No es la primera vez que visto a una imagen de Semana Santa, pero sí es la primera vez que visto a una Virgen. Y hay muchísimas diferencias”. María Castellanos, camarera del San Juan Evangelista del paso de la Amargura y San Juan del Miércoles Santo y, desde este año, camarera también del paso de Nuestra Señora de los Dolores y las Santas Marías, habla entre susurros, con las manos llenas de tul y alfileres, plegando y volviendo a plegar para conseguir que las jaretas del tocado de Nuestra Señora de los Dolores queden perfectas.
En la iglesia de San Román, a media luz y a media voz, María, María y Anabel, las camareras de María Magdalena, María Salomé y María la Madre del Señor – que diría la Escritura – cosen, prueban, hacen y deshacen, trabajan con una sonrisa y sin descanso, con los nervios del estreno y la mirada en el Sábado Santo, para vestir a las tres imágenes de la nueva Hermandad y dotar a cada una de ellas de dos cosas: personalidad propia en el vestir, acorde a su papel bíblico, y carácter conquense. En su criterio se expresan, también, la personalidad e imagen de la Hermandad.
“Un aspecto de nuestras tallas en el que poca gente repara es que las tres son de vestir” explica María Miranzo. Eso, en la práctica, significa que “las tres deben tener un estilo diferente que les imprima personalidad, acorde a lo que simboliza y representa cada una y a su edad según la Biblia, por lo que no se pueden solapar”.
En este sentido, la Virgen “es la más fina y elegante, mientras que a María Magdalena y a María Salomé teníamos que engalanarlas de una forma diferente, para que a simple vista las tres se identifiquen”. ¿El resultado? “Hemos estado un año de probatinas y discusiones, tenemos un chat de whatsapp en el que estamos 24 horas dando la lata y en el que cada una aporta su opinión. Al final, casi siempre nos terminamos poniendo de acuerdo, porque tenemos el mismo criterio” explica María Miranzo.
Una vez decididos los estilos para cada una, ¿qué es lo más complicado de conseguir? María Castellanos lo tiene claro: “Lo complejo siempre de las Vírgenes son los tocados. Yo nunca había hecho uno y, con paciencia y muchas pruebas, estamos tratando de conseguir uno digno. No será de los más bonitos de Cuenca, pero con el tiempo esperamos llegar donde queremos. Ahora mismo ya tenemos sensaciones muy buenas”.
Y… ¿En quién se inspiran? ¿Quién las ha aconsejado? ¿A quién acuden cuando no tienen claro por dónde seguir o si están haciendo lo correcto? Las tres pronuncian el mismo nombre: Rafa Murgui, vestidor de María Santísima de la Esperanza y la persona en la que las tres confían para que la imagen de las Santas Marías sea la que debe ser.
“Él fue el primero que nos empezó a ayudar con los tocados y es de él de quien he aprendido. Confío mucho en él y en su criterio” recalca Castellanos. Su agradecimiento tanto a Rafa Murgui como a todas las personas, de la Hermandad o no, que han colaborado durante este año de compás de espera antes de la primera salida procesional es inmenso.
A punto del estreno, quedan “los nervios” dice Anabel. “Yo llevo ya sin dormir...” ríe María Miranzo. “Lo estamos viviendo con mucha responsabilidad” añade María Castellanos. “Y con mucha ilusión”. La ilusión de vestir la Pasión. Y de ser, en un año histórico para la Semana Santa de Cuenca, las mujeres detrás del Duelo.