A las ocho de la tarde todavía daba el sol fuerte sobre el escenario del Parador, algunas personas se abanican con el cartel del concierto, otras lo utilizan para protegerse de los últimos rayos que salen detrás del casco. Los siete componentes del grupo empiezan a tocar temas folk y tradicionales. «Es muy raro no ver vuestra sonrisa» dice la voz del grupo, Javi Collado, a la gente con mascarillas sentada en las sillas en respeto de la distancia de seguridad. En las últimas filas, un grupo de personas coloca un cartel de la asociación Asociación Plural LGTBI Mancha Centro como símbolo de cercanía a la estrella de la noche. Al otro lado del público, Rodrigo Cuevas está dando palmas mientras espera su turno para brillar, la cabeza cubierta con una gorra roja.
En el escenario, suena El Baile, ese pasodoble un poco punky de Zas!! Candil y la gente a las que el protocolo antiCOVID prohíbe moverse de sus sillas, sigue el ritmo con la manos. El público canta a coro la versión de la canción Gallo Rojo, Gallo Negro de los Zas!! Candil Folk. La música refresca el anochecer con percusiones, trompetas, guitarras y trombones.
Al anochecer, llega la hora de Rodrigo Cuevas. Sale del Parador con una hermosa bata de seda roja. En su mano una rama de lavanda. Sube con paso felino hasta el escenario, flotando sus madreñas sobre el suelo.
Empieza a bailar como una mariposa de color rojo sangre los temas de folk electrónico de su último espectáculo, “Trópico de Covadonga”. Dice pícaramente que en sus conciertos, en ese Trópico ficticio y a la vez real, la gente suda. Todo el mundo ríe y pide que continúe contando y cantando historias de mujeres de su tierra. Trata irónicamente de “hundir la moral del público” con estas historias de amor y de dolor. Rodrigo Cuevas es una montaña rusa de emociones fuertes, de sensualidad, de pasión, de frustración, de risas a carcajadas, de autenticidad.
Entre rumbas, panderetas, gimnasia para el suelo pélvico, músicas tradicionales, cerebros reptilianos, olas de brazos, cuentos de Asturias, luchas civiles, aullidos, acordeones y la palabra de la Tarabica, el jardín de entrada del auditorio se transforma en un cabaret de emociones y poesía.
Un cabaret donde la sorpresa y el giro es constante “que es capaz de cambiarlos la raya del pelo de lado”. El folclorista Jesús Tejas sube al escenario, junto con Javi Collado de Zas!! Candil Folk, para convertir la noche en una fiesta, una batalla de gallos folk a la manera tradicional, con el mismo objetivo que tuvieron siempre las generaciones que nos precedieron, como dijo Rodrigo Cuevas para concluir “con el único objetivo de alcanzar la belleza”.