Grau Santos: un figurativo en la ciudad del abstracto

El pintor Julián Grau Santos (Huesca, 1937), desde joven muy vinculado a Cuenca, donde vivió en los años sesenta en plena efervescencia del arte abstracto (aunque él es figurativo), es desde el pasado jueves protagonista por partida doble: la Real Academia Conquense de las Artes y Letras (Racal) le ha hecho entrega de la distinción de Académico de Honor y la Sala Acua de la UCLM, en la calle del Colmillo, le dedica una exposición que recorre parte de su extensa trayectoria e incorpora varias obras inéditas, algunas de aquella etapa en Cuenca en la que retrató sus paisajes y sus gentes.
“Para mí es un honor que se acuerden de mí para hacerme académico y darme la oportunidad de hacer una exposición diferente a todas las que he hecho, que incluye algunos cuadros de mis primeros años en Cuenca, en los que pinté a algunos de mis vecinos, que creo que sorprenderán porque muchos todavía no habían salido de mi estudio”, contaba, antes de su visita a Cuenca, vía telefónica desde Madrid, donde está afincado desde finales de los setenta tras, como buen viajero, haber vivido también en ciudades como Zaragoza y Barcelona.
Grau Santos, especialmente conocido por sus retratos, paisajes y bodegones, y al que el escritor Raúl Torres dedicó el libro ‘La Cuenca de Grau Santos’, nunca se ha considerado, en absoluto un pintor clásico, sino “moderno, porque vivo, y me gusta toda la pintura de buen gusto, la abstracta y pintores como Mondrian, Matisse, Bonart, Picasso. Siempre he sido muy abierto”.
Pese a las diferencias de estilo, Grau Santos recuerda la buena relación que en aquellos años de su juventud en Cuenca mantuvo con los pintores de arte abstracto. “A mí siempre me ha gustado el arte abstracto. Otra cosa es que algunos de ellos fueran más cerrados. No así Fernando Zóbel, que tenía una gran cultura y gusto por la pintura y le gustaba mucho lo que yo hacía. Me llegó a encargar un retrato suyo para la Tabacalera en Filipinas, compañía de la que era presidente honorario”, recuerda.
De aquella etapa, destaca también la amistad que trabó con Antonio Saura y Gustavo Torner, “los primeros que me recibieron”, su contacto con otros autores como Gerardo Rueda y Antonio Lorenzo y, en definitiva, la “época fantástica” que la capital vivió en una década que desembocaría en la inauguración del Museo de Arte Abstracto Español en 1966, de la que este año se cumple el cincuenta aniversario.
Entre los pintores conquenses actuales cita a Miguel Ángel Moset y Emilio Morales. Y también al “magnífico” fotógrafo Santiago Torralba, que ha confeccionado el catálogo de su nueva exposición. Y no se olvida, tampoco, del galerista Santiago Catalá, que cuenta con obra suya.
A sus 79 años, asegura que sigue pintando diariamente. “Ahora todos sabemos que estamos en crisis, y que se vende menos, pero sigo luchando y vendiendo, en la palestra”, cuenta.
Y, como espectador, asegura seguir la actualidad artística a través de las exposiciones y las críticas. “Me pueden gustar o no, pero no pierdo la curiosidad”, concluye este reconocido pintor.