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Escultura

Ángel Bascuñana, autodidacta del hierro

La obra de este conquense se exhibe en la Catedral hasta finales de septiembre con piezas que van desde esculturas a tamaño real a cuadros en relieve
22/09/2019 - Mario Gómez

“No me dedico a esto, dentro del taller donde desarrollo mi trabajo principal, tengo un pequeño espacio donde desarrollo esta afición, es una manera de distraerme y liberarme”. Así describe el conquense Ángel Martínez Bascuñana (Villar de Olalla, 1957) su hobby por el arte moldeado en hierro que puede verse hasta finales del mes de septiembre en la Catedral de Cuenca, con un conjunto de unas trece piezas que se componen desde un gran cuadro que representa la crucifixión de Cristo hasta esculturas a tamaño real de un peregrino del Camino de Santiago, un guardia civil o un turbo, pasando por cuadros en relieve de tres dimensiones con paisajes del Júcar o la Plaza Mayor en plena época de San Mateo.

Las piezas no escatiman en detalles gracias a la labor de este autodidacta del hierro que asume el “perfeccionismo que siempre quiere tener un artista con su obra, a veces, el detalle más pequeño he tenido que repetirlo unas cuatro o cinco veces, pero hasta que no quedaba como a mí me gustaba, no he parado. Soy muy exigente conmigo mismo porque me gusta añadirle importancia a ciertos aspectos o terminaciones de la figura, aunque eso me lleve más tiempo del deseado y llegue a ser frustrante en alguna ocasión, pero al final, el empeño prevalece”, indica Ángel.

De esta forma, las arrugas o pliegues de las túnicas en esculturas como la de la Virgen de la Luz, patrona de Cuenca, o los detalles más característicos como la alfombrilla del peregrino, las correas, la botella de agua son alicientes para disfrutar de esta obra que discurre por el templo conquense.

CALOR Y ESFUERZO

“Todo está hecho en chapa de hierro y acero, a partir de ahí, se calienta, se suelda, se moldea y golpea hasta que coja la forma. Es un trabajo que puede durar unos meses o todo un año, desde la primera pieza realizada de la exposición hasta la más reciente, hay unos 18 años en total de trabajo”, explica el artista.

Una de las obras que más llama la atención es un mosaico de dos metros de alto por otros tres de ancho donde sobresalen las figuras de Don Quijote y Sancho Panza con sus corceles, Rocinante y Rucio, sobre un fondo que mezcla a la lejanía el monumento de las Casas Colgadas con el paisaje manchego de los molinos. “Es una pieza especial, porque es de las primeras que hice y tiene varios materiales reciclados que conforman los cuerpos de los protagonistas, como material de arado, tubos de escape o muelles”, explica el autor.

Es precisamente ese carácter de transformar lo que unos creen en desecho o despiece en formas y esculturas lo que le llevó a este conquense a desarrollar su labor creativa: “No tengo formación artística, pero de joven siempre me gustaba mucho pintar, pero uno crece y debe atender otras cosas, un trabajo, la familia. A raíz de ver otras figuras de materiales reciclados, empecé a probar. Lo primero que hice fueron avestruces y garzas con tubos de escape y depósitos de extintores, pero a partir de ahí fue probando más cosas y trabajando más materiales hasta alcanzar lo que está aquí hoy”.

La obra de Bascuñana ya estuvo expuesta con anterioridad en la Diputación de Cuenca, pero él mismo reconoce la importancia del salto que supone para su labor el que esté ahora en la Catedral de Cuenca, adjuntando como novedades los paisajes del Júcar visto desde el puente de Los Descalzos, con detalles de la maleza sobresaliendo del cuadro, una representación de la antigua Torre de Mangana o la imponente imagen de la crucifixión de Cristo que abre la exposición, la pieza más pesada de las que se muestran, sobrepasando los 150 kilogramos, entre otras.

Con la vista puesta en futuros proyectos, Ángel comenta que “por el momento, me estoy dando algo de tregua, pero ya tengo en mente continuar con más cuadros en relieve similares a los de la fachada del ayuntamiento o paisajes, así como una escultura a tamaño real referente a Alfonso VIII, sin el caballo eso sí”, señala entre risas, “sería algo ya demasiado complicado, pero por ahí van los tiros”, añade.

Mientras tanto, conquenses y turistas visitantes del emblemático templo de la capital pueden seguir disfrutando de las piezas y esculturas de un artista local que a base de trabajo y afición ha conseguido convertir el simple metal en toda una obra de arte.