televisión le deja expedito el camino de la venganza, y su paso al “lado oscuro de la fuerza”.
Todo ello narrado con pulso firme y Completa el entorno sombrío y fétido de la historia una huelga del personal de la basura que convierte las calles de Gothan en un montón de bolsas de residuos.
Joker es el film de un único actor, presente prácticamente en todos los planos, y por cuyo trabajo Joaquin Phoenix ha sido unánimemente alabado. No es para menos, el desequilibrio mental del personaje da pie a todo un repertorio de gestualidad facial y corporal, solo al alcance de algunos genios de la interpretación, aunque puestos a elegir yo me quedo con aquellos actores que son capaces de expresar las emociones sin aparentemente mover un músculo, cuando tengan oportunidad de ver una película protagonizada por Henry Fonda (por tomar solo un ejemplo) sabrán a qué me refiero.
