Pasado el ecuador de la muestra, lo visto hasta ahora ha constatado la notable calidad cinematográfica de los títulos programados por la vigésima edición de la Semana de Cine, descubriéndonos algunos de los títulos que en unos meses estarán compitiendo por los premios que otorga la Academia.
Durante la jornada previa del lunes se procedió a la inauguración de una exposición que recorre toda la obra del cineasta donostiarra Iván Zulueta, en su labor de creador gráfico como cartelista de cine, probablemente el último representante de una forma de expresión artística ya prácticamente finiquitada. La exposición puede visitarse en el Centro Cultural Aguirre hasta el día 1 de diciembre.
Durante la misma sesión, se presentaba el libro, editado por el sello La Fragua del Trovador, Locos de cine y otros relatos, de Pablo Pérez Rubio, que tras haber desarrollado una importante labor historiográfica y crítica en torno al séptimo arte, con números trabajos publicados, debuta en el campo de la creación literaria pero sin abandonar el cine como leitmotiv de su mirada irónica.
Cine de primera división
El martes comenzaba la sesión con el cortometraje La inútil, tras la cual se presentaba la película vasca Handia, interesante propuesta que nos acerca a la peripecia de un personaje real conocido como ‘El gigante de Altzo’ centrándose en la relación con su hermano Martín, papel interpretado por el actor Joseba Usabiaga, que se desplazó a nuestra ciudad para presentar el filme y explicar algunas de las claves utilizadas por los directores Aitor Arregi y Jon Garaño a la hora de filmar a una persona que nunca dejó de crecer, llegando a alcanzar 2,42 metros.
También pudimos descubrir uno de los títulos más esperados, El autor, una historia firmada por el almeriense Manuel Martín Cuenca que atrapa al espectador en los primeros fotogramas para asistir al despliegue y entrega de Javier Gutiérrez dispuesto a echarle huevos al papel con tal de atrapar las esquivas musas (en forma de vecinos) que inspiran la creación literaria. Los espectadores se quedaron tan sorprendidos del giro final de la historia que se quedaron inmóviles en sus asientos, sin poder moverse, hasta la terminación total los títulos de crédito (bastante duraderos, además), aunque es muy posible que los acordes compuestos por José Luis Perales, con la colaboración de su hijo Pablo, que acompañaban a los nombre finales, tuviera algo que ver en la actitud del público.
El martes empezaban las proyecciones con el cortometraje Vampiro, de la mano de su protagonista Irene Anula, la brillante actriz conquense que lo protagoniza; haciendo, además, partícipes de su drama a los espectadores de nuestra ciudad, pues no solo presta su nombre al personaje para implicarse, si cabe, más en la historia, también su origen, situando de esta manera a Cuenca en la acción, aunque sea de forma tangencial.
Inmediatamente después, el productor Pedro Hernández presentaba la película La vida y nada más, dirigida por profesor de cine afincado en Florida Antonio Méndez Esparza. Después de pasar por los festivales de Toronto y Roma, ha ganado el prestigioso premio Fipresci en el Festival de San Sebastián, así como el galardón a mejor película en Albacete (Abycine); además, un día antes de proyectarse en Cuenca recibía dos nominaciones para optar a los Independent Spirit Awards, una especie de premios Óscar que reconoce los mejores trabajos del cine independiente, el que se realiza al margen de la gran industria norteamericana, normalmente con presupuestos bastante limitados. La película es un drama con una fuerte carga social (y trasfondo político) filmada en un tono realista que llega a sentirse casi de forma asfixiante, como un estilo para forzar la empatía (o rehúso en su caso) con los personajes. La vida y nada más vuelve a proyectarse el sábado a las 19:15 horas en la sala 3 de los Multicines Odeón.
Pero aún quedan historias para no perdérselas. El viernes día 24 vuelven a proyectarse las dos películas que podríamos calificar de “no ficción”, aunque tampoco son documentales al uso, pues ambas incluyen elementos narrativos en su desarrollo. Donkeyote está dirigida por el castellano-manchego Chico Pereira, y nos acerca a la figura de un moderno Don Quijote de travesía por la América profunda.
Por su parte, la fama precede la primera película larga de Gustavo Salmerón como director, titulada Muchos hijos, un mono y un castillo, que Irene Anula recomienda no perderse.
