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Carlos Saura

Carlos Saura: el hombre coraza

El documental Saura, dirigido por Félix Viscarret, es proyectado estos días en el 65 Festival Internacional de Cine de San Sebastián
Carlos Saura: el hombre coraza
30/09/2017 - G.D.

Un video casero familiar fechado en 2002 donde el cineasta Carlos Saura filma a su mujer Eulalia Ramón y a su hija Anna en una habitación de un hotel de El Cairo, y en el que la primera aparece radiante y la segunda, que entonces rondaría los ocho años de edad, infantil y juguetona, con su risa mostrando abiertamente su boca sin casi dientes, es uno de los momentos más emotivos del documental Saura (S) dirigido por Félix Viscarret (Bajo las estrellas, Vientos de la Habana) proyectado estos días en el 65 Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

Son unas imágenes que atrapan un breve momento de felicidad que parece imposible contemplar sin sentir nostalgia por el tiempo que tan rápidamente se les escapa, a sus protagonistas pero también a nosotros mismos, de las manos.

Y uno podría pensar que un documental que trata de acercarse a la vida más íntima y familiar de un hombre que el 4 de enero de 2017 cumplió 85 años y que además de dirigir películas y musicales que han recorrido el mundo como La Caza, Peppermint Frappé, Cría Cuervos, Deprisa, deprisa o Tango es padre de seis hijos y una hija concebidos con cuatro mujeres diferentes está llamado a derrochar nostalgia, pero no es el caso. La razón: la enorme coraza con la que este oscense nacido en 1932 que en 1958 debutó en el cine con el documental Cuenca se muestra durante todo el filme pese a la insistencia tanto de su director como de su mujer e hijos, indispuesto a hacer púbicas cuestiones de su vida privada ni a mirar al pasado más de la cuenta. “Ahora sois más feos, pero qué le vamos a hacer, ¡cómo pasa el tiempo!”, se limita a decir ante el visionado de unas fotos de cuando sus hijos eran niños un Saura muy dado a utilizar la ironía como arma para evitar desnudarse sentimentalmente.

A través de las intervenciones de sus hijos y de su mujer también queda patente como Carlos Saura ha sido, en general, un hombre sobre todo dedicado a la dirección de sus películas, a sus fotografías, a sus collages. Alguien al que “le gusta mucho aislarse” y que cuando habla con sus hijos está más interesado en comentarles sus propios proyectos que en preguntarles por su vida. Una forma de ser no obstante bastante común entre los españoles de su generación, que padecieron la guerra y la dictadura franquista, según da a entender el propio documental. Un motivo por el cual supongo que no es casual que Félix Viscarret, nacido en 1975, a las puertas de la democracia, se muestre a sí mismo paseando por la ciudad en compañía de sus hijos, camino o de vuelta de la escuela.

Y aunque el filme también retrata a Saura como alguien nada dado a revisar sus propios filmes (bien porque, como él asegura, lo que le gusta es mirar hacia adelante, bien para protegerse de la nostalgia) lo que está claro es que los demás sí podremos seguir degustando su amplia filmografía, donde en ocasiones sí hay cabida para la nostalgia y los sentimientos e incluye escenas memorables algunas de las cuales se reproducen en este documental como esa huida de Ángela de su vida marginal en el barrio madrileño de Villaverde con la que finaliza Deprisa, deprisa; la despedida de su hija pequeña (Ana Torrent) del padre de familia que necesita vivir solo al que interpreta Fernando Rey en Elisa, vida mía; o ese José Luis López Vázquez de La prima Angélica que al regresar a su tierra natal para asistir al entierro de su madre recuerda como de niño les decía a sus padres que quería estar siempre con ellos y como, ya entonces, su madre le respondía que no era posible.