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20 Semana de Cine: muchas historias, un burro y una herencia

Catorce películas, entre largometrajes y cortos, fueron proyectadas en los Multicines Odeón
20 Semana de Cine: muchas historias, un burro y una herencia
Presentación de una de las proyecciones de la Semana de Cine de Cuenca. Foto: Grupo Desenfoque.
02/12/2017 - Pepe Alfaro

El pasado sábado se cerraba la programación de la Semana de Cine, que en su vigésima edición acercó a Cuenca catorce títulos procedentes de la última hornada de nuestro cine, varios de ellos articulados en torno a la difusa línea que separa la realidad de la ficción a la hora de plasmar una historia en la pantalla.

El autor conjuga la falta de talento literario con la posibilidad de manipular a las personas como medio de inspiración, pero lo curioso es que la balada titulada ‘Algunas veces’ puede ofrecer a José Luis Perales la oportunidad de conseguir un premio Goya a la mejor canción original.

En una decisión tan controvertible como legítima, los responsables del drama social de inspiración neorrealista La vida y nada más, filmado por Antonio Méndez Esparza en la localidad de Florida donde imparte clases de cine, han registrado la película para competir en la categoría de filme documental para la próxima edición de los premios de la Academia del cine español.

Además del corto documental No es tan fría Siberia, firmado por una directora consagrada como Isabel Coixet, se puede afirmar que los dos largometrajes en principio adscritos a este género han resultado, por diversas causas, los más apreciados por el público conquense. Donkeyote es una especie de road movie a través del paisaje y paisanaje castellano y andaluz en busca de una Arcadia, que podría ser la pampa argentina, pero que los guionistas sitúan en Estados Unidos, y más concretamente por tierras del exilio de la nación cheroqui. En realidad se trata de lo que Hitchcock llamaba un macguffin, es decir, una disculpa argumental que poco o nada tiene que ver con la historia de este moderno Don Quijote llamado Manolo, de su burro Gorrión (el gran hallazgo de la película) y su perra Zafrana que al igual que aquel Alonso Quijano termina su periplo frente al mar. Un buen modelo de documental de ficción, o de narrativa articulada documentalmente en torno a tres personajes que parecen sacados de un cuento de los hermanos Grimm viajando hacia Bremen.

Pero sin lugar a dudas el título programado por la Semana de Cine que más expectación ha despertado en Cuenca ha sido Muchos hijos, un mono y un castillo. El debut en el largometraje del actor Gustavo Salmerón supone el descubrimiento de un personaje con el que ha compartido la existencia, su propia madre Julia Salmerón Sanz, quien con su naturalidad, su desparpajo y su filosofía de las cosas nos descubre la satisfacción por haber cumplido los tres anhelos de su vida: tener muchos hijos, un mono y un castillo.

La película supone una verdadera catarsis familiar, mostrada por la cámara de manera sincera, utilizando para ello recursos narrativos propios y distintivos de la narrativa cinematográfica, trabando el argumento en torno a la búsqueda de un pequeño resto de un antepasado, como representación perfecta de una metáfora que supone desahuciar a los fantasmas que atenazaban a la familia García Salmerón. Lo curioso es que, aunque no se diga en la película, Julita Salmerón pudo cumplir su tercer deseo gracias a una herencia millonaria procedente de la venta en el año 2002 de la sociedad Balneario y Agua de Solán de Cabras al grupo Osborne, que a su vez lo traspasó a Mahou-San Miguel en 2011. Circunstancia que no pasó desapercibida por los espectadores de nuestra modélica ciudad de provincias, añadiendo cercanía y familiaridad a una historia que nos descubre un personaje real de Cuenca a través de imágenes documentales que parecen sacadas de una película de ficción.