“Ya no sabemos a quien recurrir”. Es el grito desesperado de los vecinos del barrio de Villa Román que lanza su portavoz, Amada García.
La situación de esta barriada con más de 30 años de antigüedad es “lamentable” y sus residentes, la mayoría personas mayores y jubilados, se sienten indefensos ante las administraciones. “Nadie nos hace caso desde hace muchos años, ya estamos cansados de mandar escritos al Ayuntamiento y a Urbanismo y nada, no hay respuestas ni soluciones”.
El principal problema en estos momentos se encuentra en los patios del bloque 10 que se convierten en auténticas piscinas cuando llueve. “La situación está así desde las tormentas del pasado mes de julio”, explica a Las Noticias Amada.
Desde entonces cada vez que cae alguna gota los vecinos se echan a temblar.
El agua cae de un patio a otro a modo de cascada, para finalmente quedar embalsada. Esto está conllevando el deterioro de los muros, muchos de ellos a punto de derrumbarse, que se rebajen las escaleras y se levanten las aceras, lo que ha provocado algunos accidentes, el más reciente hace unos días cuando una mujer mayor se cayó y tuvo que ser ingresada en el hospital. También están empezando las filtraciones a viviendas y traseros “y se nota el olor a humedad”.
En primavera y verano el pánico se traslada a los mosquitos, que lo inundan todo.
"Cuando llueve los patios se anegan y quedan como auténticas piscinas. Esto ha provocado la rotura de muros y la filtración de agua a las viviendas"
MIEDO
Otra de las vecinas, Mercedes Pozuelo, que vive en el bajo, afirma que “paso miedo cuando hace aire, no puedo ni dormir, porque temo que los árboles se vengan encima de mi casa”. En total, los afectados son más de un centenar.
Han sido los propios vecinos los que han tenido que adquirir una bomba y sacan el agua de las alcantarillas cuando se anegan “porque es la única forma de hacer algo”, precisa la portavoz.
Al parecer, la falta de intervención en estos patios obedece a la confusión sobre su titularidad. Ayuntamiento y Junta alegan que son de propiedad privada y por eso no pueden intervenir y tienen que hacerse cargo los propietarios. Un extremo que niega García, quien asegura que en las escrituras queda muy claro que son públicos. “Ni son nuestros ni los queremos”, puntualiza. Además, añade, en la anterior legislatura el entonces alcalde, Juan Ávila, se comprometió a dar solución a este asunto, asumiendo la responsabilidad el Consistorio. “Sin embargo, el alcalde actual ni ha dado la cara”. Por eso piden que hagan algo de una vez, coloquen tuberías y saneen la zona. “Pagamos el alcantarillado como cualquier conquense y es su obligación”.
"Pedimos por favor que alguien nos haga caso y nos escuche y no se acerquen solo por aquí para cazar votos en época electoral, dice la portavoz de los vecinos"
MÁS PROBLEMAS
Pero no terminan ahí los problemas de este barrio donde el descontento es generalizado.
Los jardines y zonas infantiles “están hechos una pena”. En uno de ellos, el que está frente al Centro de Mayores, el suelo está levantado y las tuberías están al aire.
El acerado está en mal estado, los bancos rotos, también algunas de las tapas de las farolas. Hay barandillas oxidadas y quebradas, baches y socavones. Uno de ellos, en la calle río Turia, estuvo hasta 5 meses sin tapar. El campo de fútbol, o lo que era un campo de fútbol en su día, es hoy un solar descuidado, lleno de hierbajos y restos de botellas. Ésta es la fotografía actual de Villa Román.
“Está todo mal, no hay un sitio en condiciones, todo está abandonado”. Amada es abuela y reconoce que le da pavor que sus nietos salgan solos a la calle por los riesgos que hay a cada paso.
Por supuesto, de jugar en los patios inundados ni hablar. Hace ya mucho tiempo que se quedaron sin críos porque están intransitables y más en las últimas semanas que no ha parado de llover. “Sé que hay otros barrios que están olvidados, pero nosotros sentimos que somos los más abandonados”.
A Amada le gustaría que se reactivara la Asociación de Vecinos, casi inexistente en la actualidad, con el fin de poder hacer más presión y llevar a cabo alguna acción. No obstante, sabe que la edad de los vecinos es un handicap para plantear cualquier tipo de movilización.
Reconoce que ya está cansada de acudir a todas las instancias posibles, incluso a los plenos municipales, sin obtener nada.
Por eso lanza un último mensaje: “solo pedimos que por favor alguien nos haga caso y nos escuche y no se acerquen por aquí solo cuando haya que cazar votos”.