Bailar y crear figuras al compás de la música a 6 metros de altura y tan solo sujetos por telas de punto de seda es la actividad que promueven los socios de Céfiro Telas Aéreas, una asociación conquense que nació en 2017 gracias a la curiosidad y pasión de Carla Maeso, Raquel Sousa y Víctor Ortega. “Descubrimos esta modalidad, nos gustó mucho y decidimos montar una asociación para hacer espectáculos por los pueblos”, comenta Carla Maeso. Además, es uno de los seis proyectos emprendedores reconocidos por el Ayuntamiento de Cuenca dentro del Programa ‘Semillas’.
Una idea que surge en 2018 cuando comenzaron a impartir clases en Planeta Movimiento y Bulder QNK, pero a día de hoy solo colaboran con este último. Con más de 50 alumnos promueven un deporte para el que solo son necesarias las ganas porque el resto viene después. “Solo hay que querer formar parte de este deporte”, explica Maeso.
Modalidad que encaja dentro de la rama deportiva pero también artística puesto que requiere movilidad, flexibilidad y fuerza pero también tiene un lado dedicado a la performance. Un estilo del circo contemporáneo que tiene múltiples beneficios. “Te desarrollas a nivel personal e interpersonal porque es un deporte muy frustrante”, conocimientos que puedes extrapolar a otras situaciones de la vida. Además, en las clases se genera una gran comunidad porque “nos apoyamos emocionalmente, te relacionas de forma sana contigo mismo y con el resto de compañeros”, apostilla Maeso.
Un deporte que, como otro cualquiera, conlleva riesgos. Por ello trabajan y practican con colchonetas de gramaje específico para amortiguar caídas. Un deporte lesivo, sobretodo para los hombros, puesto que el ser humano no está diseñado para estar colgado sino para caminar. “Siempre hay que contar con la opinión y la ayuda de alguien que entienda de anatomía; es importante corregir la postura sin perder la técnica”, recalca Carla Maeso.
“Te desarrollas a nivel personal e interpersonal porque es un deporte muy frustrante”Por ahora, no existe una jurisprudencia o legislación que regule a todas las asociaciones, grupos o academias y desde Céfiro luchan por conseguir esa profesionalización. “Nosotros tenemos una guía propia de buena praxis y muchos clubs alrededor del mundo están comenzando a escribir libros para aunar conocimientos y redactar las claves básicas para practicar telas aéreas”, recalca Maeso.
La magia del parque de Los Moralejos los envuelve desde sus inicios y es que llevan acudiendo desde hace 5 años por lo que no es raro ver las telas colgadas de los árboles. Un enclave de referencia que les hizo conocidos y gracias al que han llegado a participar en espectáculos de ópera y a colaborar con muchos de los pueblos de la provincia.
Practicar telas aéreas es apto para niños y niñas desde los 7 años. Clases que con la llegada de la pandemia tuvieron que suspender. Sin embargo, está claro que hay que renovarse o morir por ello han puesto en marcha cuatro cursos intensivos para los meses de verano. Con los más pequeños practican juegos y poco a poco desarrollan la parte artística para después dar forma a coreografías, con el fin de conseguir que el movimiento de las telas se convierta en una forma de expresión.
CULTURA EN CUENCA
Cuenca es una ciudad con gran afluencia de movimientos culturales y gracias a esta diversidad, agrupaciones juveniles y suburbanas están en continuo movimiento “Entre todos estamos creando cultura en el Casco Antiguo, en los parques; queremos que la ciudad tenga vida”, comenta Maeso.
Tienen objetivos claros y pretenden crecer a nivel nacional e internacional, aunque ya son veteranos en ambos campos. Gracias al programa Erasmus + han realizado espectáculos en Francia e Italia y colaboran con grupos de Madrid o Río de Janeiro. Apuestan por el individuo y crecer poco a poco es la línea de actuación que marca su enseñanza.
