La sala de exposiciones del Colegio de Médicos acogerá hasta el próximo 15 de enero la obra del pintor Luis Feito. Una nueva exposición temporal con fondos de arte gráfico que la Fundación Antonio Pérez de Cuenca ha prestado con motivo del convenio de colaboración que desde hace unos años existe entre ambas instituciones.
El presidente del Colegio de Médicos, Carlos Molina, ha agradecido la predisposición de la Fundación Antonio Pérez para continuar el ciclo de exposiciones en la sede colegial. Durante la inauguración, este viernes, el diputado del Área de Acción Territorial y Servicios de Cuenca, Francisco Javier Parrilla, puso de relieve la importancia de la exposición de Luis Feito, a la que calificó como “uno de los grandes tesoros de la Fundación”.
En el acto de inauguración también estuvo presentes Cirilo Novillo, director de la Fundación Antonio Pérez y que hizo un breve repaso de la trayectoria del pintor madrileño, y el alcalde de Cuenca, Ángel Mariscal, quien puso a disposición del Colegio de Médicos los fondos del Ayuntamiento para la organización de otra exposición durante 2018.
Obra Gráfica
En el año 2006, con motivo de la inauguración del Museo de Obra Gráfica de San Clemente, Luis Feito realizó una donación a la Fundación Antonio Pérez de una colección de más de treinta grabados, que el artista realizó entre el periodo comprendido desde su vuelta de Nueva York a España en los primeros años de los noventa hasta el 2004 aproximadamente.
Se trata de obras pertenecientes a varias series tituladas Peñalara, Octubre, Camorritos, Pingarrón, Beijing o Guilin y, en concreto, en esta exposición se muestran 29 aguafuertes y puntas secas en los que se funden la abstracción geométrica representada por círculos, cuadrados y triángulos, las formas preferidas de Feito, junto con una solemne gestualidad, donde ninguna de estas dos vertientes domina sobre la otra y tienen plena autonomía dentro del espacio pictórico.
En estas obras el artista refleja una serie de paisajes geográficos reales de su memoria a través de la utilización del rojo y negro vibrantes sobre fondos blancos, muchas veces atravesados por bandas negras que remiten a la influencia del arte oriental y el mundo Zen que el artista empezó a conocer en los años sesenta durante su estancia en París.