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Historia

La convivencia de las tres culturas fue una realidad en la Cuenca medieval

Los arqueólogos Miguel Ángel Muñoz y Santiago David Domínguez han participado en el simposio internacional organizado por Cuenca Abstracta sobre la Cuenca judía
La convivencia de las tres culturas fue una realidad en la Cuenca medieval
Restos de la sinagoga judía. Foto: Ayto de Cuenca
26/11/2017 - Nuria Lozano

Los barrios judíos formaban parte de las ciudades castellanas y solían estar situados intramuros, teniendo sus propias murallas para la defensa interna de sus bienes. En el caso de Cuenca, queda muy clara la existencia de la aljama de judíos por los numerosos artículos que el Fuero contempla para ellos.

Como señala el arqueólogo Miguel Ángel Muñoz, “una gran ciudad medieval como lo era Cuenca no podía entenderse sin su judería”. En su conferencia dentro del simposio internacional 'Sefarad, camino de ida y vuelta' que organizan Cuenca Abstracta y la UIMP y se celebra este fin de semana en la capital, ha insistido en que antes de su expulsión las comunidades judías estaban plenamente integradas en las sociedades.

“La convivencia de las tres culturas que tanto se anhela ahora fue una realidad en la Edad Media”, señala. Por ello, él y su compañero Santiago David Domínguez han mostrado, desde la perspectiva de la arqueología, la judería en el contexto de la ciudad.

Según sus estudios, la zona que acotaba la muralla que daba vida a esta judería la ocupaban la Plaza y cuesta del Carmen; las viviendas de la actual calle Alfonso VIII en su último tramo; los edificios que ocupaban el llamado túnel de la Merced; las viviendas situadas en la propia plaza de la Merced, detrás de lo que actualmente es el Museo de las Ciencias y las que ocupaban la calle llamada del Alcázar y la de Mosén Diego de Valera completa. Había además dos puertas de entrada y salida y una torre.

Los límites de la judería conquense llegaban desde la Zapatería Vieja donde se abriría una puerta para todo el adarve, por la Alcaicería, en lo que ahora ocupa el Carmen, luego la del Concejo Viejo y Pellejería, hasta la propia Hoz del Júcar por el exterior.

ZAPATERÍAS

Hoy, uno de los vestigios más importantes es el de los restos de esta muralla sobre la que se apoyan todas las viviendas de la calle Zapaterías. “Cuando los vecinos hacen obras y pican la pared lo que aparece detrás son las piedras que pertenecieron a la muralla de la judería”. “Cuando ven la luz estos restos hay que hacerle el correspondiente seguimiento arqueológico, documentarlo y que no se toque para preservarlo”.

Por desgracia, tal y como constata Miguel Ángel Muñoz, hay pocas referencias más en la ciudad de la presencia judía “ya que al ser un solar intramuros tan pequeño se ha ido construyendo encima y es complicado que aparezcan más hallazgos”.