Isham vive inmerso en un sueño hasta que se decreta en su país el estado de alarma debido a la irrupción en el mundo de la Covid-19. Esta es la carta de presentación de La vida cabe en un pen drive, el nuevo libro del Ismael Valencia Cañas (Cuenca, 1975), en el que realidad, fantasía y pesadilla se entremezclan y con el que el autor se estrena en la novela negra.
El conquense rescata en este libro, que se desarrolla en este “año apocalíptico”, a Isham, protagonista de sus dos anteriores libros, Creíbles... pero inciertos y Matiz púrpura, y una especie de alter ego del propio autor. No obstante, Valencia puntualiza que no están concebidos como una saga.
El trastorno del sueño que el personaje empieza ya a sufrir en la obra Matiz púrpura, conocido como parálisis del sueño, se acrecienta en esta nueva novela, dejando pasajes verdaderamente angustiosos cuando la mente del protagonista despierta pero su cuerpo no le responde.
Para el autor, esta novela debería “suscitar la empatía de los que se han jugado la vida por los demás en los hospitales, por sus congéneres y por uno mismo tras la disparidad de sensaciones e impresiones que medio mundo ha vivido en muchos momentos durante estos dos años 2020-2021”.
La vida cabe en un pen drive es el resultado del confinamiento aunque el autor no se puso manos a la obra con la redacción hasta después de ese periodo tan duro de la pandemia. “Estaba en Alicante y me vine en marzo una semana a Cuenca cuando nos confinaron. Me tiré aquí hasta el verano y empecé a escribir después”, rememora ahora el escritor.
De hecho, la novela comienza haciendo alusión justo a la jornada en la que se decretó el estado de alarma, cambiándonos drásticamente la vida: “El día de marzo que marcaba el calendario debería haber sido un día más”. Pero no lo fue y, a partir de ahí, comienza el suspense en la obra.
El libro tiene tintes conquenses ya que se recuerda la infancia del protagonista en un pueblo de Cuenca y en él también aparece el IES San José de la capital.
Otra de las recientes obras del autor es el poemario Serendipia, encuéntrame, que también tiene su espacio en La vida cabe en un pen drive dado que Valencia ha incluido dos poemas en esta novela negra, finalizando justamente con uno de ellos el libro.
Pero ¿cómo sentó el confinamiento al propio autor, un nómada empedernido? “Me permitió crear”, asegura, explicando que frente a toda la libertad que el periodo más duro de la pandemia nos quitó, esta etapa nos dio sin embargo más tiempo para dedicarnos a nuestros hobbys: “Pude leer aún mucho más de lo que leo habitualmente y corregir libros anteriores”.
Este nuevo título se suma a los libros Hedonista 235, Escalera de color, y los citados Creíbles... pero inciertos y Matiz púrpura -en esta novela cita una entrevista con Las Noticias de Cuenca-. También es autor de los poemarios Ósculo, Kinestesia, Así soy, así siento -además de Serendipia, encuéntrame-, así como del cuento infantil La letra con ilustraciones entra.
El conquense trabaja ya en otro libro que confía en que sea “más distendido, más placentero y no haya tanta tragedia” como en esta novela nacida en la pandemia. “Espero escribirlo ya desde el principio de la tranquilidad”, anhela.
Para Valencia, la escritura “es un mecanismo de autodefensa frente a las injusticias, las adversidades, una especie de chaleco antibalas contra lo ineluctable. Un emoliente natural contra las dolencias más internas del pensamiento”.