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El verdadero crimen de Cuenca

Ocurrió hace 132 años en Albalate de las Nogueras y su impacto en la sociedad fue tal que la prensa de la época envió corresponsales a nuestra ciudad
Municipio conquense de Albalate de las Nogueras Foto: Arturo Culebras
15/03/2025 - Eduardo M. Crespo

8 de marzo de 1893. Noche cerrada en el municipio conquense de Albalate de las Nogueras. Hace frío y las casas de los vecinos del pueblo están cerradas a cal y canto. Es el momento elegido por un grupo de hombres pertenecientes a la misma familia, los conocidos en el pueblo como ‘Los Pacotes’, para dirigirse a la casa de Hipólito Mayordomo, otro vecino de la localidad casado con Manuela Bollo y con la que tiene cuatro hijos. Hipólito está ausente, pero ‘Los Pacotes’ matan a sangre fría, con hachas y cuchillos, a su mujer y a sus cuatro hijos.

“La sentencia se dicta el 28 de septiembre de 1893 y es un Tribunal con Jurado el que condena a ´Los Pacotes’ como autores de cinco homicidios con ocasión de un robo”, nos cuenta el investigador y escritor Arturo Culebras. 

Nacido en Albalate de las Nogueras, Culebras empieza a investigar los hechos cuando cae en sus manos un documento, en concreto un comunicado de la Audiencia Provincial de Cuenca dirigido al juez local de Albalate para su inscripción en el Registro de Penados. Culebras tira de ese hilo y empieza a investigar el crimen de Albalate en el Archivo Histórico de la Guardia Civil y en el Archivo de la Audiencia Provincial de Cuenca. Su investigación sobre estos hechos la cuenta en el libro “Lastimosa historia. Crimen de Cuenca”.

“Los Pacotes eran Juan Antonio Racionero, sus hijos Justo, Casto y Agripino, y Petra Viejobueno, la madre, que también fue condenada como la inductora de los hechos. En el momento del crimen los acompañaba Mariano, un amigo de la familia que se encontraba de ronda por el pueblo”, nos narra Arturo Culebras, que añade cómo la familia autora de los crímenes tenía coaccionados y amedrentados a los habitantes de Albalate. “Eran bien conocidos por sus tropelías y en algunos casos por hurtos a los vecinos del pueblo”, afirma Culebras.  

Manuela Bollo recibió más de treinta hachazos y puñaladas, una violencia desmedida que también emplearon los asesinos para matar a los cuatro hijos, Manuela, Pedro, Toribio y Cándido. Cinco crímenes salvajes para un robo de 500 pesetas, dinero procedente de la venta de varias fanegas de trigo unos días antes. 

El crimen de Albalate de las Nogueras conmocionó tanto a la sociedad de la época que hasta La Correspondencia de España envió a un corresponsal para informar de la noticia y cubrir el proceso judicial y que llegó a describir el lugar de los hechos como “un matadero humano”.

¿ROBO O VENGANZA?

“Parece ser que el hijo menor de ‘Los Pacotes’, Agripino, tenía que incorporarse en breve al servicio militar y la familia no tenía dinero suficiente para salvar al hijo de comparecer en el Ejército. Eso pudo motivar el robo en la casa del vecino”, cuenta Arturo Culebras, para quien el crimen de Albalate fue algo más que un robo: “tiene todas las características de una venganza. Demasiadas heridas a niños, que nunca podrían defenderse ante hombres armados con hachas y cuchillos, estando incluso acostados en sus camas”.

El sumario se cerró con más de 500 folios, 90 declaraciones y 12 careos, “dando traslado a los apresados a la Audiencia Provincial de Cuenca e ingresando los detenidos en la cárcel provincial”. El juicio oral duró tres días “y se expusieron con toda crudeza los hechos y se presentaron las pruebas y las armas”.

“Todos los comparecientes afirmaron, no sin temor, la participación de “Los Pacotes” en el crimen. Quizás lo más incriminatorio fuese la declaración del herrero del pueblo que dijo haber dado los cuchillos a Agripino a cambio de una espada”, relata Culebras.

El veredicto se leyó el 28 de septiembre de 1893. Fueron todos condenados como autores del horroroso crimen, incluida Petra Viejobueno, la madre, a quien el tribunal consideró la cabeza pensante de lo ocurrido aquella noche en Albalate.

Unas coplas anónimas circularon por toda la comarca y por buena parte del país. Decían así: 

De lo que había en la casa,

Los criminales cenaron,

Y el gato que se acercó,

Pues también lo degollaron.